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La producción en el cine español también es de ellos: la igualdad que avanza a cámara lenta

Mujeres productoras en el  Seminci 2018

Miguel Ángel Villena

Valladolid —

Parece bastante increíble, pero a día de hoy nadie sabe, ni las instituciones públicas ni las privadas, cuál es la presencia real de las mujeres en el cine español más allá de la evidencia de que resulta minoritaria y discriminatoria.

La veterana Esther García, directora de producción de El Deseo y premio nacional de Cinematografía en 2018, lo ha dejado bien claro en un encuentro de unas 30 mujeres productoras en el marco de la Seminci, la Semana Internacional de Cine celebrada del 20 al 27 de octubre en Valladolid. “No existen datos ni un mapa de las mujeres que se dedican a la producción en España”, manifestó García en el acto público, “y las cifras de que disponemos son muy parciales como las que se refieren a las películas que compitieron en los Goya del pasado año”.

Los ganadores y nominados a los Goya desde 1987, por género

Fuente: Premios Goya | gráfico: Raúl Sánchez

En cualquier caso y por aproximación, las productoras que se han reunido en Valladolid estiman en un porcentaje en torno al 20% la presencia femenina en este sector clave de la producción.

No resulta pues extraño que una de las conclusiones del encuentro La mujer en la producción audiovisual española pida precisamente al Instituto de la Cinematografía y Artes Audiovisuales (ICAA) “un estudio riguroso y exhaustivo que determine la presencia de la mujer en cifras y desglosado por categorías profesionales y que clarifique la situación”.

Porcentaje de nominados y ganadores a los Goya según el género en categorías mixtas

Fuente: Premios Goya | gráfico: Raúl Sánchez

Está fuera de toda duda para las cineastas españolas que sin un auténtico mapa del sector, los diagnósticos y las posibles soluciones se convertirán en un objetivo imposible. Junto a este primer paso indispensable, las reivindicaciones abarcan, entre otros puntos, un sistema de cuota progresiva para los proyectos liderados por mujeres, el cumplimiento de la Ley de Igualdad de 2007, la eliminación de la brecha salarial o la elaboración de un directorio para visibilizar el talento femenino existente en todas las categorías profesionales del cine.

A través de apelaciones constantes a la responsabilidad en la lucha por la igualdad de las instituciones públicas, los festivales, los medios de comunicación o el sistema educativo, las productoras fijaron la prioridad en la Ley de Igualdad. “Solamente con hacer cumplir esta ley”, señaló en el encuentro Chelo Loureiro, de CIMA, “tendríamos bastante. Pero no funciona ningún organismo público que vigile su cumplimiento y ofrezca garantía de sanciones por su incumplimiento”.

A la espera de ese mapa de la desigualdad manifiesta entre hombres y mujeres, algunos datos resultan desalentadores en una industria como el cine que se supone más progresista e igualitaria que otras más tradicionales.

El informe que ha servido de base de discusión en la Seminci y cuya autora es Concha Gómez, de la Universidad Carlos III, comienza con un dato muy elocuente. “De los 39 años que llevan existiendo los premios nacionales de Cinematografía en nuestro país”, recoge el informe, “tan sólo tres mujeres, que no fueran actrices, han sido reconocidas por su labor en la industria cinematográfica: Yvonne Blake, como diseñadora de vestuario (2012); Lola Salvador como guionista (2014) y Esther García como productora y directora de producción (2018)”. Es decir, que las otras siete mujeres galardonadas con este premio lo fueron por su condición de intérpretes.

Pero si ampliamos el foco observaremos que un total de 37 hombres, de los más variados oficios del cine, han recibido la mayor distinción oficial del cine español frente a 10 mujeres. En otra referencia para que sirva de ejemplo de que el camino hacia la igualdad en el cine marcha con paso de tortuga podemos citar que de los 217 productores que son miembros de la Academia del Cine, 173 son varones y 44 mujeres.

Un techo de cristal difícil de romper

Las cineastas confirman, una vez más, que pese a los cambios legales y sociales de las últimas décadas el techo de cristal también impide el ascenso de las mujeres en un mundo tan aparentemente glamouroso y sin prejuicios como el del cine. En esta línea, la masiva incorporación femenina a las escuelas de cine o facultades de Comunicación Audiovisual no ha derivado en posibilidades laborales equitativas para las mujeres ni mucho menos en un acceso igualitario a los puestos de dirección. A pesar de esa carencia de estudios globales, algunas comunidades autónomas disponen de buenas radiografías del tema.

Así, el Observatorio Vasco de Cultura, citado por el informe de Concha Gómez, concluyó que “las mujeres que terminaban los estudios de Comunicación Visual son el 55% frente a un 45% de hombres” para matizar a continuación que “solo cuatro de cada 10 empleos en las empresas de producción de Euskadi corresponden a mujeres y el sector audiovisual es el que menos mujeres tiene en cargos de responsabilidad, con un 24%”. El panorama, casi con toda seguridad, arrojaría proporciones similares en el resto del país y, de hecho, algunos datos difundidos recientemente en Cataluña y en Andalucía apuntan en la misma dirección.

Con el viento a favor del movimiento Me Too y de otras manifestaciones feministas en el cine de otros países, las cineastas españolas creen, sin olvidar las dificultades, que ha llegado el momento de impulsar sus reivindicaciones. El propio aumento de alumnas en las disciplinas universitarias vinculadas al cine, la paulatina creación de una red de pequeñas y medianas productoras creadas por mujeres en la última década y el acceso de algunas ejecutivas a puestos de dirección en televisiones públicas y privadas indican un camino ascendente.

Mercedes Gamero, directora general de Producción de Atresmedia, lamenta las visiones negativas y, tras recordar el premio a su colega Esther García, opta por un mensaje en positivo. “Debemos recordar”, menciona Gamero, “que en los últimos años siempre ha subido una mujer al escenario a recoger el Goya a la mejor película: Emma Lustres por Celda 211, Cristina Huete por Vivir es fácil con los ojos cerrados, yo misma por La isla mínima, Marta Esteban por Truman o Beatriz Bodegas por Tarde para la ira”.

De todos modos, algunas cineastas no eluden una autocrítica hacia algunos comportamientos arraigados en la mentalidad social o en la tendencia masculina al poder. Así lo refleja el informe presentado en la Seminci por la productora y profesora Puy Oria: “Nosotras tenemos más miedo al sentido del ridículo, a equivocarte. Un fracaso lo llevamos muy mal mientras que un hombre si ha tenido un fracaso con una película, no pasa nada porque se va a por la siguiente. En mis clases cuando planteas quién va a ser el productor ejecutivo siempre sale un hombre”.

De cualquier manera, el intenso debate sobre las reivindicaciones de las cineastas españolas no ha hecho más que empezar y el encuentro de Valladolid, auspiciado por la Seminci y por la revista de cine Caimán y al que han asistido también representantes de instituciones públicas, apenas ha sido el prólogo. Así, las 30 productoras que firman el manifiesto harán llegar sus peticiones al ICAA y mantendrán reuniones con todos los sectores profesionales para que el papel de la mujer en el cine no se limite a las actrices o a las encargadas de maquillaje y peluquería.

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