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Miles de refugiados en Grecia se quedan sin asistencia médica en plena pandemia

Consulta de pacientes con síntomas sospechosos en el campo de Moria, Lesbos.

Katy Fallon, Franziska Grillmeier

Grecia —

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Nuevo embate contra los refugiados y migrantes que viven en condiciones extremadamente difíciles en Grecia: la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) anunció el jueves que se veía obligada a cerrar su centro de aislamiento COVID-19 en Lesbos por multas y posibles demandas de las autoridades griegas. Desde la isla de Lesbos hasta Atenas, los refugiados y solicitantes de asilo, entre los que hay enfermos graves, se han quedado sin poder ver a un médico ni acceder a la atención sanitaria debido a las nuevas regulaciones.

La niña Asmaan* tiene 10 años y viene de Afganistán. Lleva ocho meses viviendo junto a su familia en una tienda improvisada en el olivar que rodea al campamento de Moria, en Lesbos. Es una más entre los 17.000 solicitantes de asilo y refugiados que viven confinados ahí desde el 23 de marzo. La de Asmaan es una cara conocida en la clínica pediátrica de MSF, instalada inmediatamente antes de la puerta principal del campamento. “Vomitaba y temblaba por las noches y estaba apática”, cuenta su madre, Sharif*. “Nos alarmamos mucho cuando empezó a sangrar al ir al baño”.

A Asmaan le diagnosticaron una aguda inflamación de riñón y la trasladaron al hospital de la isla. Según Sharif, el personal sanitario habló de enviar a su hija al continente para ser tratada allí, pero la familia no puede irse de Lesbos antes de completar el procedimiento de asilo. “Sólo los casos más graves pueden ser trasladados al continente”, explica al periódico The Guardian Babis Anitsakis, director de enfermedades contagiosas en el hospital de Mytilene. “También es así para la población local”. A menudo hay que esperar dos o tres meses en el campamento antes de que se pueda organizar el traslado, dice.

“Todos los días tenemos que vérnoslas con pacientes del campamento de Moria que sufren enfermedades como la tuberculosis o el VIH. Sencillamente no estamos equipados para estos tratamientos. Además, nos enfrentamos a enormes dificultades de traducción. Por la noche el personal sanitario usa una aplicación de traducción en el teléfono para comunicarse con los pacientes, y eso en una situación de emergencia puede ser desastroso”.

Según Giovanna Scaccabarozzi, médica de MSF en Lesbos, el de Asmaan no es un caso aislado en un sistema donde los refugiados y solicitantes de asilo enfrentan cada vez más dificultades para recibir una atención sanitaria adecuada, también para las personas cuya situación es desesperada. “Incluso las personas que han sido torturadas o sufrido violencia sexual se encuentran ahora solas, sin nadie para hablar y sin posibilidad de escapar del espacio altamente traumatizante que es Moria”, explica.

Debido al confinamiento impuesto en Moria, menos personas han podido acudir a la clínica de salud mental que opera MSF en Mytilene. “Hemos pasado de tener entre cinco y diez consultas por día a dos o tres por semana”, dice Scaccabarozzi. Incluso cuando la gente llega a la clínica, es “como curar a alguien por una quemadura mientras esa persona sigue de pie en medio del fuego”.

Según MSF, las autoridades cerraron su unidad de aislamiento de COVID-19 el pasado jueves. “Nos ha frustrado profundamente que las autoridades locales no hayan podido anular estas multas y posibles denuncias en este momento de pandemia mundial, pese a que algunas partes involucradas lo han intentado”, dijo Stephan Oberreit, jefe de la misión de MSF en Grecia. “El sistema de salud pública de Lesbos era claramente incapaz de gestionar la devastación causada por un brote en Moria, por eso intervinimos. Hoy hemos tenido que cerrar en contra de nuestra voluntad una instalación vital para la respuesta de Moria a la COVID-19”.

Para los que viven en los campamentos superpoblados de la isla, Atenas se había convertido en una luz de esperanza. Pero un cambio reciente en las políticas ha provocado que los llegados a Atenas como refugiados queden prácticamente en la indigencia, muchos de ellos con problemas de salud.

El cambio, que afecta a unas 11.000 personas, ha sido terminar con las ayudas en efectivo y de vivienda en cuanto transcurre un mes desde la obtención del estatus de refugiado. Según MSF, el resultado ha sido que hay pacientes enfrentándose a la posibilidad de un desalojo y muchos refugiados durmiendo en las calles de Atenas.

Hadla, de 59 años y procedente de Alepo, murió pocos días después de abandonar el apartamento que compartía en Atenas con su hija Dalal. Antes de eso había sufrido múltiples ataques al corazón. Las autoridades le habían dicho una y otra vez que tenía que irse de allí. “Les dije que mi madre estaba muy enferma y les enseñé los expedientes médicos”, recuerda Dalal. “Pero nos dijeron que no podían hacer nada al respecto y que la decisión había sido tomada por el Ministerio”.

Temiendo el desalojo, Dalal llevó a su madre al campo de refugiados de Schisto, en las afueras de Atenas, donde vive su hermano. Dos días después Hadla tuvo otro paro cardíaco. Esta vez no sobrevivió. Dalal sigue en el apartamento con el resto de su familia, pero continúa enfrentándose al desalojo. “No tenemos nada y no tenemos ningún otro lugar al que ir”, dice.

Kelly Moraiti, enfermera del centro de salud que MSF opera en Atenas, explica cómo los desalojos ponen en peligro la salud de los pacientes, especialmente la de los que viven con enfermedades como la diabetes. “Una persona con una enfermedad crónica debe tener acceso al tratamiento de forma permanente y sin interrupción. Necesita una dieta adecuada y un espacio para guardar los medicamentos, que no deben estar expuestos al sol; no tener un techo en estas condiciones es extremadamente peligroso”.

MSF ha hecho un llamamiento urgente al gobierno griego y a la UE para que ayuden a los refugiados que duermen a la intemperie en Atenas y detengan los desalojos de personas vulnerables.

Entre los refugiados en las calles de Atenas hay mujeres embarazadas y madres primerizas, así como supervivientes de torturas y de violencia sexual. Muchas de esas personas sufren problemas de salud graves, a menudo complicados por el tiempo que pasan en campamentos como el de Moria. El Ministerio de Migración griego no respondió a las solicitudes de comentarios para este artículo.

*Los nombres han sido alterados o abreviados como una forma de protección.

Traducido por Francisco de Zárate

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