Eva Lootz, la artista que lucha contra la “visibilidad obscena” con obras que “ajustan la mirada”

“Si aún quieres ver algo, date prisa: todo está desapareciendo”. La artista plástica Eva Lootz ha elegido esta frase, que formuló el pintor francés Paul Cézanne, para dar la bienvenida a su exposición Si aún quieres ver algo... que podrá visitarse desde este 8 de mayo al próximo 21 de julio en la Sala Alcalá 31 de Madrid. La muestra la cierra, en la segunda de las dos plantas que la componen, con otro enunciado: “Agua es el nombre futuro de la sed”. “Ambos hacen alusión a las desapariciones que están sobre nuestras cabezas”, explicó su autora en la inauguración de la exhibición este lunes, refiriéndose a asuntos como “la creciente desestabilización climática, la sexta gran extinción de especies, el problemático abastecimiento de las tierras raras, el derretido de los glaciares o las hambrunas”.

La ciencia está intrínsicamente ligada con la propuesta artística de esta austríaca afincada en España desde 1967. En 1994 obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas y ha protagonizado exposiciones como La canción de la tierra en Tabacalera (Madrid, 2016) o El reverso de los monumentos y la agonía de las lenguas en el Museo Patio Herreriano y Museo Nacional de Escultura de Valladolid, en 2020. Precisamente la masiva extinción de las lenguas indígenas es una de las grandes preocupaciones que ha plasmado en su nueva exposición. “Con ellas estamos perdiendo un tesoro”, asegura a elDiario.es, al tiempo que lamenta que haya una mayoría de gente que le resta importancia a este extinción porque “está convencida de que cada vez vamos a hablar todos en un mismo idioma”.

En contra, ella valora que “cada idioma es una ventana al mundo, y estas ventanas nunca son iguales”. “Sabemos por la biología que la variedad es lo que garantiza la supervivencia, y que el género humano en el futuro pueda adaptarse a las condiciones cambiantes”. De ahí a que estas sean protagonistas de varios de los 'Dibujos pensantes' que componen la segunda planta de la muestra, como Hablar lenguas. Las obras que componen esta parte fueron pintadas durante la pandemia, en 2020, en hojas DIN A4, sobre fondos de distintos colores, y con dispares motivos.

“Son diarios, son tartamudeo, son apuntes, recordatorios de lecturas a la vez que preguntas, pero incluyen también huellas de baile de la mano y de una mente que a ratos se permite ir a la deriva”, describe sobre estos títulos. “La belleza es el efecto de la ingenuidad del espectador que se resiste a abandonar la creencia en los reyes magos”, enuncia uno de ellos.

En estas piezas hay culto al cuerpo, a las células, a la lengua, al pelo, al corazón, las válvulas, la vagina, el corazón, las conexiones entre todos ellos. “El cuerpo es muy importante. Escucharle también. A veces sabe más que nuestra conciencia. Nuestro ser es un hojaldre de muchas capas”, sostiene. De ahí a que en el apartado de su exhibición dedicado a la 'resonancia' proponga detenerse, a través de unos audios que hay que escuchar apoyando el oído en unas orejas que están dibujadas en la pared, su propia voz pronuncie y defienda al baile “como sostén”.

Sus palabras se escuchan dentro de un proyecto que combina frecuencias lumínicas y sonoras localizadas más allá del rango perceptivo humano, con las que dibuja un paisaje expositivo que abre sus puertas al dibujo, la escultura y la instalación. “En el baile soltamos. Nos armonizamos con la música, las vibraciones, el ambiente. Por eso soy muy partidaria. Consigue hacer que nos sintamos mejor”, indica.

Estar vivas como fuente de positividad

Las obras de Eva Lootz están vertebradas por un espíritu crítico indudable, repleto de reflexiones, y de nombres. En lo que compara con un 'mausoleo', la zona en la que todo lo que se distingue es a través de luz ultravioleta, es en realidad “un espacio que rinde homenaje a difuntos destacados que vale la pena recordar”. La artista ha introducido dentro de unas vitrinas de cristal, que compara con fresqueras, los nombres y apellidos de mujeres y hombres de Latinoamérica que fueron asesinados por defender sus tierras y los derechos de sus comunidades. Entre ellos, Berta Cáceres, que murió en 2016 tras liderar la lucha contra la construcción de una empresa hidroeléctrica en Honduras. Ocho años después, sus hijos siguen exigiendo justicia. “La mayoría de los casos permanecen impunes”, lamenta la creadora.

