Las claves informativas de la semana en la Comunitat Valenciana.
Paso a los ultras

Mazón se asegura la presidencia del Consell con el apoyo de Vox
El PP da entrada a la extrema derecha en el Gobierno valenciano (con torero incluido)
No por previsible, tras los resultados de las elecciones autonómicas, la noticia causa menos impacto. La entrada de la ultraderecha en el Gobierno valenciano se acordó en una reunión entre el PP y Vox en la que Carlos Mazón tuvo como interlocutor del partido de extrema derecha a Carlos Flores Juberías. Si alguien esperaba que fuera un contacto preliminar o de tanteo, se equivocaba. Del encuentro salieron los dos partidos con un acuerdo para gobernar juntos la Generalitat Valenciana.
La maniobra se amparó en un truco de efecto, la decisión de Carlos Flores, condenado por maltrato a su exmujer, de apartarse del juego autonómico para concurrir como cabeza de lista de Vox por Valencia en las elecciones generales del 23 de julio. El día antes, el PP había verbalizado su rechazo a un candidato con ese perfil. Pero no se puede evitar la impresión de que todo estaba hablado bastante antes y de que se intentó otorgar una cierta cobertura o camuflaje a la decisión de pactar el Consell con la extrema derecha, ya que Flores, aunque se aparta, lejos de asumir un papel discreto, tuvo todo el protagonismo como negociador y portavoz del acuerdo alcanzado. Se trata de un conocido miembro de la extrema derecha valenciana con un pasado como maltratador establecido en sentencia judicial.
La decisión de gobernar con Vox, aunque sospechosamente previsible, contradice todas las afirmaciones sostenidas por el PP durante la campaña electoral. Un periodo el que Carlos Mazón se hartó de repetir que pretendía formar un gobierno en solitario porque la opción de dar entrada a Vox era una “línea roja”. También el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se había escudado en una posición similar hasta que el pacto en València puso las cartas sobre la mesa. Lo explicaba el director de este diario, Ignacio Escolar, en un artículo titulado 'Las tramposas líneas rojas del PP'.
Este inédito pacto de la derecha se traslada este sábado a los actos de constitución de todos los ayuntamientos en los que el PP necesita que Vox apoye a sus candidatos para conseguir alcaldías. En una de las más importantes, la de la ciudad de Elche, el acuerdo con los ultras se anunció incluso antes de que estallara la noticia del futuro Gobierno valenciano que presidirá Mazón. El pacto ilicitano resultó muy facilitado por la confluencia que se produjo entre la derecha y la extrema derecha para oponerse a la retirada de una cruz franquista que el anterior equipo municipal de izquierdas no acabó de llevar a cabo.
Desde la izquierda, los partidos que conformaban el derrotado Pacto del Botánico, como el PSPV, Compromís o Esquerra Unida, expresaron su disgusto por la incorporación de la extrema derecha al Ejecutivo autonómico: “Las líneas rojas del PP duran 24 horas”.
Mientras tanto, después de que Vox hiciera público un documento, un tanto vergonzoso por su pobre redacción, sobre los cinco aspectos que centran el pacto con el PP -entre los que destacan la “reducción de gasto innecesario”, la recuperación de las “señas de identidad”, el “apoyo a las familias” y el “fomento de la natalidad”-, la formación de extrema derecha aseguró haberse adjudicado en el futuro Consell las carteras de Bienestar Social, Agricultura y Educación dentro de las 10 conselleries a las que quiere reducir el PP la estructura del Gobierno autonómico. Sin embargo, Mazón desmintió ese reparto menos de 24 horas después al señalar que considera clave el departamento de Educación para “acabar con el procés a la valenciana” en los colegios y añadir que ya tiene pensada una persona para hacerse cargo de esa área.
Mazón fue explícito al anunciar que derogará la consideración del valenciano como un mérito en las oposiciones a la sanidad pública, exactamente el mismo requisito lingüístico que su líder, Alberto Núñez Feijóo, implantó en Galicia cuando presidía aquel Gobierno autonómico y que sigue vigente allí. De la orientación neofranquista que tendrá el Gobierno valenciano da una idea muy clara el hecho de que Vox colocará como vicepresidente y conseller de Cultura a un torero, Vicente Barrera.
Además de situar como número dos del Consell a un matador condecorado en su día por el PP con la alta distinción de la Generalitat Valenciana, la ultraderecha dirigirá los departamentos de Agricultura y Medio Ambiente y Justicia. Un documento de 50 puntos resume las prioridades del Consell que ha pactado el PP con los ultras. Como explica Laura Martínez en su crónica, para gobernar en la Generalitat Valenciana, el PP ha asumido el marco ideológico de Vox: el mito de las ocupaciones, la negación de la violencia de género (de “violencia intrafamiliar” habla el programa) o la supuesta amenaza de los inmigrantes ilegales, entre otros aspectos.
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