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El candidato del PSOE en Lugo renuncia para permitir un pacto de izquierdas

Orozco, tras anunciar su renuncia / EFE

David Lombao

Case dieciséis años después el primero alcalde socialista de Lugo “desde los romanos” abandona. Lo hace para que la ciudad de la Muralla vuelva a ser gobernada por una coalición de izquierdas, fórmula de gobierno que en 1999 convirtió a Xosé López Orozco en alcalde de una ciudad que hasta ese momento había sido monocultivo de la derecha con diversas expresiones. Luego Orozco se puso al frente de un gobierno compartido por PSdeG y BNG y ahora, cuatro mandatos después, “despeja el camino” para facilitar un acuerdo en la corporación lucense más plural y, paradójicamente, también más escorada a la izquierda en décadas que puede estar presidida, por primera vez, por una alcaldesa: la también socialista Lara Méndez.

La retirada del regidor en funciones, que describe como una decisión “estrictamente personal”, llega tras dos semanas de tensión con el resultado del 24M sobre la mesa. Las urnas mantuvieron al PP como fuerza más votada, aunque perdiendo 3 ediles, tantos como el PSdeG, pero dejándose por el camino 2.000 votos y 4 puntos más que los socialistas. En este contexto el PSdeG precisa el apoyo de los 3 ediles de Lugonovo y de los 2 del BNG para conseguir la necesaria mayoría absoluta de la investidura. Y tanto la plataforma que encabeza Santiago Fernández Rocha como el Bloque, liderazgo por Rubén Arroxo, han situado como “línea roja” la marcha de Orozco para cualquier negociación. La razón es que el socialista permanece imputado en el caso Pokémon.

Visiblemente emocionado, Orozco ha asegurado  que su salida no es una imposición de la dirección del PSdeG, con cuyo secretario general, José Ramón Gómez Besteiro, ha mantenido frecuentes conversaciones a lo largo de estos días, la última este miércoles y durante más de cuatro horas. “Siempre he sentido el respaldo de mi partido” para adoptar una decisión que describe como “difícil, pero muy meditada” y que, a su juicio, significa “sacrificar la presunción de inocencia”. “Dejo la institución por el clima generado por algunos en este país y en esta ciudad, que sacrifican derechos fundamentales”, lamenta. Esto implica que no llegue a tomar posesión de su acta como concejal en el pleno de constitución de la nueva corporación, el próximo sábado. Su lugar lo va a ocupar quien en los últimos años ha ejercido como vicepresidenta de la Diputación lucense, Lara Méndez, número dos de la lista del PSdeG. “Habrá alcaldesa”, augura Orozco, que ha mantenido al borde de las lágrimas que “nunca” renunciará a la “pasión por Lugo”.

Fin de una era

La renuncia de López Orozco supone el fin de toda una era en la política lucense. Se inauguró en 1999, cuando el pacto del PSdeG -7 ediles- y BNG -6- lo convirtió en alcalde al frente de un gobierno que fue paradigma de buen entendimiento entre las fuerzas que lo componían. La armonía finalizó en las siguientes elecciones, las de 2003, cuando el carismático regidor fue capaz de capitalizar la labor del gabinete municipal pasando de 7 concejales a una mayoría absoluta de 13, recogiendo tres de la bancada del Bloque y otros tres del PP de Fraga, que había naufragado en su intento de desbancar al socialista con la exconselleira Manuela López Besteiro al frente.

Desde aquella primera mayoría absoluta Orozco gobernó con todas las fórmulas posibles. Aferrado a la “libretiña” en la que anotaba los incidentes que se encontraba por la calle dirigió la ciudad en minoría, en bipartito y con pactos puntuales con el Bloque e incluso con el PP. Durante esos años Lugo experimentó una notable transformación y el alcalde se forjó una imagen de cercanía en la que sus detractores veían “populismo” en gestos como comprobar sobre el terreno los efectos del botellón en uno de los parques de la ciudad, caracterizarse como senador romano en el Arde Lucus o recibir el Carnaval en el salón de plenos con gafas y nariz de broma.

La declaración de la Muralla como Patrimonio de la Humanidad, el relanzamiento del casco viejo o la modernización de la estructura municipal son algunos de los logros de unos años en los que Lugo también ha estado agitado, y mucho, por los avatares judiciales. Sobre Orozco pesó una imputación de la que ya se liberó, la del caso Campeón -basada en el testimonio del principal implicado, Jorge Dorribo-, pero permanece sobre él la mencionada del caso Pokémon, la misma que, asegura, también “desaparecerá” porque la propia investigación que dirige la jueza Pilar de Lara “deja muy claro que ni yo, ni mi mujer ni mis hijas nos hemos enriquecido” ilícitamente. En ese mismo caso cayó el que había sido uno de los hombres fuertes del gobierno municipal, Francisco Fernández Liñares, que admitió el cobro de comisiones ilegales, entre otras prácticas ilícitas.

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