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La ONG Sea Watch lleva seis días en el mar esperando un puerto seguro para desembarcar a 32 rescatados

Algunos de los migrantes rescatados por el Sea-Watch 3.

Desalambre

Mientras el barco de rescate Open Arms se aproxima cada vez más a aguas españolas tras obtener el permiso del Gobierno para atracar en Algeciras, otra ONG, la alemana Sea Watch, permanece varada en el Mediterráneo central a la espera de que algún país europeo le dé permiso para poder desembarcar a 32 personas rescatadas frente a las costas de Libia.

Según detalla la organización en un comunicado, a bordo del Sea-Watch 3 viajan 22 hombres, cuatro mujeres, tres menores no acompañados, dos niños pequeños y un bebé. Fueron auxiliadas el pasado sábado cuando trataban de alcanzar las costas europeas en una patera en peligro y proceden en su mayoría de Costa de Marfil, Nigeria y Libia, según detalló a EFE la ONG.

La organización ha vuelto a pedir ayuda este jueves al Gobierno alemán para encontrar una solución. “Cinco países -Italia, Malta, España, Países Bajos, Alemania- se han negado a asumir la responsabilidad y conceder a los rescatados un puerto seguro”, defienden en el texto. El ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, ha vuelto a rechazar autorizar el atraque del barco de la ONG alemana, asegurando que “Italia ha ya contribuido y que ahora toca a otros”.

“Hace seis días que se nos ha negado un puerto seguro. Estamos bien equipados, pero el invierno en el Mediterráneo, con su clima peligroso, está afectando a la ya debilitada gente. Europa debe asumir su responsabilidad ahora, y Alemania debe dar buen ejemplo”, afirma Phillip Hahn, jefe de misión del Sea-Watch 3, que navega con bandera holandesa.

“Es un acto vergonzoso e inhumano que Alemania y Europa no solo nieguen su responsabilidad, sino también la oferta de ciudades solidarias para aceptar a los rescatados”, concluye Hahn, en referencia a las más de 30 ciudades y estados federales alemanes que, según la ONG, se han declarado como refugios seguros y están dispuestos a aceptar a los rescatados.

Desde el primer cierre de puertos italianos al buque Aquarius, el pasado junio, las labores de salvamento en el Mediterráneo se han convertido en un constante tira y afloja, principalmente entre Italia y Malta, para dar una respuesta a quienes se acababan de jugar la vida en el mar tras escapar de abusos de todo tipo en Libia.

En estos meses, a cada rescate le han seguido varios días en punto muerto, y cada uno ha tenido un final diferente en función de la voluntad de los Estados, con quienes las organizaciones han pasado a negociar, de forma individual, cada solicitud de puerto seguro.

Como resultado, la incertidumbre ha teñido el final de cada operación de salvamento. El destino final de los rescatados también ha dependido de cada decisión política: unas veces tratados de forma excepcional en un solo país; otras, como cualquier otro migrante llegado de forma irregular, y otras más, reubicados en diferentes países comunitarios, como ha ocurrido con algunos rescatados que han sido desembarcados en Malta.

Las ONG y organismos como Acnur han pedido a los Gobiernos que lleguen a un acuerdo que “proporcione claridad y predictibilidad” sobre dónde pueden atracar los barcos con rescatados a bordo para evitar que se queden días “vagando” en el mar.

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