Alauda Ruiz de Azúa conquista San Sebastián con ‘Los domingos’ y se convierte en la segunda directora española en lograr la Concha de Oro
Los domingos ha sido la película del Festival de Cine de San Sebastián y lo ha confirmado con la Concha de Oro de esta 72 edición que la acredita como la mejor película según el jurado presidido por Juan Antonio Bayona. Desde su primera proyección la tercera película de Alauda Ruiz de Azúa, —y la primera tras el éxito de su miniserie Querer— monopolizó las conversaciones de la prensa y espectadores. La cineasta puso a todos a debatir sobre los lazos familiares y, esto es más complicado, la fe. Porque su propuesta parte de una pregunta compleja, ¿qué harías si tu hija de 17 años se metiera a monja de clausura?
La película de Ruiz de Azúa acaba virando y, con la austeridad y la inteligencia habitual de su directora, acaba hablando sobre cómo nos empeñamos en mantener eso que llamamos familia a pesar de que no haya nada que nos una con sus miembros. Para ello se centra en el conflicto moral de la tía de la protagonista, una sobresaliente Patricia López Arnaiz, y la única que se opone frontalmente a la decisión. Que ha sido el filme del festival lo evidencia, también, el consenso con otros premios no oficiales. La prensa de la Asociación de informadores cinematográficos le ha otorgado su Feroz - Zinemaldia, y el jurado de la crítica internacional con el premio Fipresci.
Parte del debate en torno a Los domingos en este Zinemaldia surgió por cómo se posicionaba la autora respecto a su personaje principal, con dos visiones antagónicas: una que lee el filme como un canto a entender cualquier fe; la otra que defiende las decisiones del personaje de López Arnaiz a pesar de sus últimas decisiones en el filme. Es esa ambigüedad también la que muchos han destacado. Un cine que plantera preguntas y no respuestas al espectador. “La película nace con la voluntad de generar conversación y debate”, decía Ruiz de Azúa en la rueda de prensa de Los domingos. Misión lograda.
La Concha de Oro consagra a Alauda Ruiz de Azúa como una de las directoras más importantes del audiovisual español. De momento, es la segunda cineasta española que logra la Concha de Oro tras Jaione Camborda, que hace dos años la logró con O Corno. La quinta mujer en toda la historia del festival. Sale, además, propulsada para la temporada de premios de este año, ya que el filme se estrena el próximo 24 de octubre, justo a tiempo para optar a todo en los Goya. “Si amo el cine es porque me enseña que se puede mirar desde otro sitio y entender algo que es ajeno a ti. Intentar entender algo no es legitimarlo. Pero vivimos en un mundo donde hay gente distinta a ti y el cine debe ser sitio de encuentro y debate. Gracias porque me habéis devuelto la fe en ese espacio con este recibimiento”, dijo en su discurso además de pedir que pare el genocidio en Gaza.
Es, además, el tercer año consecutivo que la Concha de Oro va a parar al cine español. Y esto también plantea una reflexión. Por un lado, evidencia la gran calidad de las películas que se producen en nuestro país. Por otro, también puede ofrecer una imagen de un festival que empieza a premiar solo cine español. Por si fuera poco en esta edición el palmarés ha quedado casi monopolizado por el cine español, ya que el Premio Especial del Jurado ha ido para la otra favorita, Historias del buen valle, el excelente regreso de José Luis Guerín.
El mismo galardón que logró hace casi 25 años con otra de sus obras maestras, En construcción. Historias del buen valle es una película de no ficción que retrata con honestidad, dignidad y poesía la vida de los habitantes del barrio de Vallbona, en las afueras de Barcelona. Guerín también ganó el premio de la Cooperación española y pidió cooperación contra los nacionalismos. Citó a Alejandra Pizarnik para decir que su única patria es la memoria, y no tiene himno. “Esta es mi única bandera”, dijo y señaló su chapa contra el genocidio en Gaza.
Las otras dos películas españolas a competición también han logrado su premio. Por un lado, Los tigres ha sido reconocida con el galardón a la Mejor fotografía para Pau Esteve. Por otro, José Ramón Soroiz ha logrado el premio a la Mejor interpretación protagonista —desde hace años en San Sebastián no hay diferencia por género— por su conmovedor y delicado trabajo en Maspalomas, donde da vida a un señor que tras vivir su homosexualidad en libertad y plenitud en la localidad canaria vuelve, tras un accidente cardiovascular, a una residencia en su Euskadi natal provocando una vuelta al armario. Es la interpretación que más ha emocionado y que reconoce el trabajo de un mítico actor de Euskadi que debería ganar el Goya en la próxima edición. Un premio que fue recibido con una ovación en la sala de prensa mostrando el consenso que ha generado su trabajo.
Su premio ha sido ex aequo con la actriz china Zhao Xiaohong por Jianyu laide mama (Her Heart Beats in Its Cage), donde interpreta su propia historia, la de una mujer que sale de prisión tras haber estado diez años presa por asesinar su marido, un maltratador que abusaba de ella, y debe reencontrarse con su hijo y su suegra, que ha cuidado este tiempo del pequeño. Uno de los mejores filmes de la Sección Oficial cuya recompensa sabe a poco el discurso de la actriz levantó un aplauso cuando se lo dedicó a sí misma por todo lo que había luchado.
El lado más sorprendente del palmarés llegó con el doblete al belga Joachim Lafosse, cuya correcta mirada al clasismo y racismo en Six jours, ce printemps-là le ha valido la Concha de Plata a la Mejor dirección y el premio al Mejor guion (junto a sus coguionistas Chloé Duponchelle y Paul Ismaël). Sus dos premios hacen que queden fuera otros filmes que parecían mejor colocados en las quinielas, como la película argentina Las corrientes, de Milagros Mumenthaler, una de las propuestas más arriesgadas de la Sección Oficial que recibió el premio Otra Mirada de RTVE, o Le cris de gards, de la mítica cineasta francesa Claire Denis.
Otro de los filmes que tuvo buena recepción fue Belén, la segunda película de la directora y actriz Dolores Fonzi, que construye un alegato en defensa del aborto con un caso real que conmocionó Argentina y en el que una mujer fue condenada ocho años a prisión acusada de un aborto ilegal. El trabajo de la Belén de la ficción, Camila Plaate, fue reconocido con el de la Mejor interpretación de reparto. La actriz dedicó su premio a las mujeres tucumanas que pusieron “su cuerpo” en la lucha por el derecho al aborto en su país. “Lo volveremos a hacer las veces que haga falta”, añadió.
Como toda la edición, la clausura también estuvo marcada por las denuncias del genocidio en Gaza. A los manifestantes a la orilla de la alfombra roja se unieron las chapas de casi todos los actores y directores y los discursos de los galardonados. Entre ellos resonó con fuerza el de Motaz Malhees, actor de La voz de Hind, la película sobre el asesinato de una niña palestina de cinco años por parte del ejército israelí.
El filme ganó, con la nota más alta de la historia del festival, el premio del público y se lo dedicó a la familia de Hind Rajab, a todos los trabajadores de la Media Luna Roja que “arriesgan sus vidas a diario para salvar las de otras personas” y pidió que la voz de Hind se traslade por todo el mundo para parar el genocidio y que haya “justicia y libertad”, dijo y acabó pidiendo, en español, una “Palestina Libre”. El filme de Kaouther Ben Hania se ha convertido en un símbolo, y la manifestación que se vivió el miércoles pasado para acompañar el pase del filme y a sus actores lo demuestra.
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