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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La pataleta de los jefes de servicio

Sanitarias en las ventanas del Donostia

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Osakidetza, nuestro servicio público de salud, se derrumba. Su estructura está apolillada desde el inicio de su existencia. El tejido vivo lo formamos los trabajadores rasos y los pacientes, desautorizados ambos en la toma de decisiones en el ámbito sanitario. Los pacientes han sido convertidos en sujetos pasivos, meros usuarios de un servicio más.

Los partidos del régimen se han ido pasando el trono del Gobierno vasco consiguiendo financiación para sus empresas privadas mediante dinero público y repartiendo puestos de confianza para la gestión y la dirección de los diferentes centros. Mientras hubo abundancia de recursos, los altos cargos pudieron gozar de una relativa autonomía, siempre obedeciendo las directrices del partido, pero en épocas de crisis no valen medias tintas, de ahí los ceses de la última semana.

Y llegamos a los capataces de la empresa: las jefaturas, cuya misión divina es mantener el orden en sus filas. Organizan sus servicios, pero además, gozan de libertad para funciones como compras de material, contrataciones cortas, entrega de plazas de oposición, firman todo artículo publicado por trabajadores de su servicio aun no habiendo participado en el estudio, reciben gratificaciones de compañías farmacéuticas... Los jefes de servicio se autoerigen como profesionales de prestigio, aunque entre ellos también hay rangos, casi todos con intereses en la Sanidad privada, en la que ejercen.

Estos jefes son aquellos que “protestan sin pancartas” porque solo protestan cuando su poder se ve disminuiido, quejándose de un funcionamiento vertical de Osakidetza del que son, irónicamente, parte. Apelan a una lucha no política mientras amenazan con las consecuencias en las próximas elecciones. Es no política porque no quieren alterar el 'statu quo' que favorece la privatización. Dicen no ser de huelgas por el perjuicio a la población, puesto que la situación de precariedad laboral no les afecta individualmente. Desde sus pedestales exigen mano libre para contratar a quien quieran, exigen reconocimiento y exclusividad en sus trabajos. Y, aquí viene la guinda, piden la adhesión de los médicos de primaria y de todos los sanitarios cuando nunca se les ha oído mientras desmantelan la atención primaria, cuando desde el estamento que consideran más alto tratan a otros como si fuesen de una casta inferior.

Uno de los principales factores condicionantes de la salud es la situación socioeconómica, la clase. Por ello, la lucha por una Sanidad pública comunitaria, universal, gratuita y de calidad es una lucha política, que no partidista, porque supone una lucha por la justicia social. En la actual fase de crisis, el capital necesita mercantilizar absolutamente todo lo que pueda generar ganancia: Sanidad pública, cuidados, educación. Esto se traduce en que la atención sanitaria dependerá de la posición social del paciente, habitaciones lujosas para unos y muerte por inasistencia para otros. Y como ejecutores de este sistema están aquellos que tienen intereses privados, los asiduos a las puertas giratorias y todos los que funcionan como sus herramientas, desde la punta del tejado hasta las vigas.

En conclusión, la pataleta de la que somos testigos está causada porque la cúpula de Osakidetza ha decidido capar algunos poderes de los capataces que ven en peligro su cortijo. Nada tiene que ver con la lucha por una Sanidad pública que se mueve desde hace años desde trabajadores, sindicatos y población. Yo solo creo en la organización y movilización del tejido vivo de Osakidetza, trabajadores rasos y pacientes. Pueden dimitir y destituir a todos los altos cargos y a todas las jefaturas de servicio. La asistencia sanitaria seguirá adelante y podremos lograr una organización más democrática. 

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