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Un viaje de realidad virtual por la historia de la vieja catedral de Vitoria que enamoró a Ken Follet

La experiencia de realidad virtual se desarrolla en el crucero de la Catedral de Santa María

Beatriz Olaizola

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En un sencillo altar de piedra dos cirios iluminan la estancia lóbrega. Las paredes también son de piedra: muros gruesos y con escasas entradas de luz. Un pintor subido a una larga escalera trabaja con afán. Es el siglo XII, en concreto 1150, y es en el interior del primer templo de Santa María, una iglesia de estilo románico sobre la que se construiría la actual catedral de Santa María de Vitoria. Es un viaje en el tiempo y es una de las tres experiencias de realidad virtual que ha incorporado esta semana la Fundación Catedral Santa María. En octubre del año pasado, la Fundación decidió incluir esta tecnología en las visitas guiadas a la catedral y la muralla y, desde entonces, los visitantes han podido trasladarse a la plaza de Santa María, al cantón de Santa María y la torre del campanario, y disfrutar de un recorrido visual y virtual por la historia de esos tres espacios. Ahora, la experiencia 3D se completa con tres nuevos emplazamientos. Desde las primeras cabañas en la primitiva aldea de Gasteiz del siglo IX antes de la fundación de la ciudad como tal en 1181, hasta la construcción de la nueva Santa María y sus bóvedas en el siglo XIV. Un viaje de 500 años para que los visitantes “puedan entender y experimentar la sensación de trasladarse a otro lugar”, como explica Iñaki Koroso, técnico en la Fundación y miembro del proyecto de realidad virtual, que ha ejercido de cicerone del templo para este periódico.

La catedral de Santa María se construyó en la parte alta de la colina donde se asentó la aldea que daría origen a la ciudad de Vitoria. Antes de construir el templo, allí se erigió una muralla de piedra con un gran foso que la rodeaba. Se creía que la fundación de la villa de Nova Victoria (nombre otorgado por el rey Sancho el Sabio en el año 1181) había precedido a la construcción de la muralla, pero las excavaciones realizadas en la catedral han demostrado que la muralla fue anterior a la villa y que los motivos para su edificación, así como su datación exacta, se desconocen. Esta es una de las explicaciones que se ofrecen durante la visita, que comienza con la entrada al crucero de la catedral y con las gafas de realidad virtual, los dispositivos autónomos que permitirán a quienes se las pongan situarse en un entorno inmersivo en 3D. Una vez colocadas, los visitantes verán que se encuentran dentro de la catedral y que todo es tal y como lo veían hace unos minutos, pero frente a ellos se habrá desplegado un plano donde se detallan los espacios que van a ver. “Los técnicos irán guiando a las personas con un mando a través del recorrido. Les ofrecemos todo ya configurado para que no tengan que manejar nada”, indica Koroso. La única limitación de la experiencia es que la visita no está permitida para niños menores de 13 años debido a las advertencias de seguridad de las gafas de realidad virtual utilizadas.

Empieza el viaje atrás en el tiempo. El suelo cambia de color, está embarrado y sobre él se distribuyen varias chozas de construcción sencilla. Es la plaza de Santa María en el siglo IX. A través de las gafas, se puede ver el crecimiento del poblado que dio origen a Vitoria: las construcciones hechas de palos se transforman en casas de piedra y comienzan a erigirse la muralla y la iglesia románica precursora de la catedral. Sin moverse del crucero, la escena cambia de nuevo y ahora los visitantes están dentro de esa iglesia románica. La muralla se ha construido y ya ha arrancado siglo XII. Los técnicos pulsan de nuevo el botón y la ciudad de Vitoria se extiende a lo lejos. Aún con las gafas puestas, los visitantes están ahora en lo alto de la muralla y pueden apreciar cómo ha comenzado la construcción de la Santa María actual. Todavía queda un último escenario -“el más espectacular” para Koroso-, la planta de la catedral en el momento de construcción de las bóvedas del crucero en el siglo XIV. A la izquierda, el clero y la nobleza vitorianas observan los avances en la catedral y, junto a los hombres, varias mujeres participan en las labores de construcción. Koroso explica que era habitual que la mujeres participaran en este tipo de proyectos, aunque “cobraban la mitad que los hombres”.

Rigor histórico

Así termina la visita virtual por la catedral que enamoró a Ken Follet. Los tres nuevos espacios, en los que la Fundación Catedral Santa María lleva un año trabajando, forman parte del proyecto de investigación y difusión para la construcción de un modelo virtual de la catedral y su entorno en el que llevan tres años inmersos. “Todo se basa en esa maqueta virtual. Queremos que esté hecho con rigor histórico y todo lo que aparece en el recorrido virtual, las casas, la plaza o los muros, se basa en los datos geométricos obtenidos de las excavaciones de la catedral”, detalla Koroso. También explica que han trabajado conjuntamente con el Grupo de Investigación en Patrimonio Construido (GPAC) de la Universidad del País Vasco y con el grupo de investigación 3dUBU de la Universidad de Burgos, que han sido los encargados de realizar el modelado 3D de todos los espacios. “No solo queremos que quede bonito, sino que queremos que responda al conocimiento adquirido en las excavaciones y sea transferido a la gente de Vitoria. Al final es su historia”, añade Koroso. Lo único que no pertenece al periodo del siglo IX al XIV son los actores que aparecen en las escenas para dotarlas de vida y realismo (algunos son miembros del equipo técnico de la catedral), aunque sí sus vestimentas.

Esta nueva experiencia de realidad virtual y la lanzada el otoño pasado se han desarrollado con la financiación del Departamento de Fomento del Empleo, Comercio y Turismo de la Diputación Foral de Álava. Es por eso, según explica Koroso, que la visita virtual no solo se podrá disfrutar con las gafas, sino que está disponible en formato vídeo de 360º en el canal de YouTube de la catedral. “No es un tema que se aplique solo a nuestras visitas. Es una devolución a la ciudad. El compartir conocimiento nos interesa y por eso lo abrimos en YouTube a quien quiera”, señala Koroso, para quien la experiencia con las gafas y dentro de la catedral “es lo que da el plus”.

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