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La propaganda de la violación

Cayetana Álvarez de Toledo carga contra la política de igualdad del PSOE en el debate de RTVE.

Alicia Díaz

A estas alturas de la película en el panorama político queda claro que la ‘propaganda de la violación’ forma parte de la estrategia preferida de la formación de Pablo Casado.

El líder popular, consciente de su condición masculina, ha decidido dar voz a las entrañas del pensamiento reaccionario a través de Cayetana Álvarez de Toledo consciente de que al ser mujer, el feminismo se mostraría más permisivo y benevolente con ella. Esta cobardía que ha mostrado Casado, ante la imposibilidad de ser el hilo conductor de una campaña antifeminista al unísono con VOX , tiene como único fin contrarrestar el impulso del movimiento en los partidos de izquierda.

Las declaraciones de Cayetana Álvarez de Toledo van en la línea provocadora que ha mantenido la derecha durante años sacando a pasear a las víctimas de ETA como arma arrojadiza contra sus adversarios políticos, o la mercantilización de la niña Mari Luz – hasta de su propio padre – para conseguir el propósito de instaurar una ley que legitime la cadena perpetua y a la que más tarde se sumaría el padre de Diana Quer tras el asesinato y violación de su hija.

Que las desgracias de las mujeres terminan siendo objeto de intereses sociales, partidistas e individuales no es nuevo, el patriarcado lleva haciéndolo durante siglos. Lo novedoso es que ahora tenemos voz para denunciar y hacer una crítica severa a aquellos partidos que intentan seducirnos con sus programas supuestamente feministas y rechazar, de forma inquebrantable, el uso de las violaciones para hacer campaña política desde la oposición.

Este enjambre de posiciones antagónicas entre la izquierda y la derecha, son políticamente naturales por lo que no debe llevarnos a estados sorpresivos. Cayetana Álvarez de Toledo, interpretando un papel que le viene como anillo al dedo, está haciendo lo que su partido espera de ella: sembrar crispación para que el clima se vea alterado por un halo de violencia que justifique el poco peso de su discurso atávico y retrógrado.

Al otro lado del rin dialéctico, tenemos al PSOE y a Unidas Podemos abanderando el “Solo sí es sí” nacido de la mediática violación del quinteto formado por ' La Manada’, un ataque defendido visceralmente y de manera oportuna por Irene Montero. Álvarez de Toledo tiene razón, el sistema judicial no puede garantizar que el silencio sea motivo de condena, de la misma manera que no garantiza que al ser víctima de un atraco el criminal sea imputado por robo con violencia o solo por hurto, de ahí la necesidad de reformas jurídicas que permitan poco a poco ir creando conciencia colectiva en relación a las múltiples violencias que sufren las mujeres independiente a otros tipos de violencia.

¿Qué entendemos por violencia? Esta es la clave fundamental para entender sentencias como las de 'La Manada' o la de miles de redacciones en las que se falla a favor del abuso sexual y no de la violación, como si ser abusada sexualmente no fuera lo suficientemente violento. Pero el discurso feminista naufraga por varias razones; entre ellas, la negación del cambio estructural necesario para erradicar la violencia machista por falta de voluntad política, de ahí que el partido de Pablo Iglesias apueste por una campaña aliándose con el feminismo sin hacer ni una sola mención en todo su programa electoral a una de las arterias fundamentales que sustentan la estructura machista: la prostitución.

Es en el sistema prostituyente donde se ramifican las violencias que discriminan de manera opresivas a todas las mujeres a consecuencia de la institucionalización de las prostitución como fuente capitalista en base a un mercado en el que el cuerpo de las mujeres – la mayoría precarizadas – son tratadas como producto y mercancía. Del feminismo han hecho un producto cuya mercancía consiste en el trueque de votos a cambio de propuestas cosméticas que no hablan de nada.

Por eso el PSOE es capaz de presentar un proyecto en el que en el apartado 'feminismo' se incluyen políticas relacionadas con la identidad de género sin haber caído en la cuenta de que el feminismo trabaja para abolirlo y no para sostenerlo y alimentarlo.

Con estos mimbres no puede esperarse que los debates nos lo tomemos en serio. La banalización sobre las violaciones y las necesidades de las mujeres, han llegado hasta tal punto que a nadie se le ha ocurrido hablar de lo realmente importante: un proyecto que proponga cambios estructurales en la educación sexual, afectiva y emocional de una sociedad que de tanto hablar de abusos sexuales se les ha olvidado hablar de sexo.

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