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RUTAS

Pedaleando por la Cicloextremeña

Fotografía tomada durante la ruta Cicloextremeña

Julen Iturbe-Ormaetxe

10 de noviembre de 2021 21:30 h

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Una ruta en bici de montaña, tal como la entiendo, no es solo pedalear por determinados caminos y encontrar paisajes naturales deslumbrantes o un valioso patrimonio cultural, artístico o del tipo que sea. La ruta lo es porque hay personas que, de una u otra forma, la han hecho posible. Puede que se trate de caminos 'de toda la vida', pero alguien pensó que uniendo algunos de esos caminos construiría una ruta. El lado humano, de una u otra forma, está siempre presente. 

Comenzamos con la Cicloextremeña, que existe porque Carlos Moreno y Pablo García se animaron con ella.

—Alberto, por ahí no pasamos. La cancela está cerrada y bien cerrada y la altura no permite hacer 'biciescalada'.

—A buscarse la vida.

—Pues tendremos que decírselo a Carlos. Le comenté que le informaríamos

Las rutas necesitan caminos públicos, con derecho de paso. Y no siempre sucede que el camino público, al atravesar una propiedad privada, se continúe manteniendo público. En Andalucía o en Extremadura no será la primera vez que nos sucede. También, por cierto, en Portugal. Esta península ibérica tiene estas cosas. Las rutas sirven también para reivindicar los derechos de paso.

La Cicloextremeña, la ruta que pedaleábamos en la primavera de 2018, dice que ha cogido la referencia de su hermana mayor, la TransAndalus, de la que escribiremos no uno, sino varios artículos. Pero eso será más adelante. Hoy este que inaugura la sección nos lleva a Extremadura.

Mi conexión con este territorio implica lazos emocionales. En la margen izquierda del Nervión y en la zona minera de Bizkaia, fue mucha la gente que llegó de allí buscando trabajo. En los años 50 y 60 del siglo pasado la pujante industria siderometalúrgica necesitaba mano de obra. ¡Qué tiempos aquellos! Hoy, que nos despertamos con bancos en los que parece que sobra gente a manos llenas. Pues que sepáis que hubo un tiempo en que la gente emigraba a esta parte del sur de Islandia, aquí en Euskadi. En el barrio, entre mis amigos y vecinos, Cedillo era el pueblo del que casi todos procedían.

La Cicloextremeña no pasa por Cedillo. Está bien dejar asuntos pendientes para encontrar razones por las que volver a pedalear por allí. La ruta es perimetral y como las provincias de Cáceres y Badajoz son extensas, el kilometraje completo también lo es. Un consejo: yo que tú me iba para allí en primavera. Sí, el clima puede ser inestable y por supuesto que te puede llover. Pero la dehesa en primavera es mucha dehesa, hazme caso. Y la Semana Santa, da igual tu fe o tu falta de ella, es un espectáculo digno de apreciar.

Pedalear por la comarca de Las Hurdes, inmortalizada en aquel documental de Buñuel, o por la Sierra de Gata, te acerca a territorios en los que creerás haberte perdido por algún lugar del fin del mundo

Carlos y su colega Pablo nos explican la ruta en torno a cuatro bloques. Si la haces es sentido horario (nosotros, tozudos vascos, la hicimos al revés) y comienzas en Badajoz, te los encontrarás de esta forma:

1.- Del Guadiana al Tajo

Sí, dos ríos de los que vertebran el territorio, crean divisiones y uniones, separan y arrejuntan. Cerca del Tajo te toparás con mucha historia, la que proviene de quienes nos dejaron sus dólmenes como huella de su paso hace miles de años, pero también podrás descubrir ingenios arquitectónicos como el famoso puente romano de Alcántara.

2.- Las montañas

Porque sí, como casi en cualquier parte de la península, las hay. Pedalear por la comarca de Las Hurdes, inmortalizada en aquel documental de Buñuel, o por la Sierra de Gata, te acerca a territorios en los que creerás haberte perdido por algún lugar del fin del mundo. La ruta, por cierto, tiene 'zona oscura'. Ponte manos a la obra y descubrirás de qué se trata. No todo te lo vamos a contar aquí. Montaña también quiere decir valle: ¿adivinas lo que encontrarás en el Valle del Jerte si eliges bien tus fechas? Afina el calendario.

3.- Los lagos

Siempre oí que Extremadura es la comunidad autónoma con más kilómetros de costa. No está mal para no disponer de un mar o un océano, ¿verdad? Los embalses tienen la culpa. Los encontrarás en la Siberia, una comarca de contrastes. Los grandes ríos fueron una tentación para estancar la corriente del agua y demostrar que la humanidad puede modificar lo que la naturaleza propuso.

4.- La dehesa

Mi territorio preferido si, como decía, eliges bien las fechas. Entre encinas y alcornoques, el cerdo ibérico se mueve en busca de bellotas. Respetamos la ideología vegana, pero es otra de las razones por las que pedalear por estas tierras: la colección de cortes que ofrece el cerdo ibérico es espectacular: el látigo o el lagarto aquí son otro concepto. Déjate llevar por las carrilladas, la presa, la pluma o el secreto, nombres todos que puede que queden también como recuerdo imperecedero.

La ruta, como toda buena propuesta, está en permanente reconstrucción. En contacto con Carlos para escribir este artículo, me explicaba que han aprovechado los tiempos de coronavirus para actualizar el trazado y sustituir tramos de carretera por alternativas ciclables a través de pistas y caminos. El diseño que nos proponen está dividido en 22 etapas para un total de cerca de 1.300 kilómetros e incluye dos posibles ramales añadidos. Ojo, que cuenta además con una versión para ciclismo de carretera y seguro que no es mala opción porque la densidad de tráfico por estas latitudes es escasa, como podéis imaginar.

Entre los proyectos actuales está también el de poner en marcha una web específica de la ruta. Ya veis que ideas no faltan para hacer de esta ruta circular una opción muy a tener en cuenta en tus planes cicloviajeros. Extremadura es diversa y la ruta te permite acceder a sus valores naturales y paisajísticos, pero también a su patrimonio cultural y artístico. La arquitectura popular destaca en comarcas como la de las Batuecas, con pueblos que son una auténtica delicia.

No es una ruta especialmente dura desde el punto de vista físico. Desde luego que tampoco es el Delta del Ebro, pero ya que invita a pedalear con tranquilidad, ¿para qué acelerar cuando puedes disfrutar de tanto regalo para tus ojos? Bueno, y para tus narices, que los secaderos de jamón ibérico desprenden un olor que alimenta también el espíritu, claro está. Carlos, Pablo, muchas gracias por el trabajo de ofrecernos esta fantástica ruta.

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