Una familia extremeña a lomos de Europa: España, Portugal y Rumanía
Marcos Rodríguez Pires nació en La Codosera, en la Raya de la frontera norte de Badajoz con Portugal, y estudió Filología lusa en la Universidad de Extremadura. Es un ejemplo de las relaciones personales y culturales entre los pueblos de Europa, ya que a su inclinación por ese pueblo del oeste peninsular ha sumado la pareja que ha constituido con una mujer rumana, y de la que tienen dos hijos ampliamente europeístas.
Y es que estando de Erasmus en la población serrana portuguesa de Covilhá, Marcos Rodríguez conoció a una estudiante rumana con la que acabó casándose y tiene dos hijos. Hoy Marcos es secretario en la Escuela de Idiomas de Villanueva de la Serena, y su casa un ejemplo de mezclas de culturas y comprensión europeas, con elementos rumanos, españoles y lusos.
“Nací en 1983, en La Codosera, último pueblo al norte de la frontera pacense”, explica en una entrevista con eldiario.es Extremadura. “Desde pequeño asistí desprovisto de banderas a lo que el antropólogo Luis Uriarte denominó como ‘el trasiego rayano de personas, afectos, ideas y mercancías’. Allí se aprendía un portugués espontáneo, casero que, poco a poco, iba cincelando nuestro oído con ese deslizante silbido tan característico de la lengua portuguesa. Y aunque los párvulos quedáramos fuera de aquella esfera lingüística, acaso exclusiva, no éramos ajenos a que su conocimiento nos otorgaría, futuramente, el acceso a la madurez”.
Fue en 2001 cuando empezó a estudiar Filología Portuguesa en la Universidad de Extremadura. Después, siguieron estancias en Lisboa y Covilhã -donde estuvo dos años dentro del proyecto Erasmus- y, ya en 2007, entró a trabajar en el Gabinete de Iniciativas Transfronterizas de la Junta de Extremadura. Durante el periodo en la ‘Cidade Neve’, “conocí a mi esposa y, en la actualidad, junto a nuestros dos hijos, residimos en las Vegas Altas pues allí ejerzo la profesión docente en la Escuela Oficial de Idiomas de Villanueva de la Serena”.
-¿Por qué eligió y cuál es el ambiente universitario de Covilhá, una mediana localidad cabecera de la Sierra de la Estrella, con antigua vocación de industria textil, y en qué contexto se encuentran allí los Erasmus, de qué nacionalidades preferentemente?
-La elección de Covilhã como destino de estudios fue fácil. A la valía académica incuestionable que evidencia la Universidade da Beira Interior se le añadía el hecho de conservar un recuerdo tan infantil como entrañable del municipio serrano. De cuando íbamos a la nieve provistos, únicamente, de un chándal de felpa, katiuskas y tres bolsas de Simago con las que arrastrar nuestras posaderas arrecidas y veloces por las pendientes heladas de los Montes Hermínios.
Años más tarde, la estancia universitaria me permitió un contacto directo con estudiantes de diversas nacionalidades. Abundaban los polacos, eslovenos, algún francés desperdigado y, claro, españoles bien pertrechados siempre de tortilla y calimocho. Ahora, 15 años después de aquella experiencia, el volver a Covilhã me encanta. No obstante, la canturreada Cidade Neve ya no es el núcleo industrial que las leyes comunitarias y los juicios usureros se encargaron de liquidar. La antigua Real Fábrica de Panos alberga hoy dependencias de la academia y quien en ella se inmiscuye descifra a golpe de intuición que aquella piedra fría conserva, entre tochos de sapiencia, una secreta memoria de la pretérita castellanía. En fin, a la Silia Hermínia la concluyó el tiempo, se le agotó el coqueteo urbanita, solo le resta el encanto de la decadencia.
-¿Cómo fue la adaptación de su mujer rumana a la cultura y forma de vida española?
