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Un dólar fuerte golpea a las monedas asiáticas y da tregua a las divisas latinoamericanas

La actual revalorización del dólar es la de mayor calado en una generación

Ignacio J. Domingo

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Las autoridades monetarias asiáticas han sacado la chequera a pasear y están utilizando cifras próximas al billón de dólares para tratar de contener la depreciación que el rally alcista del dólar está ocasionando en los mercados cambiarios del planeta. De hecho, la actual revalorización del dólar se empieza a concebir como la de mayor calado en una generación y un fenómeno inédito porque está arrastrando al unísono a gran parte de divisas de mercados emergentes, con las casi únicas excepciones del yuan chino y el rublo ruso.

Las embestidas, oscilaciones y volatilidades del billete verde resultan especialmente sensibles a la estabilidad de la economía global y de la arquitectura financiera mundial porque alteran las cuentas de resultados y los ingresos de la inmensa mayoría de compañías que tienen sus libros de contabilidad denominados en dólares y, muy en especial, de las multinacionales y firmas con una marcada vocación exterior. De la evolución del dólar dependen las decisiones estratégicas y los proyectos corporativos de inversión. El dólar es el lubricante de la economía global. Al fin y al cabo, alrededor del 90% de las transacciones cambiarias transnacionales, unos 6 billones de dólares al día antes de la Gran Pandemia, desde viajes de turismo a pagos con tarjetas de crédito o tráfico de transferencias entre empresas, se realizan con la moneda estadounidense.

A menudo el dólar eleva su valor en época de tormentas económicas o financieras como la actual por su consideración de divisa segura y estable. Y ahora, la espiral inflacionista y las escaladas de tipos de interés, las tensiones geopolíticas derivadas de la guerra de Ucrania y el desbordamiento de los precios de la energía han dejado el terreno abonado a esta apreciación fulgurante del dólar. Está en su cota más alta en veinte años, después de ganar más de un 10% este año y desencadenar la caída libre del yen —que ha rebasado la barrera de las 140 unidades por billete verde— de la libra y del euro, por debajo de la paridad por primera vez desde 2002. Aunque, de momento, otras monedas que generalmente han estado en el disparadero como el peso colombiano, la rupia india o el rand sudafricano y que han sufrido los rigores del dólar en el pasado reciente, han mostrado cierta capacidad defensiva.

“Es una cuestión de tiempo, porque la apreciación del billete verde —explica Kamakshya Trivedi, de Goldman Sachs— responde a demasiados factores, todos de riesgo, en un complejo cóctel de asuntos de toda índole, económicos, inversores, financieros y geopolíticos”.

Aun así, y a expensas de lo que pueda deparar esta nueva prueba de musculación del dólar, los mercados asiáticos están revelando mayores vulnerabilidades que sus rivales latinoamericanos a los que siempre les atañe en mayor medida el comportamiento de una moneda que tiene en esta región su área de influencia preferente.

Agresiva política de tipos de la Fed

En Bank of America estiman que más de la mitad de su revalorización actual se debe a la agresiva política de subida de tipos de la Reserva Federal. Ante esta tesitura, los bancos centrales asiáticos han empleado cifras casi billonarias para poder contener las pérdidas de valor de sus divisas nacionales. De modo que las reservas en monedas extranjeras de las autoridades monetarias de Tailandia, Indonesia y Corea del Sur se han situado en sus niveles más bajos en más de un año. La práctica totalidad de sus divisas se han debilitado en 2022 frente al dólar. Tras años de reconstruir sus arcas, han empezado a reducir sus stocks monetarios. Las de Tailandia, por ejemplo, cayeron hasta los 221.400 millones de dólares a finales de junio, mientras las de Indonesia se situaban en el punto más bajo desde noviembre de 2020, las de Corea del Sur, en más de un año y las de Malasia, desde 2015.

“Varios países han usado sus reservas para estabilizar sus monedas cuando han juzgado que la oscilación era excesiva, algo que ha sucedido muy a menudo en los últimos meses”, dice Rajeev De Mello, gestor en GAMA Asset Management a Bloomberg antes de admitir que los bancos “no pueden revertir la debilidad de sus monedas nacionales en relación al dólar, pero pueden reducir la velocidad y, sobre todo, el calibre de sus caídas”. Es una lección extraída de la crisis monetaria asiática de 1997, surgida por la carrera devaluatoria competitiva iniciada por el bath tailandés y que afectó al conjunto de divisas de los denominados tigres asiáticos, las economías dinámicas del sudeste continental. Entonces, “aprendieron a acumular dólares en sus reservas de divisas”, precisa De Mello.

