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Italia no renuncia a Sanremo por el virus

Italia no renuncia a Sanremo por el virus
Roma —

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Roma, 1 mar (EFE).- Esta no será una semana cualquiera en Italia, será la semana del Festival de Sanremo. Como cada año, esta fiesta de la canción ligera, en la que cabe prácticamente de todo, acaparará la atención del país y se impondrá al coronavirus, que no ha podido acallarla aunque sí alterarla, pues por primera vez será sin público.

El Teatro Ariston de Sanremo (noroeste) acogerá desde mañana y hasta el sábado la 71ª edición del festival, cita ineludible desde 1951 y uno de los más longevos del planeta, que este año sin embargo tuvo que ser pospuesto un mes por la crisis sanitaria.

En cualquier caso, Sanremo se mantiene, al ser uno de los eventos más esperados y comentados de un país ya algo aburrido de la crónica vírica y de los vaivenes de la política patria, los “monotemas” cotidianos.

UN FESTIVAL DIFERENTE

No obstante, será una edición diferente por las restricciones de la pandemia, algo inaudito en Sanremo pues en la edición del pasado año, entre el 4 y el 8 de febrero, nadie esperaba lo que venía.

Aquellas eran noches afables en las que el virus todavía sonaba a chino y solo importaba si un cantante entonaba o no. Aunque nadie lo sospechaba, por entonces faltaba solo un mes para que Italia se convirtiera en el primer país occidental en confinarse.

Este año, la RAI se ha visto obligada a renunciar al público para poder celebrarlo, ya que lo contrario sería incomprensible al estar cerrados desde hace un año (excepto entre junio y octubre) todos los cines y teatros de Italia.

Se trata de todo un sacrificio precedido por un sonoro debate que tuvo que ser zanjado por el ministro de Cultura, Dario Franceschini: “El Ariston es un teatro como los demás y por lo tanto el público podrá regresar cuando las normas lo permiten”.

Por supuesto, sobre las tablas se deberá respetar la distancia de seguridad y además se han excluido eventos paralelos en la ciudad genovesa, siempre envuelta en fiesta en lo que dura el concurso.

Con la región de Liguria en “zona amarilla”, de riesgo leve, en Sanremo se han adoptado medidas más severas ad hoc para evitar las aglomeraciones, como la prohibición de detenerse ante los hoteles donde se alojarán los famosos.

Esta edición estará dedicara a la “ripartenza”, al nuevo inicio tras la crisis, en palabras de su presentador Amadeus, por lo que cabe esperar momentos de homenaje a los casi cien mil muertos en Italia y a los sanitarios que combaten el virus en primera línea.

Y es que este no es solo un festival, sino que en sus horas y horas de emisión cabe de todo: honras, discursos reivindicativos, arrebatos chovinistas, bromas o apariciones estelares e inesperadas. Este año se sabe por ejemplo que asistirá el futbolista Zlatan Ibrahimovic, que podría hasta cantar.

Algo que no cambia es la figura de la mujer guapa acompañando al presentador. Aunque se había anunciado la llegada de Noemi Campbell, finalmente la sustituirá la joven modelo Vittoria Ceretti, musa de Dolce&Gabbana.

LA MÚSICA NO CALLA

El cualquier caso, el coronavirus tocó pero no hundió Sanremo, y mañana volverá con esa curiosa mezcla de combate musical entre nuevas y viejas glorias, a menudo “resucitadas” para la ocasión, con una suerte de estética “kitsch”.

Aunque la historia del concurso tiene altibajos, como casi todo lo duradero, en Italia no se es nadie si no se compite en él.

Por sus tablas pasaron gigantes como Mina, Al Bano y Romina Power, Eros Ramazzoti, Domenico Modugno con su “Nel blu dipinto di blu” (1958), Luigi Tenco y Dalida, Lucio Dalla, Zucchero, Andrea Bocelli o Laura Pausini, cuya carrera despegó ganándolo en 1993 y que será una de las invitadas de este año tras lograr hace unos horas el Globo de Oro a la mejor canción original.

Este año, es habitual, habrá dos categorías: las nuevas promesas, con nombres de artistas prácticamente desconocidos que ven en Sanremo el trampolín perfecto, y los “big”, los grandes, como se empeñan en decir en este país quizá demasiado rendido a los anglicismos.

Entre estos, los que optan a llevarse el premio de Sanremo71, hay veteranos como Arisa, Erma Metal, Francesco Renga, Malika Ayane, Noemi o Francesca Michelin, que canta en dúo con el rapero Fedez, esposo de Chiara Ferragni, la reina de las “influencers”.

En definitiva, una mezcla heterogénea de estilos con damas como Orietta Berti, conocida en los Sesenta, o el rapero Willie Peyote.

Será en la noche del sábado cuando se sepa quién se alzará con la estatuilla del Sanremo más atípico para volar hacia Eurovisión.

Mientras, el Ariston, decorado en esta ocasión como “una nave espacial que viaja hacia un futuro mejor”, ya calienta motores.

Gonzalo Sánchez

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