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“No hago distinción entre el trap y el rap, creo que no tiene mucho sentido”

Ilustración de 'Bejo' realizada por Not Only Graphic Design

Francesc Miró

WOMAD Las Palmas de Gran Canaria —

La vigésima edición del WOMAD arranca haciendo honor al concepto con el que nació el festival: un mestizaje de ritmos y estilos que dialogan entre ellos haciendo de la diferencia factor común. El parque de Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria ha visto pasar por su escenario el flamenco sincero y sin remilgos de María José Llergo y Marc López, y el movido klezmer de los belgas Kermesz a l'Est.

La gran fiesta de la noche -y el concierto más concurrido-, sin embargo, corre a cargo de un artista local. Bejo, un rapero de El Hierro que confiesa haber actuado muchas veces en su tierra pero nunca ante tanto público. Ha tocado en plazas concurridas, en orquestas de pueblo y fiestas en las que la persona más orgullosa del lugar era su abuela, que lo miraba desde la distancia sin comprender muy bien lo que hacía su nieto pero defendiendo que era el artista de la família.

Borja Jiménez nació en Tenerife en 1994. Escribe, rima, rapea, monta, produce sus vídeos y hasta dibuja el arte y el merchan de sus álbumes. Él se lo guisa, y se lo comen millones de personas en YouTube, dónde videoclips como Mucho, 8 Misisipi o Poco suman millones de reproducciones. En ellos domina la estética del trap contemporáneo pero sus referentes se rastrean en Sólo Los Solo, Mucho Muchacho, Nach, Toteking, Mala Rodríguez o Dellafuente.

Rap de patio del colegio

“A mi hermano mayor le gustaba mucho la música negra, el rap, el hip hop y todo ese rollo. Mucho Snoop Dog y tal”, cuenta Bejo a eldiario.es. Su influencia fue decisiva en su preadolescencia. Y a los once ya escribía letras con amigos en el patio del colegio. “A mí me gustaba aquello y en el colegio, un colega y yo empezamos a grabar nuestras movidas. Osea, a lo cutre, pero con muchas ganas. Nos daba igual todo, no había ni pisao la ESO y ya estaba ahí apuntándome a un bombardeo. Escribíamos, nos poníamos a rimar, nos pinchábamos una base, y pa'lante. Esto que hago ahora siempre estuvo ahí”, recuerda.

En El Hierro empezó a grabar con sus amigos, El Crema, Uge y Antony. Todo lo que hacían era de lo más rudimentario, pero sus ganas y su amistad se tejió entre rapeos de forma indeleble, situándoles en el mapa canario con apenas doce y trece años. Por desgracias, el tercero falleció de cáncer en 2009. Cuando luchaba contra la enfermedad, sus amigos le compusieron el tema Nuestra playa eres tú.

Dos años después, el padre de Antony le pasó aquella canción al realizador Paco Arango, que preparaba una película sobre su hijo: Maktub. La historia llegó hasta los Goya, y la canción se coló entre las nominadas a Mejor Canción Original. La recaudación íntegra de la película sirvió para financiar una de las unidades de trasplante de médula más avanzadas de Europa: el Centro Maktub para el trasplante de médula ósea del Hospital Niño Jesús de Madrid.

Sea como fuere, Bejo no dejó de rimar. Estudió audiovisuales y empezó a fusionar su estilo con influencias del funk, el trap y el reggae. Con El Crema y Uge formaría Locoplaya en 2014, referente del rap canario con toque festivo y tropical. El cóctel cuajaría en 2016 con Mucho, una canción que es casi un himno en las islas, con diez millones de reproducciones en Youtube.

De Canarias a todo el mundo con YouTube

Bejo vive en la capital desde hace años. “Me fui de aquí porque quería estudiar audiovisuales y en Canarias no había. Me fui pa' Madrid pa' probar fortuna y empecé a hacer movidas”, cuenta el artista. “Justo cuando acabé la carrera, la cosa con el tema de los vídeos en YoutuRe se movía. Y la peña empezó llamarme pa' los conciertos. Así que me salió bien la jugada”.

