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Raimon, 75 años comprometido con el viento de la libertad

El cantautor de Xàtiva, Raimon, en una actuació a Barcelona

Jordi Molina

De todas las imágenes que ha dado el vivero cultural de la Nova Cançó, la de Raimon cantando con la vista puesta en el horizonte mientras apoya sobre la pierna derecha su guitarra es, sin duda, de las más intensas. La potencia escénica del cantautor de Xàtiva, que este jueves y viernes actua en el Auditori de Barcelona, no se ha diluido con el paso del tiempo y hoy, día en el que cumple 75 años, todavía recoge los pocos reconocimientos que le faltan, especialmente los que vienen de su tierra y que sólo los silencios oficiales le han negado.

Raimon ha llevado el nombre de Xàtiva y el valenciano por todo el mundo, incluso a Japón, donde en 1977 hizo una gira. Sus raíces están permanentemente presentes en su obra –“quien pierde los orígenes, pierde la identidad”; dice uno de los versos más recordados de Jo Vinc d’un Silenci— que ha colisionado durante años con la hostilidad de los gobernantes del País Valenciano. Sólo el cambio de color de unas instituciones invadidas casi de forma vitalicia por la rama más inflexible del PP han permitido, recientemente, una serie de actos de desagravio hacia el cantautor.

Este octubre la Generalitat Valenciana le otorgaba la Alta Distinción y sólo hace unos días, su Xàtiva natal, lo convertía en hijo predilecto del municipio, después de que en 2010 el PP le negara la Medalla de Oro de la ciudad que habían pedido los concejales del PSPV. Los años de Rita Barberá o Francisco Camps, o las dos décadas de gobiernos de alcaldías populares en Xàtiva, bajo el mandato de Alfonso Rus, no han podido romper la vinculación de Raimon con su pueblo y sus vecinos.

“Ahora soy hijo predilecto de Xàtiva, no sé si lo merezco, lo que sé es que soy hijo de Xàtiva, y Xàtiva es predilecta en mi corazón. Esto no me lo puede quitar nadie. Ni el PP ni el Ciudadano ni el sursum corda”, decía emocionado al recoger un galardón que contaba con los votos en contra de PP y Ciutadans. Semanas antes, en el discurso en la Generalitat, se preguntaba “por qué durante muchos años se ha intentado que no tuviera una presencia normal como cantante entre la gente de aquí”. Y denunció: “A lo largo de 20 años he sentido una hostilidad casi institucional”.

La beligerancia de Raimon con la derecha viene de lejos, así como su compromiso con el movimiento obrero. Su padre, José Pelegero, era de la CNT y estuvo encarcelado varias veces en la posguerra; y la madre, Dolors Sanchis, creció en una familia socialista vinculada a la UGT. Mientras sus contemporáneos de Els Setze Jutges ponían el acento en la reivindicación nacional, él no perdía de vista la conciencia de clase, que manifiesta en su música –“yo vengo de un silencio antiguo y muy largo; de gente que va alzándose desde el fondo de los siglos, de gente que llaman clases subalternas, yo vengo de un silencio antiguo y muy largo”.

Raimon tampoco es independentista

Raimon tampoco es independentistaRaimon no se ha sumado a la ola independentista, como tampoco lo han hecho otros iconos de la Nova Cançó, como Joan Manuel Serrat. La defensa de las libertades o de los derechos identitarios de los pueblos no lo han llevado, necesariamente, a compartir algunos posicionamientos del Procés y ha admitido, públicamente, sus dudas. Su posición se ha movido en torno a la necesidad de expresar en las urnas la voluntad mayoritaria de la ciudadanía catalana, un discurso que ha encontrado detractores en Catalunya y en el resto del Estado.

“Yo no soy independentista porque no me lo he planteado nunca. Desde Valencia esto se ve de otra manera, y yo soy de allí y sé las repercusiones que puede tener, por tanto, no lo tengo claro, tengo una cierta perplejidad. Tengo muchas dudas. Por eso no participo en este movimiento, porque para participar en algo lo tengo que tener muy claro. Si yo no estoy convencido, ¿cómo me voy a poner a convencer a los demás? Haría trampa”, explicaba en una entrevista en Catalunya Ràdio.

En la misma conversación, Raimon recordaba que él es de Xàtiva y que la independencia de Catalunya podía tener efectos negativos en el País Valenciano, donde el anticatalanismo había sido un arma electoral que había herido gravemente la cultura y la convivencia. El cantautor también insistía en la necesidad de cuidar las minorías, aunque perdieran en las urnas, y reivindicaba la necesidad de expresar democráticamente los argumentos.

De Diguem no Al Vent

De Diguem no Al VentExplica el libro Les hores guanyades, escrito en 1981 y reeditado como La vida immediata, detalles entrañables de algunas de las canciones de Raimon que se han convertido en himnos. Al Vent, Jo vinc d’un silenci, Diguem no o D’un temps d’un país forman parte del memorial colectivo y buena prueba de su vigencia es que incluso artistas de nuevo cuño, como Cesk Freixas, VerdCel, Pau Alabajos o La Gossa Sorda, todavía ahora lo toman como referencia y se atreven a hacer versiones del cancionero del de Xàtiva.

Diguem no tiene su origen en el 14 de mayo de 1962. Concretamente en una reunión de estudiantes en la Universidad de Valencia para escuchar el último disco de Brassens, que fue interrumpida, como tantas otras, por la policía. Algunos de los detenidos fueron encarcelados, otros torturados. Ese día, explica Raimon, no estaba en la concentración, como sí solía estar habitualmente, porque tenía un examen de geografía. De la rabia en conocer la brutalidad de la actuación policial surgió la canción Diguem no.

Pero si hay una canción que ha volado de generación en generación, sin perder profundidad ni fuerza, es Al Vent. El embrión hay que buscarlo en 1959, cuando el artista tenía sólo 19 años, en concreto en un viaje en la vespa de un amigo. Raimon iba de paquete y, de camino a Valencia, le daba el viento en la cara. El músico explica que, al final de ese trayecto, la canción estaba hecha. Sin saberlo, había resumido los anhelos de libertad de miles de personas en una canción. Un himno tan potente que después de más de medio siglo todavía resulta inquietante para algunos gobernantes.

En una nota biográfica cedida a este medio por Annalisa Corti, su mujer, se define a Raimon como cantante, poeta y escritor: “la forma de cantar de Raimon reivindica el concepto visceral de la música: el grito, el esbozo melódico y armónico, el estilo coloquial y libre”. En la misma nota se descatca que “la canción es para Raimon un vehículo expresivo de poesía. De la propia, con sus canciones de amor y de combate, de repliegue lírico y de ironía cáustica, y de la de los otros, con la musicación de poemas de la literatura clásica y contemporánea catalana”.

Las generaciones más jóvenes también le deben a Raimon el descubrimiento de poetas de lengua catalana. Su admiración por Salvador Espriu (el álbum Cançons de la roda del temps, de 1966), o por la lírica medieval de Ausiàs March (como Veles e vents), son una mejor invitación a la poesía que incontables clases de literatura catalana en el instituto.

Pero sobre todo, la huella de Raimon, como la de otros cantautores ilustres, como Serrat, Ovidi, Ibañez, Laboa o Llach, va más allá de una época y de un pueblo. Son patrimonio colectivo de generaciones, desde abuelos hasta nietos, que han entendido la libertad como la herencia de los que lucharon en contra de la represión. Una represión a veces lejana, otras demasiado cercana y disfrazada de intolerancia, y que la voz firme de Raimon nos ayuda a identificar.

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