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Multimillonarios, jeques, constructores y magnates del petróleo lideran la rebelión de los clubes ricos en el fútbol europeo

Impulsores de la Superliga europea.

Diego Larrouy

19 de abril de 2021 22:20 h

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En 2005 nacía en Manchester el FC United, un club de fútbol impulsado por antiguos socios del todopoderoso Manchester United. Fue una rebelión de seguidores del club británico contra la venta del equipo a la familia Glazer. Actualmente es un modesto club de la séptima división inglesa pero se convirtió en un símbolo que ha impulsado a muchos otros clubes en Europa donde los accionistas son los propios aficionados y se defienden ciertos valores ajenos al “fútbol moderno”. Aquella muestra de protesta ha derivado en iniciativas similares en otros países, también en España, impulsado por nostálgicos de un fútbol donde las empresas y los fondos de inversión se mantenían lejos de los equipos.

Este domingo, el Manchester United de los Glazer y otros once equipos ingleses, españoles e Italianos presentaron la nueva Superliga, un campeonato europeo capitaneado por los clubes más ricos que da carpetazo con las tradicionales competiciones futboleras del viejo continente que en otro tiempo eran el sueño de cualquier gestor de un equipo del viejo continente. Es decir, la línea opuesta de lo que defendían aquellos hinchas del United que optaron por crear un nuevo equipo tras no sentirse ya representados por su viejo club.

Pero, ¿quién hay detrás de los clubes 'separatistas'? Los propietarios de estos clubes han llegado al fútbol por vías muy dispares y con intereses que, en su origen, poco tuvieron que ver con este deporte. En el listado de inversores aparecen multimillonarios chinos, magnates del petróleo, familias reales árabes, empresarios estadounidenses que respaldaron a Donald Trump, constructores o acaudaladas familias del continente. Los empresarios han visto ahora en la vía de la Superliga un lugar para generar nuevos ingresos del fútbol.

En España son tres los equipos que se han apuntado a esta competición: Real Madrid, Fútbol Club Barcelona y Atlético de Madrid. Los dos primeros son clubes adscritos a una figura societaria donde a grandes rasgos podría decirse que los socios son los propietarios. Sin embargo, no puede ser cualquiera de ellos presidente, puesto que se precisa de importantes requisitos patrimoniales y económicos para poder optar al cargo. Es así como el club catalán ha elegido a Joan Laporta recientemente o como el madrileño ha prolongado el mandato de Florentino Pérez al no haberse presentado ningún otro candidato.

Pérez es la cara visible de la rebelión de los clubes ricos europeos. El presidente de ACS ha dedicado buena parte de su vida al sector de la construcción y los servicios urbanos, cargo que ha compaginado con el de presidente del Real Madrid en dos etapas en las que las numerosas Champions logradas se han convertido en la bandera de su mandato, frente a resultados más modestos respecto a la Liga o la Copa. Ahora obtendrá su tercera presidencia al ponerse al frente de la Superliga, llamada a superar a la hasta ahora era la competición fetiche de su equipo.

El caso del Atlético es distinto al de los otros clubes españoles que han lanzado esta nueva competición. En su caso, el accionista mayoritario es la familia Gil Marín, herederos del polémico presidente 'colchonero' Jesús Gil. Su segundo accionista es, con cerca de una tercera parte, Idan Ofer, un multimillonario israelí que adquirió la participación de la empresa china Wanda, que da nombre al estadio del club. Ofer, heredero de un imperio naviero e industrial que se ha enriquecido gracias a las privatizaciones en su país, no negó que su afán por entrar en el Atlético obedecía al potencial que veía en los derechos televisivos, una de las razones que impulsa ahora a la nueva Superliga.

En el caso Italiano son otros tres equipos los que se han unido. Uno de ellos es el AC Milán, otrora grande de Europa que en los últimos años ha vivido sus horas más bajas. Aunque ahora marcha segundo en su liga, hace años que no se clasifica para la Champions League y gracias a su impulso de la Superliga se aseguraría jugar en la competición con los grandes equipos del continente. El equipo fue una histórica inversión de Silvio Berlusconi desde finales de los ochenta hasta el año 2016, gracias a la cual impulsaba su fama en el país que llegó a gobernar. Entonces decidió venderlo a Li Yonghong, un empresario chino que, tras los impagos en los préstamos con los que adquirió el club salió de él. Su prestamista, Elliott Management, se hizo con la entidad a través de un fondo en Luxemburgo. Se trata del vehículo inversor del multimillonario estadounidense Paul Singer, conocido por la reestructuración de las empresas en las que invierte.

