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Más vale prevenir: por qué suspender las Fallas cuando València no es de las más afectadas por el coronavirus

Un operario trabaja en el desmontaje de la falla de El Pilar tras el aplazamiento "sine die" de las fiestas.

Miguel Giménez

Valencia —

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En la noche del martes, el president de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, acompañado de la consellera valenciana de Sanidad Universal y Salud Pública, Ana Barceló -que pone rostro y voz a la crisis del coronavirus (COVID-19) en la Comunitat Valenciana-, comparecía ante los medios para anunciar una medida impopular pero esperada: el aplazamiento 'sine die' de las Fallas de València (y también de muchos otros municipios valencianos) y las fiestas de la Magdalena, en Castellón para “minimizar los elementos de riesgo”. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, ya se había referido horas antes a la posible suspensión de las Fallas, como uno de esos eventos que suponen movimientos importantes de personas, explicando que se estudiaría “caso por caso” con las autonomías en función de la situación de cada zona.

¿Pero por qué decretar la suspensión de estas celebraciones cuando la valenciana no es la autonomía más afectada por los contagios de COVID-19? De los más de 2.100 infectados en España, tan sólo 74 (a fecha de este jueves) son valencianos, una cifra que está muy por debajo de la Comunidad de Madrid, Euskadi, La Rioja o Catalunya e incluso con menos contagios que Andalucía.

Este año, las Fallas, la principal fiesta valenciana en cuanto a atracción de visitantes -según un estudio del Ayuntamiento, en 2019 alrededor de un millón de personas de fuera de València visitó la ciudad durante la semana fallera-, caían muy bien en el calendario, debido a que la 'plantà' se celebraba en fin de semana y la festividad de San José en jueves. Esto se podía traducir en un efecto llamada, con unos actos públicos (mascletades, castillos de fuegos artificiales, visitas a los monumentos...) muy masificados coincidiendo con una situación en la que las autoridades sanitarias están haciendo continuos llamamientos a evitar las masificaciones para prevenir contagios.

Tal y como ha admitido en las últimas horas Ximo Puig, la “muy difícil” decisión de suspender estas celebraciones se estuvo estudiando “hasta el último momento”, pero la progresión de la enfermedad en España, y fundamentalmente en Madrid, de donde procede la mayoría de visitantes de las Fallas, unas 250.000 personas, propició la adopción de esta drástica medida: “Atendimos a la voluntad de los expertos y del Ministerio de Sanidad” para tomar la decisión “más razonable” aunque la situación, actualmente, está “bastante bajo control”. 

Además, se da la circunstancia que entre los visitantes extranjeros más numerosos se encuentran los italianos. Italia es el principal país afectado en Europa con más de 10.500 contagios y más de 820 muertos, lo que ha provocado que una de las medidas adoptadas por el Gobierno sea la cancelación de todos los vuelos procedentes del país transalpino.

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