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La argentina Clara Obligado juega al mestizaje de géneros en su nuevo libro

La argentina Clara Obligado juega al mestizaje de géneros en su nuevo libro

EFE

Madrid —

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La escritora argentina Clara Obligado reside en España desde 1976 y sabe lo que es sentirse extranjera, aceptada unas veces y rechazada otras. Por eso, en su nuevo libro, “La muerte juega a los dados”, crea un género mestizo para contar “este mundo escindido y roto” en el que ella vive.

“En España, nadie me considera una escritora española y en mi país tampoco me ven como una autora argentina. Es una situación que tiene su lado positivo, porque el 'estar fuera' es un buen lugar para escribir y para cuestionar lo establecido”, afirma Obligado en una entrevista con Efe.

Publicado por Páginas de Espuma, el nuevo libro de Obligado (Buenos Aires, 1950) es “el más autobiográfico” de los suyos y es transgresor y “experimental” por esa mezcla constante de novela y cuento que hay en sus páginas, repletas de “escritura descolocada, fuera de los límites, extranjera”.

“La muerte juega a los dados” puede leerse como una novela policíaca, como una saga familiar o como un libro de relatos. Pero ese género mestizo no impedirá que el lector se sienta atrapado desde el principio por la historia de la familia Lejárrega, perteneciente a la alta burguesía bonaerense y muy parecida a la de Obligado, aunque en la suya no asesinaran al patriarca.

“Yo quiero un lector que sea como yo: que se conmueva con 'Lo que el viento se llevó', que se trague en la adolescencia a Agatha Christie y que lea con pasión”, señala la autora, exiliada política de la dictadura militar argentina.

El cuento le ha dado una gran libertad a la hora de armar las historias que se narran en este libro.

“Una novela no me hubiera permitido hablar de la revolución mexicana en un relato y, dos cuentos después, hacer un texto surrealista para pasar a continuación a un cuento de amor y, luego, a otro realista”, comenta.

El relato más lejano está situado en 1910 y el más cercano, en la época actual. En medio hay cuentos que reflejan la vida de una familia rica en los años treinta y cuarenta y otros en los que, de repente, irrumpe el dolor de las guerras del siglo XX o el causado por la dictadura argentina.

Por azares de la vida, el crucero de lujo en el que, en 1927, viajan a Europa Héctor Lejárrega y su guapísima esposa, Leonora, es el mismo barco que en 1945 fue utilizado para encerrar a 7.500 prisioneros judíos, en el puerto de Lübeck, y fue bombardeado por los ingleses. Murieron todos.

Clara Obligado buscó documentación sobre ese barco, el Cap Arcona, y se encontró con esa “historia brutal. Todo el mundo sabía que había presos en el barco, pero lo bombardearon igual”, comenta la escritora, que muchas veces se pregunta por el papel de los aliados, “los llamados buenos”, en la Segunda Guerra Mundial.

En los relatos, hay personajes de vida rotas, como el de la inquietante Mme. Tanis, muy parecida a la institutriz que tuvo el padre de la escritora, y otros perturbados y tristes, como el de Alma, a la que Obligado ha prestado “muchas características” de su propia madre.

“Mme. Tanis había sido también la niñera de los hijos del presidente mexicano Porfirio Díaz y se decía que había trabajado en un prostíbulo. Se hacía pasar por francesa cuando en realidad era de Vigo”, cuenta esta escritora que tuvo la suerte de ser alumna de Borges.

“La muerte juega a los dados” es una obra de “autoficción”, porque Obligado no pretende contar la verdad pero sí la historia de su familia, en la que hubo “varios poetas y una presencia masculina muy fuerte, muy dominante”.

En la ficción, el personaje de Sonia representa a los miles de “desaparecidos” que hubo en la dictadura argentina, entre ellos varios amigos de la escritora.

Y, en cierto modo, esa muerte simboliza también la de la propia Obligado: “Yo soy una exiliada. Mi vida en Argentina murió y tuve que empezar otra diferente en España”, asegura esta narradora que ha impregnado su libro de “una cuota de dolor muy importante”.

Queda mucho por saber de los años oscuros de la dictadura, pero Argentina “ha hecho lo que tenía que hacer” sobre ese período y ha intentado “recuperar su memoria”, subraya.

No sucedió lo mismo en España tras la Guerra Civil y la dictadura franquista. “No entiendo que cuarenta años después se le niegue a la gente enterrar a sus familiares”, añade.

El exilio la obligó a hacerse escritora para “tender puentes” hacia su otra vida.

“Escribo porque no sé hacer otra cosa con gracia”, afirma Obligado, que imparte un taller de escritura creativa en Madrid y es autora de obras como “La hija de Marx” (premio femenino Lumen) y “El libro de los viajes equivocados” (Premio Setenil a los mejores cuentos de 2012).

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