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GERENTE DE ASLE, ASOCIACIÓN DE EMPRESAS LABORALES DE EUSKADI

Las sociedades laborales presumen de paz social: “Si tienes acceso a todas las cuentas pactar la subida salarial es más fácil”

Jone Nolte, gerente de Asle.

Belén Ferreras

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Las Sociedades Laborales de Euskadi agrupadas en Asle quieren que se reconozca la capacidad de este modelo, en el que los trabajadores tienen la mayoría del capital, para dar salida a muchas empresas que en estos momentos se encuentran con problemas para la sucesión en la propiedad. “No todos los empresarios quieren que sus empresas las compre un fondo de inversión”, dice la gerente de Asle, Jone Nolte. Por eso, pide a la administración que promocione este tipo de emprendimiento colectivo, porque, en estos momentos, todas las medidas están volcadas en potenciar el emprendimiento individual. “Nuestro modelo garantiza el arraigo de las empresas”, dice, “es muchísimo más resiliente, aguanta mejor los momentos de dificultad y tiene mucha más capacidad de crecimiento y de generación de empleo”. Asle acaba de celebrar su cuarto congreso con la mirada puesta en asentar este modelo en la empresa del futuro.

Muchas veces se confunde una sociedad laboral con una cooperativa. ¿Cuáles son las diferencias?

La diferencia principal reside en la naturaleza de la propia empresa, porque somos una empresa mercantil y la cooperativa es una sociedad de personas. Y en nuestro caso, como empresa mercantil, el nivel de responsabilidad está limitado al capital aportado a la sociedad. Ambos modelos están participados por las personas trabajadoras, pero en la sociedad laboral prevalece la relación laboral frente a la mercantil y la persona trabajadora está sujeta al estatuto de los trabajadores, convenios, al régimen laboral ordinario que tiene cualquier trabajador por cuenta ajena, mientras que en una cooperativa prevalece la relación mercantil frente a la laboral. Y la diferencia más importante: en la cooperativa de trabajo asociado todas las personas tienen el mismo porcentaje de participación y cada persona es un derecho a un voto, mientras que en una sociedad laboral la mayoría del capital tiene que estar en manos de las personas trabajadoras, pero no tienen por qué tener el mismo porcentaje de participación, y esa flexibilidad es buena. Caben porcentajes de participación distintos, y eso significa que tanto los derechos económicos como los políticos, es decir, el derecho a cobrar dividendos o el derecho a votar y a participar en las juntas, es proporcional al capital que se aporta. 

La mayoría del capital es de los trabajadores, pero puede haber socios capitalistas que tengan el control. ¿Eso es bueno?

Estamos en un momento en el que yo creo que las empresas necesitan elementos de flexibilidad porque el entorno en el que estamos viviendo así lo requiere. El hecho de tener socios capitalistas es importante, porque en muchos momentos es necesario que se incorpore una persona que aporte capital para generar un proyecto o abordar un proceso de relevo societario, porque igual todos los trabajadores no pueden aportar. Nosotros creamos un fondo de capital riesgo, Lanpar, precisamente para operaciones de relevo societario en las que, por ejemplo, el dueño se jubila, pero no hay tantas personas que puedan comprar la participación en ese momento. Se necesita a veces una bisagra durante un tiempo para poder dar respuesta a ese relevo societario que hace que el proyecto sea sostenible en el tiempo. Y en proyectos de nueva creación, el hecho de que pueda haber socios capitalistas en proyectos de carácter tecnológico, innovador, creo que es una es una ventaja.

Está muy bien lo de remar todos juntos en la trainera, pero si el resultado no se comparte no vale, el trabajador tiene que compartir los logros

¿Es la fórmula para que los trabajadores se impliquen en la empresa?

La participación en un proyecto empresarial es lo que hace que una persona tenga un sentido de pertenencia mayor, que esté responsabilizado con lo que ocurre. La participación a todos los niveles, primero en la gestión, luego en el capital y en el resultado. Porque al final, lo de todos remando en la trainera está muy bien, trabajar todos con un mismo objetivo, pero si ese objetivo tiene un resultado y ese resultado no es compartido no vale. El trabajador tiene que compartir no solamente el esfuerzo, también los logros la compañía, eso es fundamental. Y eso es un poquito la filosofía de la sociedad laboral, compartir el riesgo y compartir el resultado positivo o negativo.

En Euskadi hay muchas empresas que van a afrontar el proceso de sucesión en los próximos años y los trabajadores son una opción

¿Es una fórmula válida para emprender en tiempos de crisis?

El origen de las sociedades laborales es un modelo de emprendimiento y cuando el nivel de desempleo es bajo, lógicamente hay menos personas que emprenden. Cuando se incrementa el nivel de desempleo es una oportunidad para que se hagan más sociedades laborales. Pero nosotros nos tenemos que centrar no tanto empresas en crisis, sino en empresas consolidadas, en las que no hay un relevo en la propiedad y una vía natural para favorecer ese relevo y que la empresa no desaparezca es la venta a las personas trabajadoras. Yo creo que ahí sí que hay que hacer un trabajo porque en Euskadi hay muchas empresas que van a afrontar el proceso de sucesión en los próximos años y que no tienen un relevo natural familiar y los trabajadores son una opción. No todas las personas quieren que su empresa se venda a un fondo o a una empresa que esté en el extranjero y que pueda en un momento determinado llevarse el centro de decisión fuera. Hay gente que quiere que su empresa esté aquí, que la gente que trabaja en esa empresa continúe con lo que saben hacer y yo creo que ese es un poco el tipo de gente con la que tenemos que intentar trabajar y conseguir que esas empresas no solamente permanezcan, sino que sean sostenibles y que además se localicen como centros de decisión.

