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La huerta intenta abrirse paso en la escuela

Imagen de un comedor escolar.

Eduardo Azumendi

Comer bien y sano. Esa es una de las preocupaciones de miles de familias vascas que a diario tienen que dejar a sus hijos en los comedores escolares de los centros públicos. En la actualidad, la inmensa mayoría de los centros está sometido a la ‘dictadura’ del catering impuesto desde el Departamento de Educación que se encarga de contratar los productos y pagar el resto del servicio. En total, las familias deben costear de su bolsillo 4,60 euros por menú. Los centros que no estén de acuerdo con el modelo se pueden marchar, pero entonces corren con todos los gastos. ¿Es posible que algún centro que se declare insumiso al modelo actual pueda dar de comer productos frescos y de calidad a los alumnos sin subir la cuota de 4,60 euros?

Pues sí. Al menos eso es lo que afirma Lourdes Imaz, portavoz de la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de la Escuela Pública Vasca-Ehige. “En el año 2000 salió la normativa que está actualmente en vigor que obliga a todos los centros públicos a gestionarse a través de empresas de catering. Los centros que no estén de acuerdo con eso deben asumir todos los gastos de comedor. Si se rompe un plato debe ser la asociación de padres de ese colegio [Ampa] la que lo costee. Las familias no están contentas. La calidad de la alimentación de los niños es una preocupación diaria para las familias. Los centros tendrían que tener autonomía para poder gestionar como quieran los comedores y 4,60 euros por menú es perfectamente posible dar productos del entorno de calidad y frescos”.

En la actualidad, hay cuatro centros que desarrollan experiencias piloto. Están bajo el paraguas del Departamento de Educación, que entiende que es suyo el comedor y, por lo tanto, paga todo lo que se rompa y corre con el sueldo de los cocineros. Mientras, es el Ampa la que paga los productos y el salario de los monitores durante el horario de comedor.

Zuriñe Egia es representante de la Asociación de Padres y Madres del colegio público de Markina, uno de los cuatro que están experimentando con productos del entorno bajo la supervisión de Educación. “Cobramos a los padres los 4,60 euros estipulados y ofrecemos una alimentación de calidad, exactamente lo que comemos en casa”. Y como ejemplo, habla de que todos los martes y los viernes hay encima de la mesa pescado fresco procedente de Ondarroa, algo impensable en los menús de catering. “Hay épocas en que no entra el pescado de temporada y hay que recurrir a otras especies”, aclara.

Según Zuriñe, la experiencia “compensa a todos los niveles”. “Económicamente no tenemos déficit y socialmente potenciamos los productos del entorno y ayudamos a dinamizar la economía local”.

Impulso del Ayuntamiento

Una experiencia singular es la desarrollada en la escuela pública de Orduña, donde es el Ayuntamiento de la localidad el que ha impulsado el proyecto de un comedor con producto local y ecológico en el colegio. Mari José Imaz, del Ampa del colegio de Orduña, explica cómo surgió la iniciativa. “Todo parte del Ayuntamiento y de su servicio de dinamización local. La apuesta es por los productos locales y como el colegio no tiene cocina se aprovecha la de una residencia de ancianos próxima que también participa en la iniciativa”.

“Se trata de un proyecto que ayuda a cohesionar la comunidad. Sobre el papel el coste para las familias va a ser similar que si se nos suministrara un catering, pero la diferencia de calidad es evidente”.

Lourdes Imaz recalca la idea de que cambiar el modelo no implique necesariamente que el Ampa tenga que gestionar y responsabilizarse de todo.  “Educación debe tomarlo como un proyecto de país, que haya más diversidad y no quede todo en manos de cuatro grandes empresas de catering. El departamento debe ser flexible y las Ampas que quieran gestionar deben contar con su ayuda. Con el modelo actual, el centro no elige. Son grandes empresas las que proporcionan alimentos procesados, no hay producto local ni pescado fresco. Hay que cambiar el modelo. El comedor tiene que ser un espacio educativo, ahora se considera como un espacio complementario. Se debe aprovechar como un aula, para trabajar temas relacionados con la convivencia, con la salud, con la alimentación. Tiene que haber producto local y ecológico y que las relaciones con los productores sean justas”.

Enseñar a comer bien

“Lo destacable de estos comedores es que enseñan a comer bien a nuestros hijos y dan valor al entorno. Los niños viven en un entorno alimentario que promueve el consumo excesivo de productos procesados”. Así lo cree Alex Azpiri, representante del Ampa de la escuela pública de Atxondo, en el Duranguesado. En esa comarca vizcaína se han unido nueve escuelas públicas para reclamar el cambio de modelo y apostar por el producto local. “No queremos andar solos en esta aventura, necesitamos el apoyo y la protección jurídica y económica del Gobierno vasco. La fórmula es viable, potencia el consumo de alimentos frescos e introduce un componente educativo en los centros sobre las ventajas de comer sano facilitando la compra de productos ecológicos”.

El Parlamento ya pidió hace un año al Departamento de Educación la constitución de una mesa de trabajo para cambiar la normativa, pero aún no se ha puesto en marcha. “El comedor influye en el entorno, el dinero de las familias sirve para crear riqueza en el entorno, los alumnos pueden ver de dónde salen la lechuga o los puerros que les ponen en el menú del comedor. La realidad es que ahora solo hay productos lejanos, incluso los colegios de pueblos marineros no tienen posibilidad de comer pescado fresco, insiste Lourdes Imaz.

Recientemente, la Cámara de Vitoria ha reclamado al Gobierno que garantice la construcción de cocinas en los centros educativos que así lo demanden, con el fin de mejorar la alimentación de los alumnos. El apoyo para la creación de estas infraestructuras deberá comenzar por aquellos centros que ya han empezado o que tienen previsto empezar obras de mejora de sus infraestructuras.

El objetivo es que estos centros puedan preparar su propia comida, con lo que se espera que pueda mejor la alimentación de los alumnos y contribuir a la economía local mediante el consumo de productos del entorno. Desde EH Bildu, autor de la iniciativa, su parlamentaria Rebeka Ubera recalca que el objetivo de esta petición no es “obligar” a los centros a preparar la comida en sus instalaciones, sino “poner las condiciones” para que los que son partidarios de esa opción puedan llevarla  a cabo.

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