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Sobre este blog

Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

Zonas de terror: realidad y ficción en la guerra contra las drogas

Wolfgang Kaleck

La línea que separa ficción y realidad se desdibuja a menudo, especialmente cuando se trata de la guerra contra las drogas en América. Tanto la película Traffic, de Steven Soderbergh, como las novelas policiacas de Don Winslow The Power of the Dog y The Cartel, se basan en años de minuciosa investigación. El resultado bien lo demuestra.

“No hacer nada, eso es lo único que podemos hacer”. Esta es la resignada conclusión del antihéroe de Winslow, Art Keller, un agente de la brigada anti-drogas de Estados Unidos (DEA) que lleva a cabo una venganza furiosa contra el ficticio capo mexicano de la droga, Adán Barrera. La vida de Barrera muestra ciertas similitudes con la realidad, incluyendo su fuga espectacular de una prisión de alta seguridad, de modo que la frustración de Art tiene su origen en la realidad misma:

“La guerra contra las drogas continúa a su modo, caótica e inconstante, en México, Estados Unidos, Europa y Afganistán. Las drogas siguen saliendo regularmente desde México [...] Nunca hubo tanta droga como ahora. Algunos engranajes importantes de la máquina desaparecieron, pero ésta aún opera [...] El Cartel sigue en pie.”

Violencia en todos lados

Ésta es la muestra del fracaso total de las políticas de prohibición y criminalización que practican tanto Estados Unidos como sus epígonos en Europa. Durante decenios hemos observado sus efectos destructivos. En Colombia, desde la década de 1980, y extendiéndose después poco a poco por América Central y el Caribe. La violencia está en todos los sitios: la policía, los militares y los cárteles de drogas forman parte del mismo monstruo. Los autores del libro Terror Zones. Gewalt und Gegenwehr in Lateinamerika (“Zonas del Terror. Violencia y resistencia en América Latina”), publicado recientemente en Alemania, demuestran que los excesos de violencia no deben ser vistos como contrapuntos irracionales ante la modernidad, la civilización o la democracia, sino que operan de forma racional y funcional dentro de este contexto.

No es suficiente culpar solamente a narcotraficantes, políticos corruptos y policías. El negocio de las drogas, las armas y el dinero funciona en el mundo porque todos juegan un papel: los bancos, la industria de las armas y los consumidores en Estados Unidos o Europa. Por lo tanto, se necesita una política anti-drogas totalmente distinta para terminar con este círculo vicioso que domina gran parte de las regiones al sur del Río Grande.

Reaccionando ante el terror

Los autores de Terror Zones ofrecen algunas sugerencias para combatir el terror y la resistencia de forma productiva. Así por ejemplo, la autora colombiana Patricia Nieto relata el caso de una comunidad indígena que construyó un cementerio para las víctimas anónimas de la represión y desde entonces mantiene una estrecha relación con los muertos.

Otro caso es tratado por la académica alemana Anne Huffschmid, quien detalla el “trabajo con huesos” realizado por una red internacional de científicos forenses independientes, quienes reúnen pruebas para presentar en procedimientos judiciales, así como para entregar información a los familiares y construir memoriales.

Del mismo modo, varios artistas crearon una obra en una fosa común ubicada en Tijuana (México), ciudad cercana a la frontera con Estados Unidos, lugar que es además escenario de un sinnúmero de crímenes. La obra de arte se llama RECO, que significa Recordar, Reconstruir, Reconciliar, y detalla cómo es la vida de quienes viven en el lugar, cómo construyen nuevas comunidades y se rebelan contra el terror.

La situación de muchos jóvens activistas en México es similar. Ellos han vivido las consecuencias de la desaparición de 43 estudiantes en Guerrero, pero se sirven de las redes sociales para informar, explicar y movilizar a la gente. Una reacción que va de acuerdo con la magnitud de la frustración vivida.

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