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Ayuso y Abascal lanzan la batalla por el voto decepcionado con Ciudadanos en Catalunya

Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida participan en la manifestación contra la ley Celaá el pasado fin de semana en Madrid

Arturo Puente

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Las encuestas discrepan en la magnitud del golpe pero todas coinciden en que Ciudadanos, el partido que ganó las últimas elecciones catalanas, se dará un batacazo el próximo 14 de febrero. Con estas expectativas, sus dos rivales por la derecha, PP y Vox, se han lanzado a caza del voto que en el año 2017 monopolizó Inés Arrimadas pero que se ha sentido decepcionado por las decisiones tomadas por la formación. Este jueves tanto la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, como el líder de Vox, Santiago Abascal, han desembarcado en Barcelona, cada uno con su agenda, para abrir una larga precampaña en la que sus partidos aspiran a romper la hegemonía naranja del movimiento contrario a la independencia.

La presencia de Ayuso y Abascal en Catalunya ha llegado en una semana especialmente difícil para Ciudadanos. El lunes pasado la presidenta de los liberales asumía por primera vez que su propuesta para formar una candidatura conjunta con PP y PSC había hecho aguas por el rechazo de los interpelados. “Nos han entregado al separatismo por un puñado de votos”, se lamentó Arrimadas, dejando claro el tono de la precampaña. Solo un día después ERC confirmaba su acuerdo con el Gobierno para aprobar los Presupuestos, un anuncio que cerraba el paso a Cs y dejaba a la formación en tierra de nadie, a medio camino entre la oposición y el intento fallido de tender la mano a Pedro Sánchez para alejarlo de los independentistas.

Por su parte, PP y Vox parten de situaciones muy diferentes en el terreno catalán, más allá de que ambos solo pueden tener expectativas de mejora para la noche del 14-F. El partido de Pablo Casado, quien se dejó ver el fin de semana pasado en Lleida y este viernes acudirá a Tarragona, aspira a doblar su representación en el Parlament, donde podría obtener entre 8 y 9 diputados, después de haber tocado suelo en 2017 con un resultado tan decepcionante que hundió las aspiraciones nacionales de Xavier García Albiol. El partido calcula ahora que en estas elecciones el debate sobre la independencia no será el único en juego, y que sus propuestas tanto sobre la economía como en la gestión de la pandemia suenan bien entre los círculos empresariales, zonas agrarias y clases medias afectadas por la crisis de la COVID-19.

La fórmula Ayuso, para Catalunya

Pocas personas representan mejor eso que Díaz Ayuso, una presidenta autonómica que se ha situado durante toda la pandemia prácticamente en el extremo opuesto a una Generalitat que ha reclamado e impuesto cierres y restricciones de movilidad más duros. Por eso uno de los cometidos de la presidenta de la Comunidad de Madrid durante los días en Catalunya será mantener encuentros con empresarios, a quienes dará a conocer las fórmulas seguidas en Madrid para gestionar la pandemia.

La segunda parte de la agenda de Ayuso son las organizaciones anti-independentistas, un movimiento que hace cuatro años quedó muy vinculado a Ciudadanos pero que a lo largo de la legislatura se ha fragmentado paulatinamente. La líder madrileña se verá con Societat Civil Catalana, entidad que se ha decantado por un tono más moderado en los últimos tiempos, pero también con S'ha Acabat, organización más dura en sus posicionamientos y que reúne principalmente a jóvenes y universitarios movilizados contra el soberanismo.

Para acabar, en plena resaca de la aprobación de la ley Celaá, Ayuso también verá a los sectores descontentos con la nueva reforma educativa, como la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de la concertada o la representantes de la Asamblea por una Escuela Bilingüe, entidad que ha sido uno de los principales arietes contra la inmersión en catalán.

El tour de la presidenta madrileña, combinado con la visita de Casado a Lleida la semana pasada, dibuja con precisión las coordenadas sociales sobre las que el PP quiere lanzar la campaña de Alejandro Fernández. El diputado tarraconense es un candidato que no destaca por su grado de conocimiento entre los votantes, pero que su partido cree que puede mejorar la representación en las zonas urbanas y recuperar la presencia perdida en el interior catalán.

Por su parte, Casado volverá este viernes a Catalunya, en esta ocasión a la provincia de Tarragona, a la que acudirá acompañado por Fernández. Su agenda comenzará con una visita al Banco de Alimentos de la localidad de Reus y, después, mantendrá un encuentro con empresarios locales de diversos sectores golpeados por la pandemia. Es la cuarta vez que el presidente del PP visita localidades catalanas en un mes, lo que demuestra las esperanzas del partido por recuperar el terreno perdido gracias a los malos pronósticos de Ciudadanos.