El bastón de mando del fútbol italiano lo tiene hoy en día la Juventus de Turín, uno de los clubes europeos que cotizan en Bolsa. El equipo, cuya estrella es Cristiano Ronaldo, está controlado en un 64% por Exor N.V., el vehículo inversor de la familia italiana Agnelli, un clan histórico dentro del empresariado de este país propietario de marcas míticas como Fiat. Andrea Agnelli, presidente del equipo, dejó este domingo la presidencia de la ECA, asociación de clubes europeos, opuesta a la Superliga, para adherirse a la competición, donde ocupará la vicepresidencia, número dos de Florentino Pérez. Este clan familiar tiene inversiones en empresas tan variopintas como la propia Juventus, Stellantis, la escudería Ferrari, CNH Industrial (a su vez propietaria de Iveco) o la revista The Economist.

El otro equipo italiano es el Inter de Milan, que es propiedad de Suning Holding, el vehículo del multimillonario Chino Zhang Jindong, cuya fortuna supera los 7.000 millones. Hasta su entrada en el fútbol italiano su actividad se había centrado en Sunning.com, uno de los mayores portales de comercio electrónico en China.

Clubes menores convertidos en potencias europeas

La liga inglesa acumula la mitad de los impulsores de la nueva Superliga: Manchester United, Manchester City, Arsenal, Totthenham, Chelsea y Liverpool. Respecto al primero de los equipos, está controlado desde comienzos de los 2000 por la familia Glazer, quien actualmente ostenta el 75% de las acciones, mientras que el resto cotiza en Bolsa, como el caso de la Juventus. Uno de los presidentes, Joel Glazer, será el otro vicepresidente de la Superliga. Dirige el equipo junto a su hermano Avram desde que muriera su padre, Malcolm, quien adquirió el club en una polémica operación que en su día provocó un severo endeudamiento del Manchester United. Un símbolo como David Beckham se unió a muchos aficionados y rechazó aquella operación.

La familia debe su fortuna a las múltiples inversiones que incluyen la petrolera HRG, antiguamente conocida como Zapata fundada por el expresidente de EEUU George HW Bush y que fue adquirida por Malcolm Glazer a través de First Allied, el holding que dirigía sus operaciones y a través del cual desarrolló multitud de inversiones en el mercado inmobiliario, hospitalario o, incluso, en Harley Davidson. Actualmente la familia es también propietaria de los Tampa Bay Buccaneers de la liga de fútbol americano y no ha escondido su cercanía con Donald Trump. Ed Glazer, directivo del Manchester United, aportó 45.000 dólares a la campaña de Donald Trump en 2016.

El gran rival del United es el City, quien a base de grandes inversiones ha logrado hacer sombra a uno de los clubes históricos del país. Los citizens son propiedad de City Football Group, una compañía que tiene diversos clubes de fútbol (también en Melbourne y Nueva York), y es a su vez propiedad de Abu Dhabi United Group, dirigido por Sheikh Mansour, miembro de la familia real del emirato. El accionista convirtió a un club que históricamente no había logrado grandes éxitos en el fútbol ingles en uno de los más fuertes a nivel europeo a base de inversiones millonarias que han levantado controversia en el mundo del fútbol. Está actualmente entrenado por Pep Guardiola.

Es un caso similar al del Chelsea. Un club con un palmarés limitado que con la llegada del dinero procedente del petróleo se convirtió en uno de los equipos más fuertes del país y de Europa. Roman Abramovich protagonizó en 2003 una de las operaciones más famosas de compra de un club de fútbol al ser el desembarco de la mayor fortuna rusa en la liga inglesa. El empresario hizo su fortuna en la desintegración de la URSS, al adquirir y posteriormente vender la petrolera Sibneft.

Un histórico de la Champions League, competición a la que ahora quieren superar estos empresarios, es el Liverpool. El equipo cuenta con seis títulos, solo igualado por el Milán o superado por el Real Madrid. Su propietario desde 2010 es Fenway Sports Group, una compañía que nació a principios de siglo para adquirir la franquicia de béisbol de los Boston Red Sox. La compañía está dirigida por Joh W. Henry, un millonario que hizo fortuna con la gestión de activos en la Bolsa estadounidense.

Los otros dos equipos ingleses que se han unido en la apuesta de la Superliga son el Tottenham y el Arsenal. El primero es propiedad de Enic Group un fondo liderado por el británico Joe Lewis que se ha centrado en invertir en clubes de fútbol como el Basilea o el Glasgow Rangers, aunque también ha participado en otros sectores. Por su parte, el Arsenal, es propiedad de Stan Kroenke, un multimillonario estadounidense que es a su vez el dueño de los Denver Nuggets, en la NBA; Los Angeles Rams, en la NFL; los Colorado Avalanche, en la NHL, y los Colorado Rapids, en la MLS, la liga de fútbol estadounidense.

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