La artista plástica no reduce su propuesta a evocaciones descorazonadoras. Al contrario. La misión de la incorporación de la luz ultravioleta es permitir “ver lo que de otra manera no podríamos ver”. El centro del 'mausoleo' lo preside una pirámide plagada de minerales que emiten el espectro completo de colores. “Enseña que nuestro ojo tiene la prodigiosa capacidad de adaptarse a todos los niveles de luz. Recordándonos, en sentido figurado, que necesitamos ajustar nuestra mirada a circunstancias nuevas”, explica Lootz. Y es que si la artista tiene algo claro, es en mirar con la cabeza bien alta, fuerza y optimismo hacia el futuro.

“Con deprimirnos no hacemos nada. Tenemos que ser fuertes porque tenemos muchos retos y tenemos que dar la talla”, afirma. De ahí a que se aleje de la nostalgia y sostenga que está bien mirar hacia atrás, pero “con medida”. “A veces es interesante porque al hacerte preguntas, puedes descubrir que hubo una coherencia, un hilo conductor. Mientras puedas, mientras una esté viva, hay que seguir haciendo, yo me atengo a eso”, explica. En lo que respecta al arte, opina que contiene por igual una vertiente tanto positiva como negativa.

“El arte trabaja con todo. Puede haber cosas terribles, pero a la vez en lo vivo hay un potencial de positividad, prácticamente inagotable. No debemos deprimirnos. Están ocurriendo cosas terroríficas, como la crisis del fosfato o que se estén ralentizando las corrientes marinas. Tenemos que ser positivos y vivir, por mucho que hacer lo posible sea difícil”, valora. Para Lootz, los “asuntos tremendos” han aparecido en las obras de creadores desde hace mucho tiempo. “Sobre todo desde los pensadores de la sospecha. Goya fue uno de ellos con sus ciclos de grabados sobre la Guerra de la Independencia. Ahí aparecen cosas terroríficas”, recuerda.

Eso sí, en este camino no contempla el espacio para la censura, por mucho que en los últimos meses, en especial tras los pactos de PP y Vox tras las últimas elecciones municipales, se hayan producido casos como cancelaciones de obras de teatro o proyecciones de películas. “Es una tragedia. Hay que luchar por que haya libertad de expresión. Es que es básico. Sin comentarios”, zanja sobre este asunto. Su voz crítica es evidente tanto en el discurso que construye su obra como el que emite con sus palabras.

Una postura que no se escucha tanto en esferas como el Congreso de los Diputados, pero el que no esté tan presente dentro de la agenda política es para ella causa de que “existen muchos intereses de todo tipo”. “Hay gente con buena voluntad y gente que no la tiene. Hay que desarrollar una ética. Esta exposición va en esa dirección”, argumenta.

Contra la “visibilidad obscena”

“Un buen artista hoy encuentra estrategias frente a la visibilidad obscena”, formula otro de sus dibujos pensantes. Lootz comenta que actualmente estamos “bombardeados continuamente por inputs visuales. Hay una sobre excitación de estímulos sensoriales de imagen y sonido, continuamente. Eso, en cierto modo, conlleva una cierta ceguera de la gente”, indica, “por eso digo que un buen artista se busca la vida, encuentras vías frente a lo que llamo una visibilidad obscena, y digo obscena porque no aporta nada. Solo sirve para vender cosas”.

Esto genera un contexto que afecta a los artistas en sus trabajos, ante lo que Lootz valora que no es necesariamente pero al de otras etapas de la historia. “Cada época tiene sus cosas. Ahora tenemos que trabajar con lo que nosotros tenemos sobre la mesa en nuestro tiempo, porque sin duda tiene ventajas. Los inventos no se imponen si no tienen ventajas, pero hay que ver la otra cara de la moneda”, concluye.