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La Inspección de Trabajo saca los colores al Servicio Vasco de Salud: “El riesgo de la COVID-19 se valora como moderado cuando tiene gran infectividad”

Una enfermera en el hospital bilbaíno de Basurto.

Iker Rioja Andueza

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“El ente público Osakidetza dispone de una deficiente evaluación de riesgo biológico, la cual carece del rigor técnico mínimo exigido […]. En lo que respecta a la COVID-19, el riesgo se valora, a lo sumo, como moderado, cuando se trata de una enfermedad de una gran infectividad, con un porcentaje de letalidad del 3,1% en el País Vasco (hasta el 24 de octubre), con consecuencias y secuelas para la salud desconocidas y que están siendo aún hoy objeto de investigación”.

Quien se pronuncia en estos términos tan contundentes es la Inspección de Trabajo -tanto la estatal como la autonómica-, que completó a principios de noviembre un informe de 82 páginas con irregularidades detectadas en las medidas adoptadas por el Servicio Vasco de Salud para prevenir los contagios de coronavirus entre los sanitarios desde que se detectara el primer caso el 28 de febrero en el hospital de Txagorritxu. El documento refleja que en algunos momentos el “4,1%” de la plantilla total ha estado contagiada. Según datos de esta misma semana, eran alrededor de 800 los casos activos de COVID-19 en Osakidetza, el 2% del personal. Sumados los profesionales en cuarentena, ahora mismo la pandemia afecta al 3% de los 39.000 trabajadores de la que es la mayor empresa vasca.

Un dato sobre la evaluación de riesgos en el hospital de Galdakao, en el que trabajaba la primera sanitaria fallecida: “El anexo de la ‘escalada’ se elaboró en junio, supuestamente cinco días antes del de la ‘desescalada’, lo cual es una prueba clara de que en la escalada de la pandemia no se elaboró, sino que se ha hecho ‘a posteriori’”. La Inspección de Trabajo habla a las claras de “irregularidades” y de que “no se contemplan medidas organizativas ni de protección colectiva” tales como limitaciones de aforos, ventilación y otras. Asimismo, recalca las “diferencias entre unos hospitales y otros” de la red de Osakidetza a la hora de adoptar estos protocolos. “El actuante no discute que no se hayan adoptado medidas organizativas colectivas e individuales. Ahora bien, es evidente que no se han adoptado todas las medidas que se podrían adoptar”, remarcan la Inspección de Trabajo.

El informe detalla algunos puntos concretos que se podrían mejorar en la Sanidad vasca. “Hay una omisión total de la valoración de los tiempos de trabajo y los descansos como elementos que inciden en el riesgo de exposición”, se resalta. Según la Inspección de Trabajo, la creación de dos circuitos no conectados en los hospitales vascos -uno ‘sucio’ para casos de COVID-19 y el ‘limpio’ para el resto de servicios asistenciales- “no tiene por qué ser incompatible tampoco con la realización de rotaciones de descanso en la zona COVID-19, siempre que los equipos se mantengan más o menos estables durante un tiempo (grupos burbuja) y el paso a la zona limpia se realice tras la oportuna prueba PCR”.

“No es admisible que se alegue la necesidad de reducir el número de trabajadores expuestos para no adoptar medidas de limitación de la jornada […]. Es inadmisible que en áreas COVID-19 los facultativos puedan prestar servicios en un mismo día durante más de 12 horas”, se concluye. A este respecto, se añade que “no se puede defender, en ninguna instancia, que un trabajador que lleva más de 12 horas en un hospital pueda aplicar los estrictos protocolos higiénicos que se han establecido para la COVID-19 con unas mínimas garantías de atención, dedicación y concentración”.

El informe constata la evidencia de que, en la primera ola, “ha habido problemas de abastecimiento” de materiales de protección. Además, afea a Osakidetza que no llevara un “registro y seguimiento” de los materiales reutilizados o cuando se hayan entregado mascarillas u otros equipos de menor nivel de seguridad por la ausencia de otros mejores. La Inspección de Trabajo comprende el “desabastecimiento” en momentos de crisis sanitaria global, pero señala que ello debe llevar aparejado “medidas preventivas adicionales” de “vigilancia” de la salud laboral. Estos seguimientos especiales, en cambio, sí se realizaron adecuadamente con crisis como las de las mascarillas defectuosas Garry Galaxy, entregadas por el Ministerio de Sanidad, según aplaude el informe. ¿En qué se falló? “Se ha utilizado batas ordinarias complementadas con delantales impermeables en vez de equipos de protección individual adecuados”, “se han estado reutilizando batas impermeables en contra de las instrucciones del fabricante” y ha habido materiales no homologados que se han entregado (se citan unas batas de la marca Inarbel y otras de Ortiz).

El documento de la Inspección de Trabajo termina con propuestas correctoras que tienen que ser aplicadas en toda la red de Osakidetza “en su conjunto” y cuyo cumplimiento se exige de “manera inmediata” aunque se da un margen hasta el 5 de diciembre, es decir, hasta el final de esta semana. Algunas de ellas pasan por dar diez minutos para el aseo antes de las comidas o de terminar la jornada, o por que los profesionales de los circuitos ‘sucios’ no superen las 12 horas seguidas y que se les dote de protecciones adecuadas en todo momento. De no ser posible por falta de suministros, se plantea un “plan” de contingencia “para reducir el riesgo al mínimo”.

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