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Traicionar a las mujeres

La diputada de Unidas Podemos Lucía Muñoz. EFE/ Mariscal

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En las veces en que he tenido ocasión de hablar con José Luis Rodríguez Zapatero, nunca le he preguntado expresamente por cuál de los innumerables insultos y descalificaciones de las que fue objeto a lo largo de su mandato le había resultado más doloroso, pero tengo el convencimiento de que fue la acusación de “traicionar a los muertos” que le dirigió Mariano Rajoy en el Pleno del Congreso de los Diputados por su política antiterrorista. 

Hay que ser muy miserable para formular una acusación como esta, sabiendo perfectamente que no es verdad y hay que ser todavía más miserable para no haber rectificado y haberse disculpado después de que bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero fuera cuando ETA decidió poner fin de manera definitiva e irreversible a la lucha armada, prólogo a su disolución y a su compromiso de hacer política como debe hacerse en una democracia parlamentaria.

De ese “traicionar a los muertos” me acordé este pasado martes cuando oí la acusación de “traicionar a las mujeres” de Lucía Muñoz, la portavoz de Unidas Podemos en el debate sobre la toma en consideración de la proposición de ley del PSOE sobre la reforma de la conocida como ley del 'sólo sí es sí'.

Que nadie entienda, y menos que nadie la propia Lucía Muñoz, que la estoy equiparando a Mariano Rajoy. En varios artículos me he pronunciado sobre la ley del 'sólo sí es sí', como también lo hice en un par de ocasiones sobre la ley trans. Entre paréntesis: ¿puede haber traición a las mujeres por un partido que ha aprobado la ley trans con todas las tensiones internas que ha padecido para hacerlo? En todos ellos he manifestado mi acuerdo con ambas leyes. Sin reservas de ningún tipo. Y, para mí, está claro que esas leyes, no sólo ellas pero muy específicamente ellas, han sido posibles tal como han sido aprobadas por el impulso del Ministerio de Igualdad, pero porque hay un Gobierno presidido por el partido socialista. El impulso del Ministerio de Igualdad ha sido condición necesaria, pero que el grupo parlamentario socialista las haya hecho suyas ha sido lo determinante. 

No ha habido ni un solo avance en materia de derechos fundamentales en general y de derechos derivados del principio de igualdad de los que no haya sido protagonista el PSOE, o en exclusiva o como fuerza política determinante. Ninguno es ninguno. Por mi edad y por mi profesión he sido testigo de todos ellos y he dejado constancia de los mismos en mi enseñanza en la universidad, en mi trayectoria investigadora y en la prolongación de la misma a través de los medios de comunicación. Porque quienes me hayan seguido, verán que lo que hago, lo que estoy haciendo, es prolongar mi tarea docente fuera de la institución universitaria.

Es de una injusticia manifiesta acusar al partido socialista de “traicionar a las mujeres” por la proposición de ley de reforma de la ley del 'sólo sí es sí' y es un error incomprensible la acusación de que se vuelve con dicha proposición de ley al “Código Penal de la manada”. Pienso que Lucía Muñoz debería diferenciarse de Mariano Rajoy, rectificar y disculparse. 

Hay leyes que son iguales en el momento de su publicación en el BOE y en el momento de su aplicación. La ley del matrimonio entre personas del mismo sexo es un caso claro. Con la ley se resuelve de manera definitiva el problema. Hay otras, la mayoría, en las que no es así. La ley contra la violencia de género es el mejor ejemplo. Ojalá se pudiera resolver el problema con la mera publicación de la ley. Todos sabemos que no es así. Es indispensable la implementación continuada de políticas públicas que hagan que la ley sea efectiva en la consecución del objetivo que persigue. 

En esta distancia entre el texto de la ley y la aplicación que se hace del mismo, la ley del 'sólo sí es sí' es otro ejemplo. El no haberlo previsto y haber diseñado una estrategia frente a las zancadillas con las que la ley se podía encontrar ha sido un error, que se ha traducido en un problema político de primer orden. 

Cuando esto ocurre, hay que hacer frente al problema. Para que una ley como la del 'sólo sí es sí' pueda llegar a ser eficaz, hay que ganar la “batalla de la opinión pública”. En esta batalla es en la que la ley se está jugando su propia existencia. Si se pierde, será imposible poner en marcha todas las políticas públicas que en la ley se diseñan y que son lo decisivo de la misma. Porque, y en esto hay que insistir una y otra vez, la ley no es una ley penal, sino una ley de protección de la libertad sexual de la mujer, que desplaza el centro del problema del castigo por la agresión a la prevención de las conductas agresoras.  

La evidencia empírica que los estudios de sociología jurídica han sacado a la luz certifican más allá de toda duda razonable que la intensidad de la pena prevista en la ley no tiene efecto disuasorio sobre las agresiones sexuales. Esta evidencia empírica es la que está detrás y se refleja en el contenido de la ley del 'sólo sí es sí'. 

Pero esos mismos estudios ponen de manifiesto que la percepción por la opinión pública del “momento punitivo” puede generar una “alarma social”, que puede llegar incluso a hacer imposible la aplicación de las políticas públicas previstas en la ley. 

Esta es la batalla política que hay que ganar ahora mismo. Y sin el PSOE es imposible hacerlo. Con la proposición de ley de reforma de la ley del 'sólo el sí es sí' no se está traicionando a las mujeres, sino todo lo contrario. Lo importante es que se genere un clima político que haga posible poner en marcha los programas de protección de la libertad sexual de la mujer que la ley contempla. En eso estamos y nadie debe llamarse a engaño.

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