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Contra el Senado como pandemónium

La portavoz del Partido Popular en el Senado, Alicia García Rodríguez, durante una sesión de control al Gobierno el pasado 12 de marzo.

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Nadie puede llamarse a engaño y menos después del espectáculo de estos últimos días. En el Senado no se va a producir un debate parlamentario sobre la ley de amnistía. El PP va a hacer uso de su mayoría absoluta para una campaña de agresión contra todos los partidos que han aprobado la proposición de ley en el Congreso sin detenerse ante nada. Empezó con la reforma anticonstitucional del Reglamento para eliminar el procedimiento de urgencia en la tramitación de las proposiciones de ley. Ha continuado con la invención de un conflicto entre órganos constitucionales entre el Congreso y el Senado que no tiene cabida en el procedimiento legislativo regulado detalladamente en la Constitución y los Reglamentos Parlamentarios. Solicitó un Dictamen a la Comisión de Venecia del que ahora reniega, pretendiendo sustituirlo por otro dictamen solicitado al Consejo General del Poder Judicial, en el que la mayoría de los miembros designados por el PP tendrá presuntamente la desvergüenza de hacerlo. Y así sucesivamente.

La pretensión del PP es convertir el Senado en un pandemónium, es decir, en un “lugar en que hay mucho ruido y confusión” (RAE). Trata de convertir una Cámara parlamentaria en todo lo contrario de lo que debe ser. 

Sugeriría a los senadores que pertenecen a los grupos parlamentarios que aprobaron la proposición de ley en el Congreso que no cayeran en la trampa que les está tendiendo el PP y que adoptaran de entrada la actitud de Bartleby (Herman Melville): “preferiría no hacerlo”. Oír respetuosamente lo que los portavoces del PP y Vox consideren que tienen que decir y a continuación explicar cada uno de ellos por qué consideran que la ley de amnistía es la mejor respuesta en términos políticos y jurídicos para abordar serenamente el debate sobre la relación entre Catalunya y el Estado. 

Puesto que sabemos que los portavoces del PP y Vox van a agredir, van a faltar el respeto y van a injuriar no solamente a los senadores de los partidos que aprobaron la proposición de ley en el Congreso, sino también a sus familiares, es importante mantener la calma y oír en silencio y con la máxima compostura las palabras de dichos portavoces. En silencio y con la máxima compostura, repito. Al PP y a Vox les interesa el ruido. A los partidos que han aprobado la proposición de ley de amnistía les interesa todo lo contrario. Para ello es inexcusable no responder a las intervenciones de senadores del PP y Vox.

El debate va a ser retransmitido por radio y televisión y se van a hacer eco del mismo todos los medios de comunicación escritos. Es en los oyentes, televidentes y lectores exclusivamente en los que tienen que pensar los senadores de los partidos que han aprobado la proposición de ley de amnistía. Dirigirse a los senadores del PP y Vox no tiene ningún sentido. Ese primer momento es el momento Bartleby. 

Una vez dejada clara la preferencia por no hacer ruido y generar más confusión, los senadores favorables a la proposición de ley de amnistía, deberían, en mi opinión, explicar cada uno de ellos por qué consideran que la proposición de ley debe ser aprobada. Cada uno desde su perspectiva, a fin de que la opinión pública pudiera apreciar de manera directa la pluralidad de puntos de vista desde la que se produce la coincidencia en la aprobación de la ley. Sugeriría incluso que se solicitara de los partidos políticos que aprobaron la proposición de ley en el Congreso y no tiene representación en el Senado, que les hicieran llegar a los grupos parlamentarios que sí la tienen su argumentación a favor de la amnistía, de tal manera que pudiera ser transmitida a la opinión pública la versión más acabada del pluralismo político partidario de la misma.

Propondría que a continuación se hiciera una publicación con todas las intervenciones parlamentarias, si fuera posible con una introducción consensuada entre todos, y que se enviara Naciones Unidas, Consejo de Europa, Parlamento Europeo, Comisión Europea, Tribunal de Justicia de la Unión Europea, Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Comisión de Venecia…

La batalla de la amnistía no hay que ganarla solamente en España, sino en Europa y en todo el mundo. Para esto es para lo que debe servir la tramitación parlamentaria en el Senado. Tenemos que hacer nuestras las palabras de Jefferson en la presentación de la Declaración de Independencia: “un respeto decente a la opinión pública mundial” nos obliga a presentar los argumentos en los que descansa la proposición de ley de amnistía. Tenemos que convencer, dentro y fuera de España, en el carácter genuinamente democrático e ilustrado de la misma, que conecta con la mejor tradición política y constitucional desde los orígenes del constitucionalismo.

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