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El largo camino del recuerdo del Cinturón de Hierro que plantó cara al franquismo

Una de las fortificaciones del Cinturón de Hierro, situada en Larrabetzu.

Rubén Pereda

La Guerra Civil española estalló el 18 de julio de 1936. El fracaso del golpe de Estado provocó que la zona norte republicana pasase a ser una isla, alejada del resto del territorio afín al Gobierno legítimo. Dentro de este enclave, la ciudad de Bilbao tenía suma relevancia, puesto que contaba con la más importante industria pesada de España, de modo que los republicanos se dispusieron a defenderla con uñas y dientes de cualquier ataque. Para ello, iniciaron la construcción del denominado Cinturón de Hierro, una fortificación compuesta por túneles y trincheras que rodeaba la ciudad vasca y escudaba recursos como aeródromos y centrales eléctricas. En los últimos años, la asociación Sancho de Beurko ha dedicado sus esfuerzos a catalogar todos y cada uno de los elementos de esta barrera defensiva con el objetivo de elaborar un inventario que sirva para la conservación y la memoria. Recientemente, el Gobierno vasco, en colaboración con el Instituto Gogora y los 23 municipios que recorre el cinturón —tan solo quedan restos en 21 de ellos—, ha puesto en marcha un proyecto para declararlo patrimonio cultural vasco e incluirlo en un itinerario para la memoria histórica.

En marzo de 1937, el general Emilio Mola inició una campaña ofensiva con la que pretendía conquistar el norte de España, en manos republicanas, en menos de tres semanas. No obstante, las fuerzas republicanas se alinearon para formar el Euzko Gudarostea, integrado por una amalgama de nacionalistas vascos, comunistas, anarquistas y demás personas contrarias al bando sublevado. Para proteger Bilbao, un punto clave en la zona norte, se invirtieron cerca de 50 millones de pesetas para la construcción del Cinturón de Hierro, en la que participaron hasta 75 000 personas.

Sin embargo, cuando Mola y sus fuerzas llegaron a la zona, la fortificación tan solo estaba completa al 40% y, además, contaba con deficiencias considerables. Asimismo, el cabecilla golpista contó con una ayuda inesperada y de inestimable valor: la brindada por el ingeniero Alejandro Goicoechea. Este había sido el principal artífice del Cinturón de Hierro, pero en 1937 decidió desertar y se adscribió a la causa golpista, con la que colaboró ofreciéndoles información referente a la fortificación, que incluía planos, detalles, puntos débiles… De este modo, el 12 de junio, las fuerzas dirigidas por Mola iniciaron un bombardeo que destruyó las líneas defensivas y el general emprendió una ofensiva con 18 000 hombres. Los defensores se vieron obligados a replegarse a Bilbao y, aunque lucharon por cada calle y cada casa, al final evacuaron la villa. Franco se mostró muy orgulloso de esta victoria: “El que llamabais Cinturón de Hierro ha sido roto por nuestras tropas. Nada puede contener el victorioso y arrollador avance del Ejército Nacional”. Y así fue. Con Bilbao en manos de los sublevados, Santander y Asturias fueron conquistadas con relativa facilidad.

La resistencia republicana había depositado muchas de sus esperanzas en la fortificación, por lo que, tras la caída de la villa de Bilbao, se convirtió en un símbolo de la victoria franquista. Pese a esto, como consecuencia de la crisis económica en la que se sumió el país y ante la escasez de materias primas, muchos oportunistas aprovecharon para hacerse con el hierro de las estructuras. Asimismo, al propio Goicoechea, el ingeniero desertor, le fue concedido el desmantelamiento del cinturón. En este proceso, se voló la gran mayoría de las armaduras de hormigón, por lo que el parapeto quedó destartalado.