“Antes para grabarte una canción dignamente hacía falta un estudio y una serie de medios que cualquier persona no tenía. Así que te tocaba acudir a los medios de otros, de alguien más grande que pusiese pasta, o una discográfica en la que fichabas. En el sistema más tradicional tenía sentido pasar por más intermediarios”, cuenta.

Ahora, sin embargo, “es mucho más asequible grabar. Yo siempre me he hecho los temas en casa con un microfonito, una tarjeta de sonido y echándole horas al ordenador. Aprendes a ecualizar, a comprimir… hoy una persona con un par de cacharritos sin dejarse mucho dinero puede sacarle calidad a lo que hace en su casa. Aunque el rap siempre ha sido un poco más sencillo, en ese sentido, porque iba de pillarte un micrófono y una base”.

Sin embargo, si le preguntas qué hace especial su estilo para funcionar tan bien en un mundillo en el que centenares de artistas se quedan por el camino antes de saborear el éxito, Bejo opina que es una cuestión técnica. “La pantalla se ha convertido en otra forma de reproducir música. Quiero decir, antes te comprabas un vinilo, te lo ponías y aquello sólo servía para escuchar música. Pero hoy en día la mayoría de la música la consumimos mediante un cacharro cuadrado que todo el mundo tiene en el bolsillo a todas horas”, reflexiona el artista. “Uno con acceso a un contenido infinito, además. Así que, para acaparar su atención tienes que hacerlo con todos los estímulos que ese cacharro te puede ofrecer. Si puedes captar la atención del que escucha con una combinación de música molona y un vídeo gracioso, pues mejor”.

Eso no explica qué hace que un vídeo -o vidéo, como los bautiza él en la plataforma-, salte de las cien visitas a las mil, o a los diez millones. “Es cierto, eso sí, que puedes hacer algo con todas las ganas y comerte los mocos. Yo mismo he colgado un montón de cosas a las que nadie les ha hecho ni puto caso. No es que Internet sea la clave, pero sí que permite crecer por caminos que antes no existían”, explica. “No sé, tío. Al final creo que todo va de que las herramientas son más accesibles y la difusión es más fácil. Igual que alguien se hace un selfie cagando, le da a un botón y se lo envía a los colegas, pues puedes hacer una canción y enviársela a tus conocidos, y si les mola pues se lo tal, se lo cual. Se comparte y de repente, se vuelve viral. La posibilidad está ahí”, cuenta. 

Además, “ahora las discográficas ya no tienen que apostar por nadie. Dicen 'mira, este lo está petando' o 'mira lo que ha conseguido el nota él solo'. Lo fichan y punto”.

Estilo trap, esencia rap y actitud de ambos

“Siempre pasa. Cuando surge algo un poco más nuevo, diferente o que choque con lo anterior siempre hay gente más partidaria y otra más conservadora que lo ve con malos ojos”, dice Bejo sobre la fina línea que separa el trap del rap.

“Yo no hago distinción entre el trap y el rap. De hecho, creo que tampoco tiene mucho sentido esa diferenciación. Personalmente no me impongo límites en ese sentido. No me digo 'hostia, esto suena más a trap, no voy a hacerlo', o 'esto es demasiado reguetón'. Creo que tú puedes hablar de lo que quieras con un tipo de música u otro. Yo toqueteo con el trap y hago rap. Pero como si hiciese murgas, ¿sabes?”, opina el músico.

“Pero bueno, también te digo que yo lo único que hago es escribir unas letras y ponerme a cantarlas. Que no tengo ni puta idea de solfeo ni nada de eso. Escucho música y la que me gusta intento que forme parte de mí”, reflexiona el autor de Onomatropeya. “Intento quitarle hierro a todo el asunto. Osea hago canciones porque me gusta y poco más. Pero le echo horas, ¿eh? Le echo entusiasmo y cariño”, describe. “A pesar de todo, entiendo que haya gente que lo escuche y pase. Sigue estando vigente esa dicotomía entre la música que escuchas y te hace sentir algo, en plan profundo, y la música que escuchas para pasártelo bien sin más”, dice. 

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