Me dedico al periodismo, la comunicación y a escribir libros como “Exceso de equipaje” (Debate, 2018), ensayo sobre el turismo que se desborda; “Biciosos” (Debate, 2014), sobre bicis y ciudades; y “La opción B” (Temás de Hoy 2012), novela... Aquí hablo sobre asuntos urbanos.
La Pájara Ciclomensajería: la alternativa cooperativa a Deliveroo ya está moviéndose por Madrid
Contra el vicio de no dar casi nada de algunos, la virtud y la capacidad de montártelo por tu cuenta, de forma justa, en modo cooperativo. Cada día vemos titulares que hablan de la precariedad de los repartidores de Deliveroo y de Glovo o, ahora, de los que recojen patinetes para Lime y otras. La nueva economía viene con el deslumbrante brillo de la modernidad, pero con todos los tics de la antigua: trabajos a destajo y precarios, exigencias injustificables, fomento de la competitividad, inseguridad… En el verano del año pasado se vivió la primera huelga de repartidores de estas empresas de presunta economía colaborativa y aquello fue el germen de varios proyectos de reparto en bici en toda España. Mensakas arrancó antes en Barcelona y ahora lo hace La Pájara Ciclomensajería en Madrid. Ojo, ciclomensajerías ha habido y hay muchas en todo el territorio, y buena parte de ellas en modo cooperativo. La novedad es que éstas que mencionamos, y otras que vienen, están metidas en esta tendencia tan en alza del reparto de comida y los recados.
Antonio, Ciaran, Cris, Kike, Joaquín y Martino forman La Pájara. Ellos habían pasado por la experiencia Deliveroo y habían encabezado las protestas. “Si trabajas en esas plataformas —explican—, no hay autonomía ni flexibilidad, no hay espíritu colaborativo. Al contrario, se fomenta la competitividad incluso entre riders”. El modo cooperativo excluye casi por definición todos esos rasgos de explotación. Elegir organizarse así es poner a las personas, y no la rentabilidad, en el centro. Es elegir, por eso, poner los derechos y la dignidad por delante. Es elegir una alternativa, a la nueva economía y a la de siempre, que quizá no compita jamás con ellas, pero que es una vía cada vez más pisada no sólo por los trabajadores, también por muchos consumidores. “Es difícil proponerse como alternativa para todos los públicos, pero queremos informar y concienciar al mayor público posible. Por supuesto, no podemos entrar en la rebaja de precios habitual y eso nos puede restar impacto, pero nos mantendremos firmes en nuestros compromisos porque conocemos los efectos del trabajo precario”.
La Pájara ya está operando. De momento, con unos pocos restaurantes “de comida ecológica, orgánica y/o vegetariana”. Su posicionamiento en esto también es claro: “La conciencia y la responsabilidad son temas que hay que trabajar en conjunto, con los restaurantes y con el consumidor, transmitiendo las motivaciones del proyecto y siendo transparente sobre las modalidades de nuestro trabajo y nuestras tarifas”. La Pájara busca aumentar la cartera de restaurantes interesados en su forma de actuar y en sus valores y piensa también en ampliar el campo de actuación a “grupos de consumo, herbolarios, tiendas a granel, puestos de mercados…”. ¿Se plantean colaborar con otro tipo de empresas que no respondan a ese perfil más concienciado? La contestación es muy propia de una cooperativa: “Se trata de una decisión que tomaremos de forma colectiva”.
Las ciudades pueden ayudar
La Pájara Ciclomensajería ha nacido gracias al apoyo y la experiencia de Mensakas y el movimiento Riders X Derechos, a Coopcycle, “un colectivo francés que nos brinda la plataforma informática y nos guía en el modelo de trabajo alternativo juntos a otras iniciativas europeas”, y a Mares Madrid, el interesante programa de fomento de iniciativas en el marco de la economía social y solidaria del Ayuntamiento de la capital.
Interesante porque tiene todo el sentido que las ciudades potencien asuntos como la economía social y la ciclologística como parte de su trabajo para gobernar el bien común. Los miembros de La Pájara, cómo no, coinciden: “Es obvio que la ciclologística tiene sus límites, pero hay que abrir los ojos a sus múltiples efectos positivos: menos congestión, contaminación, estrés y accidentes, más espacio y salud. Sobre la economía social: es una forma de quitar intermediarios y no seguir deshumanizando todo, de crear redes de colaboración, de repartir mejor los beneficios”.
En eso está ya La Pájara: operando en Madrid como una pequeña alternativa a los peces grandes, consolidando redes para el lanzamiento de proyectos similares en otros lugares, colaborando con iniciativas como la cooperativa de servicios El Relevo y proyectos contra el desperdicio alimentario como Ni las Migas y Wallafood y preparando un crowdfunding para aumentar su capacidad de reparto. Moviéndose a su ritmo y no al que le imponen.