Espíritu de Sancho de Beurko

Hasta el año 1999, nadie se preocupó por él. Con el nuevo siglo a la vuelta de la esquina, la situación dio un vuelco y se fundó en Bilbao la asociación Sancho de Beurko. “La asociación fue consciente de la demanda de la propia sociedad vizcaína en la defensa de este patrimonio que languidecía abandonado en nuestros montes”, reza la página web de la institución. En todo momento ha estado presente el espíritu de Luis Ruiz de Aguirre, alias Sancho de Beurko, militante de Acción Nacionalista Vasca y comisario del Euzko Gudarostea, que desde el exilio se preocupó de revisitar con sus libros los conflictos bélicos en los que había tomado parte.

La Dirección de Patrimonio Cultural del Gobierno vasco, que depende a su vez del Departamento de Cultura, encomendó a la asociación el estudio de las fortificaciones del Cinturón de Hierro. Esta labor comenzó en 2008 y se ha prolongado hasta la actualidad. José Ángel Brena, coordinador del estudio y catalogación del Cinturón de Hierro e investigador de la asociación, hace hincapié en la dificultad que entrañó el proyecto. “Fue un proceso muy lento y costoso porque había que definir una metodología en un tema, el de la protección de las fortificaciones de Guerra Civil, que no tenía precedentes en el País Vasco”. No obstante, la asociación no se ha limitado a catalogar los restos de aquella fuerte inversión republicana. “No solo se ha trabajado en la elaboración de un inventario, sino en la puesta en valor y en el conocimiento de este patrimonio construido”, se asegura desde la asociación. Y Breña añade: “También nos encargamos de corregir la parte correspondiente a la llamada Línea Inglesa”. Para ello, han estrechado lazos con municipios, otras organizaciones y particulares. “Sería muy conveniente que los ayuntamientos y asociaciones locales fuesen tomando conciencia de este patrimonio”, zanja Brena.

Ahora, el Gobierno vasco se ha unido a la causa. El pasado 28 de julio, el lendakari, Iñigo Urkullu, presentó un proyecto para proteger y conservar el Cinturón de Hierro, así como para poner en valor la línea defensiva. Brena, investigador de la asociación Sancho de Beurko, valora esto muy positivamente: “La noticia de la inclusión en el itinerario de memoria es muy buena porque ha permitido dar el empuje definitivo a un proyecto que lleva diez años en marcha y necesitaba el apoyo institucional para materializarse”. Tal y como expuso Urkullu en un acto al que acudieron también representantes del Instituto Gogora y de los 33 municipios vascos que transita el cinturón, se trata de un acuerdo institucional para proteger sus elementos, explicar el significado de la fortificación y ayudar a recuperar la memoria democrática de Euskadi. Con este objetivo en el horizonte, se señalizarán todos los elementos.

Sociedad con criterio crítico

“Es importante fijar nuestra memoria en el esfuerzo de colaboración plural que supuso esta obra para hombres y mujeres de ideologías, sensibilidades e identidades diversas, dispuestas a poner en común su voluntad más allá de sus diferencias”, recalcó el lendakari en la comparecencia en la que se presentó el proyecto. Y agregó: “Unieron sus fuerzas y fueron capaces de realizar esta construcción inaudita”.

Asimismo, Urkullu resaltó la defensa de Bilbao mediante el Cinturón de Hierro como un hecho histórico que encuentra “toda su resignificación” en la actualidad. “Reconocemos el esfuerzo por construir y defender una convivencia democrática y una sociedad basada en la paz y la defensa de los derechos humanos”, ratificó el lendakari. Y añadió que el proyecto tiene también un significado pedagógico: “Busca conformar una sociedad con criterio crítico y firme frente a la amenaza de la guerra, el totalitarismo, el terrorismo o la violencia”. Concluyó dando las gracias en nombre de Euskadi, para lo cual se remitió a las palabras pronunciadas por José Antonio Aguirre, que demostró una insistente resistencia y oposición durante la Guerra Civil, en la Navidad de 1936: “Euzkadi’ren ixenian, zubei, danori, milla esker”.

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