¿Permite arraigar a la empresa?

Es una forma de arraigo territorial fundamental. Siempre lo ha sido, pero yo creo que ahora mismo, en el contexto en el que estamos, se pone eso más que en valor. Estamos en un contexto en el que muchas de nuestras empresas se están yendo fuera o están siendo compradas por grandes multinacionales y al final el centro de gestión está fuera, la tributación cambia y si queremos tener un país enriquecedor, con un nivel de bienestar alto a largo plazo, es importante contribuir aquí.

¿Este modelo se usa por igual en todos los sectores o se sigue limitando al sector industrial?

Nuestro origen es industrial y eso marca, y tenemos un porcentaje muy importante de empresas que son de carácter industrial. Pero también es cierto que, al igual que la propia sociedad se ha ido sectorizando, y cada vez tenemos un sector terciario mayor, muchas de los emprendimientos que se están desarrollando están vinculados a los servicios. Pero las empresas industriales generalmente tienen un tamaño bastante mayor, mientras que las empresas de servicios suelen ser empresas mucho más pequeñitas y con más dificultades para generar empleo, y por ejemplo el sector del comercio muchas veces tiene un propietario y un trabajador único y en ese sector es más complicado. Pero bueno, yo creo que hay posibilidades en todos los sectores. Es una cuestión de creer en la participación, en lo que representa el modelo.

Han pedido en el Congreso de Asle que se amplíe la posibilidad de que las empresas puedan tener solo dos socios más allá del límite de tres años. ¿Este límite ahora les perjudica?

Tener que incorporar una persona en tres años puede ser un elemento que estrangula. Si una empresa quiere dar participación a un trabajador y no quiere o no puede ¿tiene que cambiar de régimen? No siempre se puede crecer en el plazo establecido. Hay que tener en cuenta que nosotros al final somos una opción más desde el punto de vista del emprendimiento, y si al resto de opciones les permiten constituirse con dos trabajadores, ya desde un punto de vista del inicio partimos con desventaja, y tenemos que estar como mínimo en igualdad de condiciones para que nuestro modelo sea atractivo. Porque quien está emprendiendo, sobre todo al principio, mira cuestiones muy prácticas. Y el hecho de pensar que en 36 meses hay que incorporar a alguien puede ser una barrera y te desincentiva la posibilidad de optar por esa fórmula jurídica.

Con el incremento de la inflación, ¿en estas empresas se discute por las subidas salariales o se asume que no se puede asumir la subida del IPC?

En una sociedad laboral hay más comunicación, información y más transparencia y las personas entienden mucho mejor cuáles son las claves del negocio que en una empresa convencional. Cuando eres consciente de cuál es el contexto o conoces las cuentas, la cosa cambia. Los socios comparten toda la información y el consejo de administración lo eligen los trabajadores. Llegar a un acuerdo en cuanto al incremento salarial es más fácil, porque si ves que facturando lo mismo estás ganando cuatro veces menos que el año anterior y que el incremento del salario puede representar que se coma ese cuarto, pues lógicamente pesa la sostenibilidad del proyecto y es mucho más fácil llegar a un acuerdo. Si tenemos que apretarnos el cinturón para poder acometer proyectos se entiende bastante mejor en nuestras empresas. De hecho, somos un ejemplo de paz social. Pero tenemos que ser competitivos y no podemos permitir que una empresa sobreviva a costa de la pérdida de poder adquisitivo de las personas trabajadoras y por eso trabajamos por ayudar a las empresas a que sean competitivas y puedan ofrecer salarios igual o mejores que el resto del sector, que las empresas sean competitivas y eso redunde no en una persona o en una familia, sino en el conjunto las personas trabajadoras que son socias.

Un proyecto empresarial son muchos factores y un incremento salarial no puede condicionar la viabilidad de futuro

¿Y desde Asle les recomienda a sus empresas que intenten subir el IPC este año?

Hay que ser muy moderados en un contexto de incrementos como no habíamos vivido. Hay que ser moderados y tener una mirada a largo plazo. Somos más partidarios de unas subidas salariales moderadas y escalonadas en el tiempo. Las circunstancias de todas las empresas no son las mismas, pero creemos que hay que pensar un poquito más a largo plazo. Y sobre todo, pensar muy bien que la empresa para que sea sostenible tiene que tiene que ser rentable. Un proyecto empresarial son muchos factores y un incremento salarial no puede condicionar la viabilidad de futuro empresa. Creo que ahí es donde hay que jugar la partida.

¿Qué le piden a la administración?

Pues, por ejemplo, se podría hacer más para potenciar la transmisión a las personas trabajadoras en situación de sucesión a través de de estas fórmulas. Es una vía natural para la sostenibilidad en muchos frentes empresariales. Y luego la administración no nos está apoyando en el ámbito del emprendimiento. Está apoyando mucho al emprendimiento individual con muchísimas ventajas y eso nos genera desventaja al emprendimiento colectivo. Y ahí sí que hay que hacer un trabajo, porque al final emprendimiento colectivo es muchísimo más resiliente, aguanta mucho mejor los momentos de dificultad y tiene mucha más capacidad de crecimiento y de generación de empleo. Y sin embargo, se apoya mucho más el crédito individual. Se ha ido apoyando a un modelo cocreto de creación de empresas y eso genera desventajas en las otras con las que no se ha hecho nada. Ese es el problema.

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