Miodesopsias: qué son esas manchas volantes en el ojo que ves constantemente

Miodesopsias.

Eric Santaona

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Les pasa a muchas personas: un día cualquiera se dan cuenta de que perciben con la vista pequeños puntos o manchas que parecen flotar a su alrededor, como si fueran moscas.

Cuando dirigen la vista allí, no ven nada. Y es que esos puntos o manchas, que parecen suspendidos en el campo visual, no se corresponden con objetos externos reales, sino que están dentro de los propios ojos. Son las llamadas moscas volantes, cuerpos flotantes, opacidades vítreas o –en términos médicos– miodesopsias.

Se considera una patología benigna, dado que en general no es un problema grave, no tiene otras consecuencias y la mayoría de los pacientes termina acostumbrándose y conviviendo con ellas sin mayores dificultades. Esto se produce gracias a la neuroadaptación visual, la capacidad del cerebro de “olvidar” de manera inconsciente las pequeñas imperfecciones en la percepción de imágenes.

La principal causa de la aparición de las moscas volantes es el envejecimiento. Se trata de un fenómeno que, por lo general, aparece después de los 60 años de edad, aunque el problema puede comenzar hasta un par de décadas antes.

Otro factor de riesgo es la miopía, y también puede ser que un traumatismo derive en miodesopsias (palabra de etimología griega que significa “visión de formas de moscas”).

Existen una serie de factores a los cuales a menudo se atribuye responsabilidad en el surgimiento de los cuerpos flotantes, como el estrés, el tabaco, las pantallas de ordenadores y teléfonos, la falta de una buena hidratación, frotarse demasiado los ojos e incluso los colirios. Pero son mitos no contrastados, según explica la Asociación Española contras las Miodesopsias. Por otra parte, solo en un número reducido de casos los cuerpos flotantes son síntoma de algún problema de mayor importancia.

Cuándo preocuparse por las 'moscas'

Los cuerpos flotantes son condensaciones en el humor vítreo, el líquido gelatinoso transparente que rellena el globo ocular. Ese humor está compuesto sobre todo por agua.

Con el paso de los años el cuerpo sufre una deshidratación natural, que en el caso de los ojos da lugar a esos agregados de fibra de colágeno que proyectan su sombra sobre la retina. Así lo explica un artículo de la Asociación Española de Miopía.

En definitiva, los puntos o manchas en realidad sí existen, pero no fuera sino dentro del ojo. Las “moscas” se hacen visibles sobre todo cuando se observa una superficie homogénea y bien iluminada, como el cielo diurno en un día despejado, la pantalla del ordenador, una página en blanco en un cuaderno o un libro, etc.

Otra característica es que el movimiento de estos puntos o manchas (o incluso filamentos, que a veces parecen formar telarañas) no se corresponde de modo exacto con los movimientos del globo ocular, sino que por lo general se trasladan a la deriva.

Como se ha mencionado, la mayoría de las personas aprenden a hacer caso omiso de estos cuerpos flotantes, los cuales no llegan a convertirse en un problema importante.

Sin embargo, las “moscas” pueden ser señal de un problema mayor cuando un buen número de ellas aparecen o aumentan su tamaño de forma repentina, y sobre todo si estos cambios son acompañados de sangrados internos (hemorragia vítrea) o destellos de luz (fotopsias). En estos casos, se debe acudir cuanto antes a la consulta del oftalmólogo, pues es posible que se haya producido un desprendimiento de retina.

Si el desprendimiento de vítreo –nombre técnico del proceso que lleva a la aparición normal de cuerpos flotantes– no es motivo de mayor preocupación, el de retina sí debe serlo, pues puede tener consecuencias importantes para el ojo comprometido, incluso la pérdida de la visión.

Molestias psicológicas causadas por los cuerpos flotantes

Existen otros casos en los cuales conviene prestar más atención a las opacidades vítreas. Se trata de las situaciones en las cuales, aunque el problema fisiológico no sea muy grave, sí lo es el trastorno que estas visiones generan para el paciente a nivel psicológico. Para algunas personas, las molestias pueden llegar a resultar intolerables.

Un caso extremo fue el de Andreas Lubitz, el piloto del vuelo 9525 de Germanwings, quien en marzo de 2015 estrelló el avión que conducía sobre los Alpes franceses suicidándose. En consecuencia, murieron también las otras 149 personas que ocupaban la aeronave. Años antes, Lubitz había atravesado una depresión y recibido tratamiento psicológico por tendencias suicidas, y en los meses previos al siniestro del avión –según The New York Times– llegó a visitar a 46 oftalmólogos, optometristas, neurólogos y otros profesionales en busca de una solución para las miodesopsias que, a sus 27 años, no le dejaban dormir.

Sin llegar a tales niveles de desequilibrio, muchas personas sienten que los cuerpos flotantes afectan su vida de un modo muy notorio. Después de unos seis meses desde el desprendimiento de vítreo (es decir, desde la aparición de las moscas), existen tres clases de pacientes, según explica la oftalmóloga Laura Broc en un artículo publicado por la Sociedad Española de Retina y Vítreo:

  • Los que han logrado la neuroadaptación y viven como si las 'moscas' no existieran.
  • Los que no las han olvidado pero conviven con ellas con abnegación.
  • Los que “se tirarían por la ventana” si no pudieran someterse a un tratamiento. ¿Qué se puede hacer?

Tratamiento contra las miodesopsias

No hay, por el momento, ningún tratamiento efectivo y seguro contra las miodesopsias. Por ello, y por su ya mencionado carácter benigno, los profesionales en general recomiendan hacer el esfuerzo de adaptarse a ellas.

Para casos graves sí existe una alternativa: una operación llamada vitrectomía. Consiste en extraer el humor vítreo del globo ocular –y con él sus condensaciones de fibras de colágeno– y sustituirlo por una solución salina transparente. En general, se trata de una intervención breve (dura alrededor de diez minutos, indica la Academia Americana de Oftalmología) y es muy efectiva, pues las 'moscas' desaparecen.

Pero la vitrectomía no está exenta de riesgos, que van desde infecciones y sangrados hasta cataratas, desprendimientos de retina y glaucoma, por el posible aumento de la presión dentro del ojo. Es por ello que especialistas y estudios especializados recomiendan limitar este tipo de intervención a un número reducido de pacientes, en particular aquellos con síntomas persistentes y debilitantes. Desde luego, al afrontar esta posibilidad, el profesional debe proporcionar toda la información relacionada con los riesgos para que el paciente pueda tomar su decisión.

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