-Dicen los que saben de esto que la característica fundamental de la sociedad europea moderna es su dinamismo, su capacidad de adaptación. En este sentido, nosotros no somos una excepción. Espero. En casa comulgamos todos y sin politiqueos de dos principios: Dios y Familia. Asumimos, por tanto, el compromiso de una postura creyente, de fe en la vida. Nuestros hijos están bautizados por el rito ortodoxo y, sin excepciones, asistimos con la frecuencia permitida a los oficios dominicales sean de esta doctrina o la católica. Y la familia. Tenemos la inmensa suerte de contar, en casa, diferentes saberes y sabores. De modo que, ya sea con caldereta, mamaliga o caldo verde disfrutamos de un delicioso entendimiento. La Patria, ésa nos falta o nos sobra.
-¿Cómo son las relaciones entre su familia extremeña y la de ella rumana?, similitudes y diferencias que usted ve entre ambas culturas.
-No hemos hecho nunca recuento de aquello que nos iguala ni, mucho menos, de lo que nos diferencia. Diría, incluso, que quizás vaya por ahí, un poco, el espíritu de la Unión Europea: el obviar las singularidades y centrarse en el bien común. En casa,nunca nos hemos descuidado con arrebatos nacionalistas ni conflictos culturales basados en el absurdo de lo mío es mejor que lo tuyo. Simplemente, aprovechamos lo más positivo de este revoltijo hogareño que se reparte entre España, Rumanía y Portugal.
-¿Cómo se ha conformado la personalidad cultural e histórica de sus hijos, qué relación tienen con la cultura rumana?, que supongo secundaria ya que viven ustedes en España
-Sobre las tres banderas que asienta el hogar, intentamos día a día construir un patrón educativo basado en la versatilidad identitaria. Por un lado, a partir del conocimiento lingüístico de los tres idiomas. Se extrañan algunas visitas cuando ven a Marcos y a Lázaro, mis hijos, asistiendo en ruso, entre trastada y trastada, a un episodio de Masha y el Oso. O en el café de Besteiros al verlos entrar y saludar, cual cumplido portugués, con un passou-bem a todos los parroquianos. Y, por otro, sin confinamiento cultural alguno. En Navidad, por ejemplo, los Reyes Magos pasan de largo y quien se encarga de transportar las ilusiones hasta el pinheirinho son el Pai Natal, Mos Craciun y hasta el Olentzero.
-Ha crecido el número de estudiantes de portugués en Extremadura, y a los que usted da clase en Villanueva ¿Hay una motivación cultural o profesional?, ¿es “por hacer algo” o también piensan en posibilidades laborales en países en expansión como Brasil o Angola?.
-A pesar de las muchísimas zancadillas que le han echado a la lengua portuguesa en Extremadura, el tiempo inexorable pone todo en su sitio y hoy es el segundo idioma más estudiado en nuestra región. Es más,Extremadura ostenta a nivel nacional el mayor número de alumnos de portugués. Sin ir más lejos, hace unos meses asistí a la exposición ‘El potencial económico de la lengua portuguesa’ en la cual se ponía de manifiesto cómo el portugués es, en la actualidad, el cuarto idioma más hablado en el mundo, el más hablado en el hemisferio sur, el quinto en Internet y el tercero en las redes sociales.
Nuestros alumnos, evidentemente, no son ajenos a esta realidad y mucho menos al potencial económico y de apertura a nuevos mercados. En definitiva son conscientes de las oportunidades profesionales y de negocio que la lengua portuguesa les faculta. Para muestra de ello son los cuatro estudiantes de nuestro Departamento que han encontrado trabajo en el último año gracias a su formación acreditada en esta lengua extranjera.
-¿Qué piensa usted de las siempre contradictorias relaciones España-Portugal?
-Las contradicciones favorecen tan solo a los señoritingos madrileños y lisboetas que a golpe de decreto nos esquilman el bolsillo. En la Raya, las gentes y los ríos han transitado de un lado para otro uniendo los estados ibéricos sin preocuparse con protocolos ni ferrocarriles impagables y con una sabiduría muy natural y geográfica. A propósito de esto, escribió con tino y precisión Sergio Luís de Carvalho en ‘O segredo de Barcarrota’ que «a raia poucas vezes fora uma fronteira, que entre ambos os lados sempre circularam pessoas e casamentos, princesas e exilados, contrabandos e negócios». En efecto, trazan los peritos divisas a voleo y luego se sorprenden de que las riveras y sus pueblos atareen en el contrabando, el comercio y la fornicación «provando enfim que a natureza e os negócios não se incomodam muito com a cartografia».