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Por qué el Gobierno no deja venir a España a una eminencia como el cirujano de Ghana

Laura Olías / Belén Picazo

(Para los países en blanco no hay datos disponibles).

Un cirujano, profesor de universidad y referencia en Ortopedia en su país, es invitado a un congreso de medicina en España pero no puede asistir. El motivo: la embajada española le prohíbe entrar en el país. Si el médico fuera estadounidense, ésto no habría ocurrido, pero es ghanés. Los ciudadanos de países como Ghana, de los que España desconfía porque cree que pueden quedarse como inmigrantes irregulares, tienen muchas dificultades para solicitar visados de corta duración. La tasa de rechazos de estos permisos en consulados españoles en Ghana fue del 29,22%, en la oficina de Lagos (Nigeria), del 52,42%. En Estados Unidos, solo se rechazó el 0,33% de las peticiones.

La negativa de la autorización para venir a España al cirujano Agbeko Ocloo, que denunció el médico en una dura carta contra la Embajada de España en Accra, puede parecer sorprendente. El profesional aseguraba en el escrito que cumplía con todos los requisitos, profesionales y económicos, para solicitar un visado de corta duración, también denominado “visado uniforme Schengen”. Sin embargo, a Caddy (nombre ficticio) de República Democrática del Congo, no le impresiona en absoluto. Cuenta entre suspiros: “Conseguir un visado en África para venir a Europa es muy complicado. En sí, para que te den una cita en el consulado para conseguir un formulario es un calvario... A lo mejor llamas y te atienden en tres o cuatro meses”.

Francisco Solans, abogado especialista en migración, coincide. “En los países africanos y también en otros, como Cuba y República Dominicana, por ejemplo, es muy difícil conseguir estos visados. Siempre por el mismo motivo: miedo a que estas personas se queden en España en situación irregular. Lo que hacen es caer en el prejucio, piensan que son todos son potenciales inmigrantes”, explica.

Este temor se impone, en ocasiones, a los criterios objetivos. “Los requisitos son los mismos, pero cada embajada interpreta como le da la gana. Incluso cuando cumplen los criterios, el visado se deniega por esa sospecha”, dice Inés Díez, responsable del Área Jurídica de Red Acoge.

Los visados de corta duración permiten a los receptores visitar Europa (los países dentro del territorio Schengen) durante estancias que no superen los 90 días en un semestre. Estos permisos están justificados por varios motivos, como el turismo, cuestiones privadas (como visitar a un familiar) y razones profesionales y académicas, entre otros. Para solicitarlos, existen unos mínimos: una carta de invitación emitida por la Policía para las personas que van a ver a familiares, justificar los lugares que pretenden visitar los turistas, comunicar el alojamiento en el que se hospedarán y unos requisitos económicos (577,26 euros en efectivo o en las cuentas, para estancias menores de 9 días, y para períodos superiores, 64,14 euros por día).

Aunque, en teoría, las embajadas y consulados españoles se basan en criterios comunes fijados por la Unión Europea, Francisco Solans e Inés Díez denuncian que los requisitos que se fijan en los consulados de países con menos recursos son mucho más estrictos que en los denominados países ricos. Como resultado, las posibilidades de conseguir un visado, incluso aunque se cumplan los requisitos establecidos, es muy reducida. “Se deniega más porque consideran que el número de población migrante de ese país en el extranjero es mayor. Se entiende que un africano cuando viene a Europa es para quedarse”, indica Díez.

Según explican a eldiario.es fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, “los requisitos para solicitar estos permisos dependen del Código Comunitario Sobre Visados (Reglamento 810/2009 del Parlamento Europeo y del Consejo). El margen de discrecionalidad y de interpretación de cada consulado es muy limitado”.

A la vista de las cifras, la distribución de los rechazos de visados de estas características aumenta en los países empobrecidos y de renta media (Guinea, por ejemplo, con un 51%), y apenas se producen en otros destinos como Estados unidos, Canadá e Irlanda, por ejemplo.

“Hay que tener mucho dinero”

Janeth, cubana que reside desde 2004 en España, sabía que ni su madre ni el resto de su familia podría acudir a su boda. Ni al nacimiento de su hijo y que tampoco conocerían su casa, el lugar en el que vive. “Para eso hace falta mucho dinero y los trámites son tantos que al final es imposible”, cuenta sobre la opción de pedir un visado para que vinieran a visitarla.

En el caso de Cuba, uno de los países señalados por Solans como “complicado” para conseguir un visado, la Embajada de España desglosa toda una serie de requisitos para optar a estos permisos, además de los habituales que marcan todas las embajadas. Entre ellos, un seguro médico de “cobertura mínima de 30.000 euros” y “documentos que demuestren el arraigo del solicitante en Cuba” (motivos por lo que esta persona se entiende que volverá al país).

Según Janeth, el gasto económico para solicitar estos permisos es muy superior a los 64 euros al día que fija España. “Hace falta mucho dinero. Hay muchos papeles que tienes que sellar y este sello, que es solo un papel, te puede costar hasta cien euros. Luego hay mucha corrupción, desde el primero hasta el último, el personal de la embajada y el de aquí de Cuba. Piden dinero para que tu solicitud se solucione más rápido”, cuenta la mujer. En una ocasión comenzó los papeles para traer a su madre, “pero hay mucha burocracia, te piden hasta el plano de tu casa, en la que se va a quedar, para justiciar que tienes 'x' metros para ella”.

Mauricio, natural de Colombia y con nacionalidad española desde hace diez años, también cuenta que para que un familiar venga a verte a España hace falta “mucho dinero”. En su caso, su madre, de 70 años, ha podido hacerlo en dos ocasiones y cada viaje, estima, les ha llevado solo en los trámites “unos 8 millones de pesos, 3.500 euros”. “Son muchas cosas. Primero, todos los papeles que hay que hacer aquí para conseguir la carta de invitación en una comisaría. También los traslados a Colombia de mi madre para ir al consulado en Bogotá, porque vive en otra zona. A veces, porque es mayor, se ha tenido que quedar allí una noche para presentarse por la mañana temprano en el consulado”, explica.

La prima de Mauricio quiso aprovechar un viaje de turismo por Reino Unido –que iba a hacer gracias a un visado que el país le concedió– para visitar a su familia en España. Pero, cuando acudió a la embajada para solicitar el visado, “dice que le faltaron al respeto, que le dijeron que cómo iba ella a ir de turismo a Europa. Mi prima tiene un sueldo normal, no muy alto”, cuenta Mauricio.

Según Francisco Solans e Inés Díez, uno de los motivos por los que las denegaciones de los visados de corta duración no hacen mucho ruido ante la opinión pública es porque, a menudo, la atención se ha centrado en los visados permanentes, como las reagrupaciones familares, para los que los inmigrantes también tienen muchos problemas de acceso. Además, porque “los rechazos de los visados de corta duración son casi irrecurribles”, denuncia Solans. Como apuntó el cirujano de Ghana en su escrito, estas decisiones administrativas se pueden recurrir ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, “pero para cuando resuelvan el caso, el motivo por el que esa persona quería viajar, como la conferencia, ya ha pasado. El visado carece de sentido”, explica el abogado.

La Unión Europea ha acordado que los ciudadanos de Perú y Colombia puedan entrar sin visado a su territorio. Mauricio piensa en su madre y admite que es una buena noticia. Pero desconfía: “Nos pedirán dinero de otra forma, no sé. No será fácil que vengan a vernos igualmente”.

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