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¿Mejora España, empeora Italia o inquieta Alemania?

La prima de riesgo española se iguala a la italiana.

Belén Carreño

Los mercados detectaron el martes un suspiro más de riesgo en invertir en Italia que en España. Así se puede traducir la pírrica victoria que supone para la economía española haber superado en apenas un par de puntos el nivel de prima de riesgo –esto es, el diferencial entre un bono a diez años alemán y el resto– que registra Italia. Los inversores, y los políticos, llevaban días esperando y anticipando este sorpasso, que es algo tan poco efectivo pero estimulante, como quedar delante de Italia en Eurovisión.

La percepción de que la caída libre de la economía española se ha detenido ha empezado a calar en los inversores internacionales. Un día antes del esperado sorpasso, varios servicios de estudios de entidades financieras (Morgan Stanley, Funcas y N+1), mejoraron sus perspectivas para la economía española en 2014.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, asegura que el Gobierno corregirá al alza la previsión oficial de crecimiento para el año que viene. Actualmente el Ejecutivo prevé una subida del PIB del 1,2%, muy por encima de las previsiones internacionales, incluso de las revisiones optimistas de los servicios de estudios que sitúan la mejora en el 1%. Cabe recordar que España debe crecer a tasas próximas al 1,5% para crear empleo.

Sin embargo, el empate con la situación de Italia y el estrechamiento del diferencial con Alemania no son solo mérito del freno que ha echado la recesión española. Los vecinos comunitarios también han reunido deméritos que han acelerado el acercamiento en la percepción del riesgo y que siguen poniendo en solfa la solidez de esta tendencia. La parálisis institucional de Italia y sus continuas algaradas políticas han dejado en cuarentena la posible recuperación, al menos a ojos de los mercados, de su economía. El martes, se hizo una revisión a la baja del crecimiento del PIB italiano, que en el segundo trimestre del año menguó un 0,3% en términos intertrimestrales y un 2,1% comparado con el mismo periodo del año anterior.

Si solo se atiende a los números, la rentabilidad del bono español ha caído con mucha más celeridad que el italiano. Teniendo en cuenta que la prima de riesgo se calcula con la rentabilidad que ofrecen los bonos a diez años, podemos decir que partiendo de una situación comparativamente mucho peor, España ha logrado igualar el interés que ofrece el de la deuda italiana. En puntos, España ha reducido en un año en 144 puntos la rentabilidad de su bono, mientras que Italia solo ha abaratado su rendimiento en 64 puntos.

La relajación de la prima española coincide además con la decisión más o menos asumida de que a partir de ahora se levantará la mano a los recortes en los países de la zona del euro, y que apenas habrá más ajustes en los presupuestos del año que viene.

Decepción con los primeros de la clase

En el otro lado, hay que tener en cuenta el precio del bund, la deuda alemana con la que se completa la ecuación. Durante el último año los alemanes han pasado por situaciones tan kafkianas como lograr colocar su deuda gratis o incluso con rentabilidad negativa. Los inversores pagaban por poder refugiar su dinero en lo que se considera uno de los activos financieros más seguros del mercado. Esto ha cambiado sobre todo en el último mes, cuando la rentabilidad del bund ha comenzado a subir hasta 31 puntos y estar ya en el nivel del 2%. Una recompensa lógica al inversor a la hora de invertir en deuda alemana.

El encarecimiento de la financiación alemana expresa la inquietud de los mercados ante los resultados de los próximos comicios alemanes. La posibilidad de un cambio de gobierno en Berlín produce desazón a los inversores, sobre todo por el efecto dominó que podría tener en el resto de la UE. En cualquier caso, un nivel de rentabilidad del 2% (prácticamente igual a la inflación esperada) devuelve al mercado de deuda a unos niveles “razonables”. Son muchos expertos los que además advierten del estancamiento del motor alemán si no se toman medidas destinadas a revitalizar la economía, no tanto local como de los países del entorno a los que se exporta.

Al otro lado del océano, los titubeantes pasos de la economía estadounidense también contribuyen a una mejora de la percepción del euro. El bono estadounidense (conocido en la jerga por su nombre en inglés Treasurie) ya rinde un 3%, acusando la incertidumbre sobre el posible final de la política expansiva de la Reserva Federal.

La aparente recuperación de EEUU se ha acompañado de anuncios del posible final de los estímulos, algo que ha puesto nervioso al mercado, que lo ha leído de forma ambivalente. El final de la recuperación, es algo bueno. El final de los estímulos, no tanto. Como si a un yonki le anuncian que está a punto de abandonar el centro de desintoxicación. Alegría por estar recuperado. Inquietud por si será suficiente. Resultado: un aumento en 128 puntos de la rentabilidad de la deuda en el año de la supuesta recuperación.

Con todo, la contribución de la política económica del Gobierno español en todo este baile de primas y de cifras es, como se ve, muy escaso. Los factores que han influido en la crisis de deuda son muy complejos y en muchos casos han exigido de una respuesta conjunta de los países del euro que ha defraudado a los mercados. La tormenta ahora se ha desviado en parte a Asia, donde los especuladores están atacando con relativa saña a las divisas locales de los mercados emergentes. Queda por ver cuánto dura la tensa calma.

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