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Galdakao rememora a sus víctimas de la Guerra Civil en el 85 aniversario del bombardeo que sacudió el pueblo

Ofrenda floral por las víctimas del bombardeo de Galdakao

Maialen Ferreira

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Isabel Tutor tenía 17 años cuando falleció el 19 de mayo de 1937 mientras trataba de refugiarse del bombardeo de Galdakao, que cumple este jueves su 85 aniversario. Adelaida y Sergia Etxebarria, eran dos hermanas de 35 y 32 años, que cuando las bombas empezaron a caer, lograron llegar al refugio ubicado detrás de la que es a día de hoy la plaza de Plazakoetxe. Ninguna de las dos consiguió sobrevivir a aquel día. Al igual que ellas, al menos otras 37 víctimas fallecieron aquella tarde después de que tres Heinkel He 111 bombardearan el municipio. Según recoge el 'Atlas de bombardeos en Euskadi (1936-1937)' del historiador Xabier Irujo, “algunas de las bombas cayeron sobre un refugio causando en el acto la muerte de mujeres y niños”.

Con el objetivo de conmemorar a las víctimas del bombardeo y a las personas que murieron durante la Guerra Civil en Galdakao, este jueves las sirenas han vuelto a sonar en la localidad vizcaína durante un acto que se ha llevado a cabo en la misma plaza, frente a los refugios donde cayeron las bombas. Durante el acto, una coreografía basada en los testimonios de las víctimas y los testigos de aquel suceso y creada expresamente para el 85 aniversario del bombardeo, ha conmovido a los asistentes.

“Las bombas lanzadas en aquella primavera de 1937 tenían un objetivo muy claro: realizar el máximo daño posible a un enclave estratégico como Galdakao, nexo de la Bizkaia interior con Bilbao. Éramos la antesala de las tropas fascistas a la capital. Aquellas bombas lanzadas mataron a 40 civiles, 32 de ellos galdakaotarras. Una huella imborrable que el fascismo ha dejado en nuestro recuerdo”, ha lamentado el alcalde del municipio, Iñigo Hernando, de EH Bildu, en un acto en el que han estado presentes decenas de vecinos y que ha contado con la presencia del líder de la coalición abertzale, Arnaldo Otegi.

La búsqueda de Pedro Asua, galdaotarra fusilado en Jaca

Durante el acto, Josu Larrea, uno de los familiares de las víctimas de la Guerra Civil, ha contado la historia de su tío, Pedro Asua, nacido en Galdakao, pero fusilado por los franquistas en Jaca. Asua fue miliciano del batallón Zabalbide de Izquierda Republicana. Lo hicieron prisionero en Asturias y, finalmente, fue fusilado en Jaca el 7 de febrero de 1938. Meses antes de morir, en noviembre del año anterior, escribió una carta a su hermana -la madre de Josu Larrea- en la que, sin ser consciente de lo que le iba a ocurrir, le expresaba su intención de “volver pronto a Bilbao”, le explicaba que no le quedaba dinero ni ropa, y le pedía que, si ésta podía, le mandase “dinero o ropas” para poder subsistir. En la carta, se despide mandando recuerdos a la familia y “un fuerte abrazo de tu hermano que tanto te quiere”.

“En la familia siempre hemos sabido que el tío había sido fusilado, y siempre que salía el tema, lo comentábamos con normalidad, no era un secreto, pero no sabíamos mucho sobre lo que ocurrió”, ha detallado Larrea, quien decidió, tras recibir las primeras informaciones del fusilamiento de su tío en Jaca, “tirar del hilo” para descubrir dónde había sido enterrado. “El primer paso fue escribir al investigador Paco Etxebarria, que me envió el libro de un escritor de Santander, el 'Eco de las descargas', de Esteban E. Gómez, que hablaba sobre la represión que hubo en Jaca. Al final del libro, había una lista de los fusilados, entre ellos la fecha del fusilamiento de mi tío, pero con un 'sin nombre' escrito al lado”, ha contado.

La odisea de Larrea por encontrar los restos de su tío siguió en 2007, cuando se dirigió al Ayuntamiento de Galdakao a solicitar información. Después de ello, viajó a Jaca, donde el escritor Esteban E. Gómez le esperaba con el certificado de defunción de su tío. Fueron al cementerio y, en el libro de registro de enterramientos, teniendo en cuenta el año de defunción y con ayuda de los trabajadores del mismo, pudieron encontrar un lugar en el que posiblemente Pedro Asua pudo ser enterrado. “No teníamos mucha más información, pero encontré el expediente del juicio que lo condenó en Madrid y eso aclaró muchas cosas, como que estaba en un batallón de trabajadores, que un día dos soldados nacionales fueron a hacerle una vista y que en esa visita, al decirles que la guerra terminaría pronto, le denunciaron. A raíz de aquello, le realizaron un procedimiento sumarísimo. El juicio tuvo lugar una tarde, y a la mañana siguiente lo fusilaron”, ha explicado Larrea.

Con ayuda del Ayuntamiento de Galdakao y las gestiones realizadas por la Sociedad de Ciencias de Aranzadi, han logrado el permiso del Gobierno de Aragón y el visto bueno del Ayuntamiento de Jaca, para excavar en el lugar donde confían que están los restos de Asua. Una vez hallados, serán identificados y, si coinciden, la familia espera traerlos de vuelta a su tierra de origen. “Para saber y entender quienes somos, debemos conocer nuestro pasado. Casos como la recuperación de los restos mortales del miliciano Pedro Asua o este bombardeo, deben ser documentados y divulgados. Esta historia se ha transmitido de generación en generación, y así debe seguir siendo. Es nuestro deber y responsabilidad”, ha concluido el alcalde del municipio.

Visitas guiadas a los búnkeres y una exposición

Durante la semana se llevarán a cabo distintos actos organizados por Galdakao Gogora y el Ayuntamiento en memoria de las víctimas de la Guerra Civil en el municipio, como la exposición 'Recuperación de la Memoria Histórica de Galdakao (1936-1939)', en la que se muestra información sobre los gudaris y milicianos muertos en la Guerra Civil, en los bombardeos y los que fueron fusilados en el mismo Galdakao, así como fotografías y documentos de la época. Además, se realizarán visitas guiadas informativas con las que se podrá entrar a algunos de los búnkeres que construyeron en el municipio, que eran de tres tipos. Los denominados 'tipo 1' se realizaron en Tximiolarre y en La Cruz, consistían en cavar 100 metros de túnel para cobijar a 1.500 personas, cinco de ellas en cada metro cuadrado, aproximadamente. Los denominados 'tipo 2' se encontraban en Zugatzu, Bengoetxe y La Cruz y, en ellos, cabían 300 personas. Por último, en Bengoetxe, Labeaga y Usansolo se encontraban los de 'tipo 3' en los que cabían cerca de 400 personas.

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