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Más Borgen que Juego de Tronos

Isaura Navarro

Tras la alegría que supuso para muchos valencianos y valencianas el resultado electoral autonómico, en el que por fin decíamos adiós al régimen del PP, han llegado los días de conversaciones para alcanzar un acuerdo de gobierno sólido.

Dos personas se han posicionado para liderarlo. Una lleva años siendo la política mejor valorada de la Comunidad, y es considerada por mucha gente una pieza fundamental del desplome de la derecha corrupta que nos ha estado gobernando, por su excelente labor de oposición. De hecho su liderazgo es pieza clave en haber multiplicado por más de tres la representación parlamentaria de Compromís. El otro aspirante, tras haber perdido 10 escaños, se autoerige como Presidente la noche electoral como si un “me lo pido” fuera suficiente para acceder a tan honorable cargo.

La sociedad valenciana ha reclamado un cambio y ha manifestado su hartazgo tanto de una mayoría absoluta intransigente y corrupta, como de una manera de hacer política que da la espalda a la gente. Son tiempos nuevos que hay que afrontar con determinación, frente a los poderes fácticos que pondrán todas las trabas posibles para que el cambio de modelo no se haga en profundidad; asimismo, para que a esta lastimada democracia valenciana se le dé un baño de color y no una revisión profunda que levante las alfombras. Ello exige unos dirigentes que se sumerjan hasta las cloacas, saquen todo a la luz del día de modo que la democracia sea percibida por cada una de las personas que vivimos aquí.

No. No estamos ante una edición valenciana de juego de tronos. Este proceso guarda más similitudes con la serie danesa Borgen, que nos cuenta las vicisitudes de una democracia parlamentaria avanzada como lo es la de Dinamarca.

Para liderar ese proceso tan necesario en nuestra tierra hace falta en primer lugar creer en su necesidad y en segundo lugar contar con las virtudes que tienen tanto Birgitte Nyborg, protagonista de la serie Borgen, como Mónica Oltra; virtudes que las capacitan para dirigir desde el consenso, el diálogo y la transversalidad un gobierno plural con solvencia y rigor. Porque esto ya no es una cuestión de números, pues en solitario nadie alcanza mayoría suficiente, sino una cuestión de elegir a la persona más adecuada para el puesto más relevante. Una persona que sea capaz de articular una mayoría parlamentaria y social sólida alrededor del nuevo gobierno, superando las fronteras partidistas.

Aquéllos que inician el diálogo con una imposición, y ponen a toda su maquinaria para desacreditar a una mujer clave en el cambio, ya están demostrando como quieren gobernar pretendiendo hacer creer al imaginario colectivo que ostentan una posición mayoritaria, cuando lo que la gente ha votado es pluralidad.

Cuando el Sr. Puig expresa que no estamos ante un cambio de cromos ni un juego de tronos, no podría estar más de acuerdo. Estamos ante una democracia parlamentaria malherida que afrontará grandes retos en los próximos años. Por tanto, si se trata de curar la impaciencia con alguna serie, déjenme recomendarles Borgen.

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