Tailandia e Indonesia están entre las economías asiáticas que han logrado reducir la volatilidad de sus divisas, mientras Filipinas actúa soterradamente para mantener el valor de su peso frente al dólar dentro de una banda de fluctuación con un relativo éxito. Pero la agresiva maniobra de la Fed no les permite relajar sus niveles de supervisión porque sus rentabilidades externas bajan a cuentagotas, pese a las actuaciones de sus bancos centrales, y sus exposiciones financieras en los mercados se deterioran al ritmo del encarecimiento del dólar y de las subidas de tipos de la Reserva Federal, aseguran los estrategas de Goldman Sachs.

Muchas de ellas navegan ya en territorios de riesgo, como el peso filipino, en su nivel más bajo desde 2005. “En Asia, las autoridades monetarias tienen el viento de proa” lo que les obliga a realizar ajustes constantes y no siempre fructíferos, explica Frederic Neumann, de HSBC Holdings en la región asiática. “Al menos hasta que los inversores consideren que la Fed haya decidido poner fin al ciclo de endurecimiento del dinero” en EEUU.

Latam, en aguas de calma tensa

Por contra, y aunque parezca una anomalía de la historia o del destino, las monedas de América Latina, al menos hasta el ecuador del periodo estival, están en un escenario neutral, precisan en el Banco Internacional de Pagos (BIS, según sus siglas en inglés), gracias a los aumentos de tipos que ya han acometieron sus bancos centrales desde 2021. Así lo atestigua Agustín Carstens, director gerente del BIS, que enfatiza que las políticas restrictivas de las economías de la región han contribuido a contener la espiral inflacionista y el valor de sus divisas han eludido presiones de depreciación en los mercados.

Sin estos virajes monetarios, las tasas de precios en el Hemisferio Sur americano serían entre 2 y 3 puntos más altas. “Ha sido una gestión adecuada, muy acertada e inusual entre los mercados emergentes, cuyas cotizaciones cambiarias son especialmente sensibles a cualquier recorrido al alza de alguna de las grandes divisas del planeta, en especial del dólar”. Cualquier otra alternativa “hubiera complicado mucho más el horizonte coyuntural del área”, aclara.

El BIS precisa que algunos bancos centrales de Latinoamérica como el de Brasil han elevado sus tipos de interés en once ocasiones desde marzo de 2021 para prevenir, esencialmente, las fugas de capitales por los riesgos cambiarios del real y asegurar con ellas un cierto atractivo inversor como plaza bursátil refugio entre los mercados emergentes. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, reclamó respuestas agresivas a su banco central para frenar la depreciación del peso.

Tres de las cuatro monedas con mejor comportamiento en el primer semestre de este año son de la región. Para Cartens, los tipos cambiarios entre las divisas latinoamericanas “tienen visos de permanecer estables”, aunque alerta del riesgo de estanflación. “Es el principal peligro al que se enfrentan los organismos reguladores”, afirma. El máximo responsable del BIS cree que pese a los “notables desafíos” domésticos y globales a los que se enfrentan en la mitad final de 2022, “las divisas regionales seguirán deparando sorpresas positivas”. Perspectiva que también comparten en JP Morgan, en cuya sala de máquinas resaltan “las bajas expectativas de una apreciación significativa frente al dólar en caso de que las commodities, una de las fuentes de ingresos preferenciales en la zona, debiliten demasiado sus precios o que un repunte de la inflación propicie escaladas fulgurantes de tipos de interés”.

Los principales bancos centrales de Latam empezaron entre 8 y 12 meses antes que la Fed sus batallas contra la inflación y el de Brasil, por ejemplo, ha situado los tipos en el 13,25%, mientras el de Chile ya los tenía en el 9% en el primer trimestre, lo que llevó a su moneda a ganar alrededor de un 10% de cotización respecto al billete verde americano, cota similar a la alcanzada por el colombiano. Daniel Socci, de Stone X FX, concluye: “Hasta que la Fed no reconozca que empieza a ganar la batalla a los precios es de suponer que el valor de las divisas latinoamericanas no se erosionará”.

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