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Por qué han bajado las llegadas de migrantes a Italia por el Mediterráneo

Imagen de archivo de una precaria embarcación de apenas 18 metros en la que viajaban 561 personas Fotografía: Ikram N'gadi/MSF

Ismael Monzón / Raúl Sánchez

A bordo de la nave Aquarius, la coordinadora de Búsqueda y Rescate, Madeleine Habib, asegura que los recuerdos de los migrantes rescatados en el Mediterráneo esconden historiales de abusos sufridos en Libia incluso mayores que antes. “La mayoría de los últimos casos han sido sometidos a tratos terribles”, asegura. Las vulneraciones de derechos humanos habituales a su paso por el país norteafricano se multiplican, dice, ahora que permanecen en el más tiempo, debido al bloqueo que impide que lleguen a Europa al ritmo de hace unos meses.

A través de un teléfono satelital, la responsable del barco operado por SOS Méditerranée en colaboración con Médicos Sin Fronteras insiste en que “son peores” las condiciones de las personas a las que ahora rescatan. “Los tratos vejatorios, maltratos, violaciones en el caso de las mujeres se han prolongado por más tiempo –dado dejan allí bloqueados- por lo que la gran mayoría requieren asistencia médica, que obviamente no han recibido en Libia”.

“Los propios guardias de las prisiones asesinan a la gente y la arrojan a fosas”, cuenta un camerunés poco después de haber escapado y ser asistido por los voluntarios de la ONG.

En las últimas semanas el flujo de migrantes ha caído en picado. Si de agosto a octubre del año pasado llegaron a Italia alrededor 65.000 personas, en el mismo periodo de 2017 lo han hecho cerca de 16.000. El balance anual ya ha disminuido un 30%, 111.000 personas han conseguido desembarcar, por lo que el número de fallecidos también se ha reducido en este periodo.

Según los datos de la Organización Mundial de las Migraciones (OIM), en lo que llevamos de año, 2.824 migrantes han muerto en el mar. A lo largo del 2016, murieron 4.000 personas. Sin embargo, son muchos los que recuerdan que, la historia de las migraciones hacia Italia a través del Mediterráneo se dibuja con constantes subidas y bajadas, como reflejan los datos.


Evolución del número de cruces irregulares en la ruta del Mediterráneo central desde 2009

Fuente: Frontex

Control fronterizo libio

En primer lugar, la reducción se explica por el paso al frente de las autoridades libias en el control de los migrantes y la vigilancia en el mar. A principios de agosto un barco italiano, que se unía a la decena de patrulleras donadas también por Italia, llegó a las playas de Libia para contribuir en la misión. La guardia costera libia incrementó su presencia en las primeras millas de la costa en la que suelen producirse los rescates, imponiendo por primera vez en muchos meses un control férreo.

Tras el enésimo intento infructuoso de Italia para que el resto de países europeos aumentaran su apoyo en la gestión de la acogida –España y Francia rechazaron abrir sus puertos a los desembarcos-, las autoridades italianas decidieron que era el momento de actuar de forma unilateral. Al tiempo que mejoraron las relaciones con Libia, el ministro del Interior, Marco Minniti, un excomunista con pasado en los servicios de inteligencia del país, se encargó de tocar los pocos resortes que funcionan en esta nación.

Minniti se reunió en el país africano con alcaldes, representantes de más de una decena de tribus, y los recibió después en Roma. Tras una serie de encuentros con el primer ministro del Gobierno de Trípoli, Fayez el Serraj, Italia anunció que aumentaría “su empeño a desarrollar a las comunidades locales” de aquel país.


Evolución de los cruces irregulares en la ruta del Mediterráneo central desde el 2009, según el país de origen

Fuente: Frontex

Sospechas de acuerdos con milicias

La agencia estadounidense AP publicó que aquellos acuerdos consistían en tratar con dos potentes milicias libias, algo que negó el Ministerio de Exteriores italiano. En cualquier caso, fue el inicio de la disminución del tráfico de migrantes, por lo que expertos como Mattia Toaldo, del Consejo Europeo para las Relaciones Internacionales, dan absoluta verosimilitud a esta versión. “No hay constancia del dinero que se está mandado a Libia, pero más allá de eso, lo importante es que el Gobierno italiano les está ofreciendo inmunidad a los traficantes”, señala.

De esta forma, los cabecillas de estas milicias, antes encargados de la trata de personas, son ahora quienes impiden que salgan del país e incluso controlan también los centros de detención libios, según esta versión.

Si en las últimas semanas se ha producido algún ligero pico puntual se debe, según el experto, “a que las mafias deben dar salida a quienes tenían esperando desde hace más tiempo, a que necesitan mostrar que siguen controlando la situación y a que no todas las milicias han firmado el acuerdo”.

Además, recientemente ha habido fuertes combates entre hombres armados leales al gobierno de Trípoli -reconocido por la comunidad internacional-, lo que explicaría un mayor descontrol para controlar el flujo de migrantes y las luchas de poder para acceder a una parte del negocio.

“Estamos hablando de jóvenes menores de 30 años que controlan mafias. El acuerdo que ha hecho posible la reducción de las llegadas a Europa es muy precario porque los interlocutores son muy precarios”, admite el politólogo del Consejo Europeo para las Relaciones Internacionales.

“El Gobierno de Libia en la práctica no existe”, añade, por lo que en la ecuación política irrumpe Jalifa Hafter, el general que mantiene el control militar de la parte este del país. Enfrentado con el gobierno de Serraj –al que desde Roma han tratado de fortalecer por todos los medios-, Hafter ha ido ganando legitimidad hasta el punto de haber sido recibido en Italia, que hasta hace unos meses había tratado de mantenerlo fuera de juego. Su contribución para la unidad política del país, que a su vez permita un control del territorio, parece cada vez más inevitable.

Ataques contra ONG

Impulsado el intento de convertir a Libia en una Turquía que controle a los migrantes en su territorio, la última pata eran las ONG. El Gobierno italiano redactó un código de conducta que, en la práctica, alejaba a las organizaciones de la zona de rescate y limitaba sus operaciones.

Varias no firmaron el documento y algunas como Médicos Sin Fronteras o MOAS han retirado sus embarcaciones del Mediterráneo. La nave de la ONG alemana Jugend Rettet fue secuestrada por las autoridades italianas acusada por las autoridades de este país de “favorecer la inmigración clandestina”. Mientras que otras, como la de Save the Children, también han sido investigadas.

La disminución del tráfico de migrantes ha reducido también el trabajo de las ONG. Pero eso no significa que no sigan saltando pequeñas alarmas, porque la contención en Libia ha incrementado el flujo desde Túnez. Según las últimas cifras de la OIM, 2.700 personas han llegado a Italia desde aquel país en los nueve primeros meses del año. Más de la mitad, 1.400, lo hicieron sólo en septiembre.

Las fiscalías de distintas ciudades sicilianas han abierto varias investigaciones sobre los que denominan “desembarcos fantasma”. Se trata de antiguos pesqueros procedentes de Túnez que consiguen llegar a las costas italianas sin ser interceptados.

No es un fenómeno nuevo, ni este país cuenta con la infraestructura existente en Libia, pero los magistrados sospechan que entre los migrantes puede haber individuos expulsados previamente de Italia o liberados de las cárceles tunecinas, donde a menudo han podido tener contactos con acusados de terrorismo.

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