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El costamarfileño que llegó a España a bordo de una tabla de surf

Deux Gras, junto al campo de golf de Melilla | N.C.

Néstor Cenizo

Melilla —

Esta es la historia de un tipo con rastas que quiere ser una estrella de la música, y que para perseguir su sueño se echó al mar con una tabla de body board y un traje de neopreno. Existen varias formas de entrar a Melilla y Deux Gras eligió nadar. A las siete de la tarde de un domingo salió de Nador, y a las ocho y veinte de la mañana del lunes lo subieron a un barco, ya en el puerto de Melilla.

Aquellos marineros debieron de quedarse a cuadros. “¿Dónde están los otros?”, le preguntaron. “He venido solo”, respondió Deux Gras.

Deux Gras es Hassan Ongoiba. Nació en Abiyán (Costa de Marfil) pero creció en Dabou (Malí). Tiene 25 años, un hermano gemelo y anda con la chulería desgarbada de un rapero norteamericano. A su paso, en el CETI de Melilla le gritan: “¡Rasta!”. “Por donde paso yo dejo mi huella”, dice mientras marca una raya en el suelo. “En las ciudades donde he estado la gente lo sabe. Hay un rastaman…”, y entonces le da una pausa dramática a su discurso y señala el efecto de la raya en la tierra: “Ahí está Deux Gras”.

Este hombre cree en sí mismo. Con 14 años dejó a su familia por la música y diez años después, en 2015, se lanzó a la aventura de cruzar Argelia y Marruecos para llegar a Europa. Su destino es Francia y nada le ha echado atrás. En Agadir, cuatro malhechores le pincharon la pequeña barca de plástico; en Fez ideó el prototipo de la tabla de body board: unió varios corchos de protección de los electrodomésticos, pero los policías marroquíes desbarataron su plan y probablemente le salvaron la vida; varias veces, esos mismos policías lo han mandado al sur, lejos de la costa y de las fronteras con España.

“Todo lo que hago es por ser un artista y lo voy a mostrar al mundo entero. Por eso he pasado por donde he pasado”: Garbia (en Argelia), Oujda, Agadir, Fez, Cassago, Safi, Gurugú y ahora el CETI de Melilla, donde ya es algo así como una estrella y espera “salida” a la península. Dice que sólo dudó una vez, pero que de vuelta a Fez se encontró con algunos de esos niños que luego llegan a Melilla y se juegan la vida en el riski de los barcos a la península. Y se dijo: “Si todos estos niños quieren luchar por entrar en Europa, yo también voy a pelear”. Eligió nadar.

Una tabla de body board con dibujos de tiburones y malamente reparada con una gruesa cinta adhesiva le acercó al sueño. Parece que alguien se hubiese reído de las piedras que encontró en el camino: en la tabla se lee, en inglés, “Prohibido el paso”. El hombre posa con ese chisme, un juguete más que otra cosa, y otros africanos le rodean, le animan para que cante y le recuerdan: “Nunca tires esta tabla, porque le debes la vida. Tendrás que guardarla para tus nietos”.

A Deux Gras siempre le gustó nadar en el río. Durante dos semanas entrenó a diario en Agadir, ocho o nueve horas, hasta que se sintió preparado. Entonces se dirigió al norte: primero a Fez, luego a Nador, donde se lanzó al mar con una tabla de corcho de apenas un metro. “Llevaba un traje marroquí con capucha para que la policía no me viera la cara. Llegué a la playa y salí corriendo”, relata riéndose. Y simplifica la hazaña: “Puse la tabla en el agua y nadé”. ¿Tuvo miedo? “Sí. A la policía marroquí”.

Trece horas después, unos marineros le subían a un barco en el puerto de Melilla. Ellos le dieron las sandalias que lleva puestas durante la entrevista. No podían creer que aquel tipo hubiese llegado solo con la única ayuda de una tabla de juguete y un traje de neopreno.

En los últimos meses el método más frecuente para cruzar la frontera consiste en arriesgar una muerte por asfixia en el doble fondo o el maletero de un coche. “Aquí me dicen que he batido récords, porque no hay ningún clandestino que haya pasado así. Soy el primero”.

Deux Gras es de la raza dogon. Una búsqueda rápida en Internet arroja un buen puñado de páginas entre lo esotérico y lo paranoide en las que se atribuyen a los dogones contactos con los extraterrestres. El caso es que él canta en dogon y en bambara y es consciente de que para ser “una gran estrella internacional” debe aprender inglés o francés. Empezará por este último, que ya maneja con cierta soltura.

Debe ser que también los caminos de la fama son inescrutables. Dice Deux Gras que registró su primera maqueta en 2005, que su primer single lo grabó en el estudio de Salif Keita y que en 2009 empezó a vivir de la música. En su perfil de Facebook tiene un vídeo donde canta su reggae sobre ritmos africanos delante de unos croma indescriptibles.

“¿Por qué no los subes a YouTube?”. Y aquí se revuelve ambicioso: porque no tiene manager, no son una buena producción y prefiere esperar para hacer algo grande. Porque él será grande: “Quizá no sea como Bob Marley, pero sí seré grande, y la gente me verá y dirá: 'Ahí lo tienes. Un auténtico artista'. Puedes imaginar y eso es una cosa… ¿Pero yo? Yo voy a serlo”.

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