Trabajar de pie, ¿qué ventajas y riesgos representa?

Mesa elevada para trabajar de pie.

Cristian Vázquez

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Lo sabemos: pasar mucho tiempo sentados puede originar variados perjuicios para la salud. Desde sobrepeso y obesidad hasta riesgo de diabetes, problemas coronarios y cáncer, pasando por dolores musculares, estrés y depresión.

El problema es que, en nuestros tiempos, muchos puestos de trabajo obligan a pasar largas horas cada día frente al ordenador. Una situación que favorece el sedentarismo, más aún en el caso del teletrabajo –propiciado por la pandemia de COVID–19–, que implica ni siquiera salir de casa.

Por eso, una tendencia ha ganado bastante fuerza desde hace unos cuantos años: trabajar de pie. Para tal fin, es necesario acondicionar la mesa de trabajo, de modo tal que su superficie quede a la altura de los codos y se puedan usar los teclados, monitores, ratones y demás herramientas con el cuerpo en posición vertical.

Existen muchos ejemplos de personalidades que acostumbraban trabajar de esa forma. Los escritores estadounidenses Ernest Hemingway y Phillip Roth, así como el  político británico Winston Churchill ,son tres de los más célebres.

Ventajas de trabajar de pie

También existen varios estudios científicos, la mayoría de los cuales datan de la última década, que han hallado beneficios en el hecho de trabajar de pie, en comparación con hacerlo sobre una silla (incluso aunque uno se siente en la posición correcta).   Sus hallazgos se enumeran a continuación:

1. Mayor gasto de energías y quema de calorías

El gasto energético de estar de pie es –de media– 0,15 kilocalorías (kcal) por minuto superior al de estar sentado. Es decir, una diferencia de 9 kcal por cada hora que una persona permanece de pie en lugar de estar sentada. El gasto es bastante mayor en hombres (11,4 kcal/h) que en mujeres (6 kcal/h).

Esas fueron las conclusiones de una revisión de 46 estudios previos publicada en 2018 por científicos de Estados Unidos. Ese gasto extra permitiría incluso perder peso gracias a la quema de las llamadas “calorías fáciles”, dado que no implican ninguna actividad más que quedarse de pie en un mismo sitio. 

El documento añade que, para una persona de 65 kilos de peso corporal, estar de pie en vez de sentada durante seis horas diarias a lo largo de un año “esta diferencia se traduciría en el contenido energético de aproximadamente dos kilos y medio de masa grasa corporal”.

El texto aclara que, si bien “la sustitución de estar sentado por estar de pie podría ser una posible solución para un estilo de vida sedentario para prevenir el aumento de peso a largo plazo, los estudios futuros deben tener como objetivo evaluar la eficacia y viabilidad de esta estrategia”.

2. Mejores indicadores corporales

Diversos estudios realizados en el Reino Unido revelaron que, además de la diferencia en el gasto energético, otros valores se ven modificados para bien por el simple hecho de estar de pie. Uno de ellos es el ritmo cardiaco: en promedio, es de 89 latidos por minuto, diez más que al estar sentados.

Otro es el índice de glucosa en la sangre, que –después de unas tres horas de trabajo de pie– mostró una atenuación de un 43% en comparación con el mismo tiempo de trabajo sentado.

El trabajo que midió este último dato incluyó el uso de un acelerómetro, el cual aseguró que quienes estuvieron de pie no se desplazaron de un lado a otro: los beneficios se debieron solo a su posición corporal.

3. Aumento en la productividad

Algunas investigaciones también han llegado a la conclusión de que trabajar de pie podría mejorar la productividad durante la jornada laboral. Hay que tener en cuenta que varios de esos análisis aluden a puestos en call centers, en los cuales la productividad equivale a aumentar el número de llamadas realizadas o atendidas.

No obstante, un estudio realizado por expertos de la Universidad de Leicester, en el Reino Unido, halló que también un grupo de médicos del Sistema Nacional de Salud de ese país mejoró su ritmo de trabajo: llegaron a reducir en más de 80 minutos por día el tiempo necesario para desempeñar sus tareas.

Posibles riesgos

Sin embargo, no todas son buenas noticias. Trabajar muchas horas de pie también presenta sus riesgos. Pueden producirse sobrecargas musculares en la zona lumbar, la cadera, las rodillas y los pies, sobre todo en personas poco habituadas a la actividad física y que toman la decisión de pasar mucho tiempo de pie de manera repentina.

Esas sobrecargas, además del dolor que producen, pueden derivar en lesiones de mayor importancia, como lumbalgias, dorsalgias y cervicalgias. Además, también aumenta el riesgo de problemas como la retención de líquidos en los miembros inferiores y el surgimiento de varices.

En esos casos, las consecuencias a corto plazo resultarán, desde luego, peores que el sedentarismo, el problema que se desea combatir. De hecho, un estudio de 2018 señaló el impacto negativo de trabajar de pie: un “malestar” que “aumentó en todas las áreas del cuerpo”.

La investigación concluyó además que hubo una mejora en “la resolución creativa de problemas” –lo cual se suma a la apuntada ventaja del aumento de la productividad– pero también subraya que “el tiempo de atención y reacción sostenida se deterioró”. En otras palabras, la calidad del trabajo se optimizó, pero por lapsos breves.

Lo aconsejable, alternar entre estar sentados y de pie

En definitiva, lo más aconsejable parece ser –si resulta posible– el intercambio entre una y otra posición en intervalos no demasiado extensos. Por ejemplo, los de 30 minutos ya sugeridos por un estudio de 2014 que halló, en tal alternancia, un efecto beneficioso sobre los niveles de glucosa en sangre.

De ese modo, se reducen los riesgos de sobrecargas musculares y otros posibles dolores y lesiones, al mismo tiempo que se aprovechan las ventajas de estar de pie y se reduce, al menos en parte, la tendencia al sedentarismo. En efecto, estar de pie estimula también los desplazamientos de un sitio a otro, lo cual es aún más beneficioso.

Por lo demás, conviene recordar la importancia de la actividad física, que puede asumir distintas formas –desde ejercicios hasta los paseos o incluso el baile– y cuyo valor para la salud y la calidad de vida a largo plazo es fundamental.

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