Vox se ve en el Parlament

Diferente es la situación de la extrema derecha, quien parte de no tener ninguna presencia en Catalunya. Los de Abascal ya dan por hecho que entrarán en la Cámara catalana y, según ha asegurado en el acto con el que ha dado el pistoletazo de salida este jueves, Vox aspira a convertirse en el voto más nítido de rechazo a la secesión. “Somos la mejor respuesta al separatismo en Catalunya y a la deriva ultranacionalista de la política catalana”, ha señalado, tras reafirmar al diputado Ignacio Garriga como su candidato al Parlament.

El partido de Abascal solo puede acabar la noche del 14 de febrero con una celebración, pero el brindis no será igual si Vox obtiene la representación testimonial –en Catalunya el mínimo son tres diputados– o se enfilan a una cifra que pueda competir con la del PP. El CEO de la Generalitat pronosticó el pasado viernes entre 7 y 8 escaños para la extrema derecha, un pronóstico que este jueves el presidente de Vox aseguraba poder mejorar, al afirmar que podía convertirse en la principal formación que “plante cara al separatismo”.

Para este objetivo el partido ultra necesita dos cosas. Por una parte, agitar lo máximo posible la cuestión independentista y volver a levantar el espíritu anti-lazos que se vivió en Catalunya durante los meses del 155. Este jueves, en el despegue de su precampaña, Abascal ha hablado de ETA, de Arnaldo Otegi y de José Luís Rodríguez Zapatero, ha denunciado un supuesto golpe al “ordenamiento democrático” liderado por Pedro Sánchez, y ha insistido una y otra vez en que la alianza entre ERC y el Gobierno sigue un plan prefijado para desgajar la nación española.

Pero, junto a eso, Abascal necesita hurgar en la herida de Ciudadanos. En el despegue de su precampaña celebrado en el hotel Barceló-Sants, el diputado ha cargado sin miramientos contra Arrimadas, a quien ha comparado por contraposición con Garriga. “Otros abandonaron a los catalanes después de obtener una mayoría histórica y de ganar las elecciones”, ha afirmado en referencia a la salida del Parlament de la líder de Ciudadanos, “nosotros presentamos a un candidato que después de ser elegido para el Congreso vuelve a Catalunya para defender con más fuerza a los catalanes y oponerse al golpe separatista” .

Ciudadanos, contra las encuestas

Entre Arrimadas y Albiol sumaron en las últimas elecciones 40 diputados, la mejor marca histórica jamás obtenida por las formaciones de derecha no catalanista. Según las encuestas, el PSC podría quedarse ahora con unos cinco, mientras que el bloque independentista también mejoraría. El resultado de estos movimientos es que, cuatro años después, hay menos asientos disponibles para este espacio, y una formación más compitiendo por la derecha. Esto explica que, para Ciudadanos, la situación sea desesperada. Las encuestas más optimistas pronostican que perderá la mitad de sus escaños e incluso algunas lo dejan en un tercio del resultado histórico de 2017.

Arrimadas lo había apostado todo a una candidatura conjunta con el PP, para la que tendió la mano al PSC e incluso llegó a defenestrar a la ganadora de sus primarias, Lorena Roldán. El cálculo de la fuerza naranja era que Carlos Carrizosa, su sustituto, era un plato más digerible para los de Fernández, que sin embargo ya advirtieron desde el primer momento que tenían previsto jugar con sus propias cartas. Finalmente la propuesta de una candidatura de “unidad constitucionalista” acabó perdiendo toda opción de realizarse, pero Arrimadas la mantuvo para seguir presionando al PSC.

Si las encuestas no cometen un error garrafal en sus predicciones, Ciudadanos acaparará el próximo febrero los titulares negativos en la noche electoral catalana. Y, sin candidatura unitaria que lo disimule, el resultado certificará el fin de un ciclo que precisamente comenzó en Catalunya hace cinco años, cuando Albert Rivera saltó a la política española y pasó a Arrimadas el testigo en el Parlament. En este tiempo, Ciudadanos llegó a ser tercera fuerza nacional y primera en Catalunya, antes de caer a los 10 diputados en el Congreso y a acudir a unas elecciones catalanas en las que lucha por ser cuarta fuerza.

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