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Fuera de juego

Xavier Ribera Peris

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“Silenci total. Himnes.

Ningú no pot parlar.

Nomé pot dir si diu

com diuen que pot dir.”

Josep Lluís Fos, ‘En quatre temps’, 1974

El Consell de Ximo Puig y Mónica Oltra ha de resituarse en el conjunto del Estado español. A riesgo de quedar fuera de juego. La Comunitat Valenciana ya no está de moda. Encajada en la familia socialista entre los partidarios de Puig y los del ministro Ábalos. Expuesta al repudio de Pablo Iglesias por la decisión de Compromís (Joan Baldoví) al optar por Más País de Íñigo Errejón. ¿Resultará postergada en los procesos que predominan en la acción de Estado?

Tres flancos

De un lado, bipolaridad, Estado central-Catalunya, de la prioridad política por radicalización del “procés soberanista”. Reparto –‘Quid pro quo’ reparador-- a dos bandas del poder entre Madrid –Barcelona (co-capitalidad; para ti la cultura, para mí los ministerios, para ti la industria y para mí las finanzas. Con la cesión de sedes estratégicas de entidades y centros de poder estatal (Red Eléctrica, Comisión Nacional del Mercado de Valores, Cámara de Comercio de España, Defensor del Pueblo, fundaciones y corporaciones varias).

Por otro, el inminente calendario electoral que sitúa entre las prioridades, las elecciones anunciadas en el País Vasco, Galicia y los comicios catalanes que pueden sosegar el independentismo o agudizar el problema secesionista. El País Valenciano en el limbo.

Finalmente, la insurgencia -- local, comarcal o provincial-- de zonas postergadas que reclaman asistencia y atención urgentes: Teruel existe, León abjura de Castilla la Vieja, Cantabria debate un mar de dudas, Canarias se escinde, Extremadura y Castilla -la Mancha enfurecen por el IVA debido. Movimiento que, alentado por el oportunismo conservador, se visualiza en las manifestaciones motorizadas de tractores y patronales agrarias. Amenazan con recrecer un factor insólito de indignación. En muchos casos, a la desesperada, bajo la figura de ‘España Vaciada’.

Corruptos

A los valencianos avisados, les sorprende que viene de fuera el conocimiento de la avalancha, en marea imparable, de corrupción que ha arrasado el País Valenciano. ¿Nadie sabía desde 1997 que la adjudicación zaplanista de las ITV ( Inspección Técnica de Vehículos) -- oficiada por los sátrapas Juan Francisco García y Juan Cotino-- encubría el pago de “favores debidos”, incrementados por comisiones en el diseño de tarifas que aprueba la Generalitat? La lista de los agraciados coincidía con la nómina de allegados contribuyentes a la epifanía hegemónica PP-Zaplana, que tanto anhelaban. Emergía un entramado político, empresarial, eclesiástico-confesional que subyugó al País Valenciano de 1995 a 2015.

Sin fianzas

De ahí la hecatombe del sistema financiero valenciano que tuvo tres beneficiarios principales:

Primero: la extensa retahíla de quienes instrumentalizaron las Cajas-- de ahorro y rurales-- y el Banco de València (José Luís Olivas, Domingo Parra, consejeros y allegados) para lucrarse, política y económicamente, mediante administración desleal, prácticas fraudulentas, abusivas y delictivas.

Segundo: la estrategia de las formaciones políticas con subrepticia vocación centralista. Tenían y tienen claro que la asfixia financiera de las Comunidades Autónomas aboca en su necrosis política: el fin de sus aspiraciones de autogobierno.

Tercero: las entidades bancarias dominantes y con redes estatales. Cuando acabaron con las Cajas de Ahorro, Rurales y Banco de València en la Comunitat Valenciana, se apoderaron al menos del 50% del mercado bancario, sin inversión ni esfuerzo ninguno. Un negocio suculento.

Erial y Taula

Los valencianos soportan una catarsis dura. Por el convencimiento de que determinados partidos políticos y sus líderes los han utilizado. Han prostituido la vida pública. Estos días se constata en investigaciones—policiales y judiciales-- del caso “Erial”. Se describe el pillaje y la delincuencia de tierra quemada que ejercieron los diversos gobiernos del Partido Popular: Eduardo Zaplana, José Luís Olivas o Francisco Camps, “el curita”. Las ramificaciones, muy próximas al bandidaje y al modus operandi de las mafias organizadas, son casi infinitas en diputaciones (Alfonso Rus, Carlos Fabra, J.J. Ripoll), ayuntamientos (caso Taula, Sonia Castedo), administración institucional, academias, fundaciones, universidades confesionales o pantallas culturales como pretexto. Conjunto de extensiones clientelares y concursos amañados que no se podrán desvelar ni perseguir en su totalidad.

Silencio

El silencio es una de las características peculiares de entidades y colectivos público-privados en épocas tenebrosas. Constituyen, junto a la política, los recursos que deberían poder ejercer los ciudadanos para protegerse y progresar. Ley del silencio que impone sus preceptos a una población que se siente amenazada por hacer, decir, actuar y hasta por pensar. La autocensura es el peor de los resortes despóticos, que impiden el desarrollo de una sociedad sana, abierta a los retos del siglo XXI. Este aparato represor se mueve bajo la pretensión y desde la apariencia de la ideología liberal. ¡Cómo si ser liberal fuera sencillo! ¿Fernando Giner y Toni Cantó son los referentes del liberalismo valenciano? Los preceptos y los requisitos del liberalismo son comprometidos y exigentes. Nunca la liberalidad puede ser para unos, por encima de los derechos de los demás. Exige riguroso cumplimiento de la ley, repulsión de prácticas corruptas y animadversión al abuso de lo público. Urge la constitución de un nuevo contrato social por el que la persona prime sobre los privilegios de los prepotentes. Encumbrados, sin razón, por su posición social, de poder o religiosa.

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