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CV Opinión cintillo

Sobre estos días y los que están por venir

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Cuesta mucho escribir algunas líneas sobre lo que ha pasado estos días atrás. Cuesta mucho porque gobernar, hacer política, cuesta mucho. Dedicación, horas, ganas, ideas, ejecución, coordinación, negociación, decisiones, más horas… Y cuando todo eso se echa por la borda de la forma más burda sientes un vacío inmenso. No por mí, ni por ella, ni por él, ni por el de más allá, sino por la sociedad en su conjunto. Hacer un uso tan grotesco del espacio institucional es, sobre todo, una falta de respeto a la ciudadanía. No es porque yo, ella, él o el de más allá seamos impresdindibles (me vais a permitir que diga que algunos, en algunos momentos, sí lo son) sino por el espacio político que representan que ha hecho que tales y cuales cosas sean una realidad. Muy pocas personas, por no decir nadie, de fuera de la esferea político-partidista, han entendido la destitución de Mireia Mollà a escasos meses del final de la legislatura y con ella la marcha de su equipo de la Conselleria más compleja y a la vez más bonita del Botànic: la de las políticas verdes y el sector primario. Nadie lo ha comprendido porque, objetivamente, la Conselleria estaba llevando a cabo una tarea más que digna que ha superado la gestión pasiva y de resistencia a la que hasta hace poco la tenían condenada, para ubicarse en la gestión activa, de propuestas y proyectos transformadores, de inversiones, negociaciones exitosas, incorporando una clave en las políticas ambientales fundamental para cambiar el mundo: que el medio ambiente no sea sólo “prohibitivo” de algunos vicios sino también central y facilitador de esta transición ecológica social. Empleo verde, nuevos conceptos, nuevas áreas a desarrollar. El medio ambiente no como un apartheid sino como protagonista transversal del funcionamiento de una sociedad. Se podrá estar más de acuerdo o menos con algunas de las propuestas, pero nadie puede poner en duda que la Conselleria ha sido una de las Consellerias protagonistas de este Botànic 2.

Por eso presenté mi dimisión: porque si el cese de la consellera era por cualesquiera de las cosas que acabo de mencionar, lo hago propio, ya que he contribuido y compartido cada una de sus políticas. Si el cese era por cuestiones partidistas y personales y no sé qué deslealtades dentro de un lenguaje más propio de la Edad Media, entonces mi dimisión también estaba justificada; ya que ni comparto los motivos -injustificados e incapaces de sostenerse bajo ninguna verdad- ni comparto el uso absolutamente despreciable de un espacio institucional como es una Conselleria para limar asperezas: es una práctica que va en contra de los ciudadanos y las personas.

Yo empecé a militar en Iniciativa y Compromís, entre otras cosas, por su capacidad de romper con algunos dogmas de la izquierda clásica. Entre ellos, por su capacidad de, en lugar de castigar, poner en valor la pluralidad de visiones y liderazgos. El solo hecho de que Compromís fuera un juego de equilibrios entre tres partidos, sin dar la hegemonía a ninguno, ya me pareció fantástico. La sociedad es plural y reconocer esa diversidad para tejer un proyecto común creo que es el éxito que ha llevado a esta formación a ser parte de los gobiernos y la historia de la política valenciana. Sumar. Es costoso, sí, pero es útil y garantía de éxito. Es un terrible error caer en la tentación desmovilizadora de apartar a quien tiene opinión propia en lugar de potenciar e integrar los espacios, igual que es un error diluir o regalar (o relegar) el espacio más progresista para evitar ciertas fricciones políticas. Las dos cosas llevan al mismo lugar: perder esos equilibrios que potencian la diversidad para ir a un espacio monolítico en el que una opción se hace hegemónica. Lo he dicho a mis compañeros muchas veces estos últimos meses: estoy preocupada por el espacio progresista valenciano que nos llevó aquí y creo que debemos dar un nuevo paso al frente. Existe un claro espacio progresista valenciano, verde y de izquierdas que necesita ser interpelado y reforzado, no laminado o diluido. Seguramente ahora más que nunca.

Por último, no puedo dejar de ver en estas decisiones un reflejo del revulsivo social ante el cual nos encontramos. Compromís no atiende, como proyecto político, a la misma sociedad de 2011 o 2015 o 2019. No somos los mismos. Y no venimos del mismo sitio. Para empezar, no venimos de años de gobierno del Partido Popular valenciano, con esas políticas corruptas y criminales, de robos, malgasto de dinero, cutrerío y mala gestión. Venimos de tejer una sociedad diferente, moderna, mejor gestionada, más verde, más inclusiva y más social que ahora, también, se enfrenta a retos globales importantes: una pandemia, una guerra, inflación, desestabilización del mercado, un cambio climático cada vez más agresivo. Es por ello que Compromís debe abandonar algunos miedos que considero impregnan algunas de sus decisiones -como esta- y políticas para consolidar su senda transformadora. Compromís no ha venido solo para decir cómo no deben hacerse las cosas y ser reivindicativo, sino también para decir como pueden hacerse. No venimos para enmendar un modelo imperante que otros se dedican a construir sino para proporcionar uno propio. Es fundamental que la sociedad vea claramente en nosotros un referente posibilista, que puede necesitar compañeros de viaje pero que también puede no necesitarlos. Para ello, no sólo basta con hacer políticas valientes que otros no hacen sino que necesita hacer permeables y no bunkerizar algunos espacios históricos. Igual que el femininismo puede hacer de facilitador de la incorporación de nuevos derechos a las personas trans y entender que lejos de ser espacios que confrontan, son espacios que se ayudan, la concepción de la protección del territorio, por ejemplo, debe ser aliada, protagonista y no opositora a la expansión de las nuevas energías verdes. Hay muchos más ejemplos de este tipo, entre maneras que nos anclan y maneras que nos ayudan a caminar. La izquierda que se resigna a ser oposición tiene siempre tendencias esencialistas, pensar que las cosas tienen una esencia inquebrantable e inamovible que hay que defender y que no pueden trascender las fronteras que las definen. La izquierda transformadora coge esos espacios y en lugar de bunkerizarlos o hacer política sobre su (a veces infundada) amenaza, los reivindica transformándolos en posibilitadores de otras cuestiones que nos trae la modernidad, la necesidad y la oportunidad, los expande y los abre, sin miedo y sin perder en ningún caso ni un ápice de lo que significan. Política viva y en movimiento. Pienso honestamente que es ahí hacia donde debemos de ir. Y pienso honestamente que si esto ha sido siempre importante de dirimirse en muchas formaciones políticas, las circunstancias actuales lo hacen imperativo.

Por todo ello, seguiré, como he dicho por ahí, y siempre desde la construcción y el aperturismo, luchando por un proyecto social y verde para la sociedad valenciana que ayude a hacer posibles todas esas cosas. ¿Quién se apunta?

  • Paula Tuzón, ex secretaria autonómica de Emergencia Climática y Transición Ecológica y miembro de la ejecutiva de Iniciativa-Compromís.
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