El valor del trabajo
Hoy los medios de comunicación se llenarán de artículos de representantes públicos y no descubro el mundo si afirmo que los contenidos en sus múltiples versiones abogaran por la defensa de los derechos que a lo largo de la historia se han ido consiguiendo con el fin de obtener un grado aceptable de bienestar colectivo en temas laborales. Presumo aparición de resoluciones y declaraciones varias en redes sociales con protagonismo dispar. Vamos, casi lo mismo que ocurre cuando celebramos cualquier otro “día internacional”. Hoy faltarán algunos agentes en la defensa del trabajo.
La Covid-19 se ha tragado la fiesta - manifestación del 1 de mayo de este año pero espero no sea la única consecuencia que envuelva la diferencia de este día con momentos pasados.
Hay una gran variedad de días internacionales que aglutinan a una mayoría social que no conoce diferencias (desde el día del cáncer de mama al del libro), pero la reivindicación que normalmente llena las calles en la primera jornada de mayo no ha logrado la unanimidad social esperable.
Cierto que el origen de la celebración de forma “institucionalizada” tuvo su origen en el acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional en 1898 y el dato - aunque ampliamente desconocido – produce rechazo entre quienes nunca reconocerán los logros del Socialismo aun siendo estos beneficios colectivos.
Asumida la animadversión que hacia el PSOE profesan algunas gentes de la izquierda -destacados líderes incluidos – me preocupa más el espectro social que autodefiniéndose de derechas se beneficia de los avances de las políticas progresistas, pero mantiene una barrera de nebulosa que le impide reconocer porqué hoy es un poco más difícil que le exploten laboralmente.
El término “clase obrera o trabajadora” que en los últimos años ha sido repudiado del vocabulario, tiene en mi opinión una valía que va más allá de las ideologías. Y del concepto que distingue entre el trabajo manual y el técnico, siendo que ambos aportan al desarrollo social y económico.
¿Dónde quiero llegar?. Todos somos parte de un engranaje que dejaría de funcionar con el fallo de una pieza. Y esto incluye también a aquellos cuyo trabajo articula la red de la aportación de otros al desarrollo de una actividad: el empresariado.
El movimiento obrero que con sus reivindicaciones de mejoras laborales originó las celebraciones del 1 de mayo debería ser capaz de aglutinar a la ciudadanía como parte de un todo y participes o no de los entornos sindicales, el progreso sería más rápido si todos fuéramos más conscientes de las necesidades mutuas.
¿Por qué el empresariado – con las excepciones debidas – sigue viendo como enemigo a aquellos sin los que su beneficio no existiría?. ¿Por qué una parte significativa de los ciudadanos no se reconoce en una colectividad que le hace fuerte.
La respuesta, mi respuesta es la todavía prevalencia del interés individual. Todas las palabras de generosidad, solidaridad y cooperación se quedan en el aire cuando no se es consciente de que el bien colectivo nos aglutina a todos en beneficio propio. Y este es un buen momento para que algo cambie. La conformación de un nuevo escenario social tiene que servirnos – a todos – para fortalecer el valor que de nuestro trabajo tienen los demás. El 1 de mayo de 2020, el del post Covid-19, puede ser la puerta de entrada a una sociedad más solidaria que no olvide el objetivo de progreso social. Una sociedad organizada para que los trabajadores salgamos reforzados de esta alarma sanitaria y así nadie la utilice como excusa para un retroceso en nuestros logros.
Quizá una de las mayores enseñanzas de esta pandemia ha sido el valor de los servicios públicos. El trabajo comprometido de servidores públicos, pero también de nuestros autónomos, emprendedores, trabajadores por cuenta ajena, … nos ha demostrado una vez más el valor de lo colectivo.
El esfuerzo realizado no puede quedar en un episodio más de la historia, debe continuar desplegando la responsabilidad por la igualdad y el progreso de nuestra sociedad. Pero esa sociedad tiene que conjugarnos a todos. Si el objetivo es común no se entiende que el camino sea distinto.
Mercedes Caballero es diputada de las Corts Valencianes y secretaria general del PSPV-PSOE de la provincia de Valencia.
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