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Correos reabrirá una oficina en su histórica sede de Guadalajara y destinará dos plantas para empresas

FOTO: Raquel Gamo

Raquel Gamo

El futuro del histórico edificio de Correos y Telégrafos de Guadalajara, que se encuentra en un progresivo estado de deterioro por la falta de actividad desde 2013, comienza a disiparse. Según ha podido saber eldiarioclm.es, el Estado -propietario del inmueble- estudia un proyecto con el que se propone revitalizar este edificio a largo plazo, cinco años después de que decidiera clausurarlo en plena crisis económica. Lo hará reabriendo una oficina de Correos en la planta baja y dotando de un uso empresarial al resto de las instalaciones.

El objetivo de Correos, según han confirmado a este digital fuentes cercanas al Gobierno, es dinamizar la actividad económica en los alrededores del edificio, cuya superficie suma 3.000 metros cuadrados y que se encuentra ubicado en la calle Teniente Figueroa, una de las vías del centro de Guadalajara capital. En concreto, la Subdirección de Inmuebles, dependiente de la Dirección de Planificación y Finanzas de Correos, planea destinar las dos últimas plantas de este inmueble con otros usos empresariales, “en consonancia con el carácter histórico de la edificación y de su entorno”.

En cuanto a la planta baja, recobrará su función tradicional de oficina de Correos, una vez se rehabilite el recibidor central, precisamente, el espacio en el que siempre se atendió al público en esta sede. Por el momento, este organismo no quiere avanzar plazos de ejecución ni presupuesto para materializar sus intenciones, pero sí confirma que el objetivo del Ejecutivo es volver a dar un uso a uno de los símbolos del patrimonio neomudéjar de la capital arriacense.

El plan de Correos se desvela un mes después de que una de las esquinas de la torre del edificio se derrumbara de forma repentina. El hecho, que ocurrió el pasado 6 de febrero, no causó ningún accidente, pero obligó al Ayuntamiento de Guadalajara a cortar el tráfico en la calle Teniente Figueroa durante varios días para garantizar la seguridad de los viandantes. Después se reabrió el paso por el tramo donde cayeron los restos, mientras que la fachada principal del edificio permaneció desde entonces acordonada, a la espera de que los técnicos revisen cuál es su estado de seguridad.

De hacerse realidad este proyecto, seguiría el modelo de otros edificios históricos de Correos, situados en otras capitales de provincia como el Palacio de Telecomunicaciones de Madrid, que dejó de funcionar como centro postal y se reconvirtió en el Palacio de Cibeles, en 2007. Desde entonces, es la sede de la Alcaldía de la ciudad, además de ofrecer un espacio de exposiciones y un restaurante en la terraza superior del inmueble, de estilo modernista.

Sin vigilancia del Ayuntamiento

El desprendimiento parcial de la torre de Correos reabre el debate sobre el precario estado de conservación que padece el patrimonio del centro de la ciudad desde hace años. El deterioro del edificio de Correos ejemplifica la constante degradación o pérdida de bloques o monumentos relevantes que ha sufrido el corazón de la capital hasta el extremo de ser declarados, ruina por parte del ayuntamiento y reducirse, en algunos casos, a solares, porque la propiedad no cumplió con su deber de conservación. Esta obligación se mantiene hasta que el inmueble alcanza la situación de ruina. De este modo, entre el repertorio del patrimonio que Guadalajara ha perdido a lo largo de las últimas décadas se incluyen tres iglesias mudéjares, dos sinagogas judías, numerosos palacios renacentistas y casas nobiliarias que poblaban los aledaños de la Plaza Mayor en la que se emplaza el Consistorio.

Antonio Miguel Trallero Sanz, profesor de Arquitectura de la Universidad de Alcalá de Henares y uno de los mayores especialistas en patrimonio de Guadalajara, afirma a eldiarioclm.es que la caída de uno de los esquinazos de la torre de Correos “demuestra el abandono al que se ha sometido al patrimonio de Guadalajara”, aunque subraya que “es consecuencia del incumplimiento por parte de la propiedad de su deber de conservación sobre este edificio, que posee un valor arquitectónico importante”. Para Trallero, a pesar de que esta edificación es propiedad de Correos, “el Ayuntamiento ha de ejercer su responsabilidad de vigilancia y de inspección para prevenir estos accidentes”, al tiempo que añade que este hecho es “un toque de atención para que el titular se haga cargo del mantenimiento del edificio y si no cumple, el Consistorio tiene que obligar a la propiedad”.

La vieja sede Correos y Telégrafos en la capital arriacense cumple 100 años de vida en 2018. Como ocurre en todos los inmuebles de más de medio siglo de antigüedad la Inspección Técnica de Edificios tiene la obligación de evaluar su estado cada cinco años con el fin de comprobar la situación de su estructura. Una obligación que, según admite el arquitecto, “no se sabe si se ha completado en este caso, como tampoco conocemos cuál es el estado actual, porque al edificio no se puede acceder desde hace varios años”.

El último intento de encontrar una solución a este edificio fue en 2015. Ese año, Javier Cuesta, presidente de Correos; y Antonio Román, alcalde de Guadalajara, mantuvieron una reunión en Guadalajara, a escasos meses de celebrarse las elecciones autonómicas, para buscar alternativas a este emblemático inmueble. Coincidiendo con el segundo aniversario de su cierre, se barajó la posibilidad de recuperar su función postal o de darle otro uso a la construcción. Román defendió entonces que “una de las medidas por las que apostamos es recuperar los edificios públicos del centro para revitalizar el corazón de la ciudad y dotarle de mayor dinamismo”. Sin embargo, todo quedó en una mera declaración de intenciones que condujo a este edificio a un inexorable deterioro.

Icono arquitectónico

Se trata de un edificio que está considerado uno de los exponentes más sobresalientes del neomudéjar de Castilla. Integrado en el Catálogo Municipal de edificios de Guadalajara por su valor arquitectónico, su fachada de estilo ecléctico se compone de una vistosa torre y un bloque que combina diversos elementos como ménsulas, volutas, frontones, jarrones y balaustres en perfecta armonía. Durante casi un siglo hasta su clausura en 2013, la planta baja del edificio se destinó a oficinas de atención pública, mientras que la primera estuvo ocupada por los despachos de la administración, y la tercera sirvió como viviendas de los altos funcionarios.

Tal como explicó Trallero en ‘Mudéjar, pervivencia del mudéjar y neomudéjar en la arquitectura de la ciudad de Guadalajara’ (Aache Ediciones, 2017), el neomudéjar es una corriente artística que eclosionó en la ciudad de Guadalajara a comienzos del siglo XX. La construcción del edificio de Correos se inició en 1917, durante la época en la que el Conde de Romanones ejerció de presidente del Consejo de Ministros, bajo el reinado de Rey Alfonso XIII. La obra, encomendada al conocido arquitecto de la época don Luis Sainz de los Terreros, se engloba dentro de la política de edificación de sedes de Correos y Telégrafos en otras capitales de provincia.

El solar sobre el que se levantó la obra era propiedad del propio Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones y había pertenecido en el pasado al convento de Santa Clara. Los guadalajareños, en agradecimiento al noble por esta y otras muchas construcciones que trajeron prosperidad a la capital alcarreña, le nombraron Hijo Adoptivo de Guadalajara. En los 80, el Estado desarrolló una reforma de ampliación del patio interior del inmueble, que le confirió su imagen actual.

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