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Guerra legal contra la especulación que amenaza un edificio histórico dedicado a la cultura en un municipio coruñés

El Casino de Carballo (A Coruña), inaugurado en 1925, es uno de los edificios más antiguos de la localidad.

Beatriz Muñoz

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El edificio es uno de los más antiguos de Carballo y uno de los pocos que se mantuvo con su forma original y con su planta baja en medio de las construcciones de varias alturas del centro de la localidad. El inmueble es centenario y, finalizado a principios de los años 20 del siglo pasado, acoge desde 1925 a la Sociedad Cultural e Recreativa de Bergantiños, conocida simplemente como el Casino. Quienes lo gestionan en la actualidad, una asociación cultural, lo convirtieron en un espacio con diferentes actividades -de conciertos a talleres de reparación de sillas- abierto a los vecinos y pelean en los tribunales por la propiedad. Enfrente tienen a una sociedad a la que atribuyen planes de derribar el edificio para levantar uno residencial.

El Casino de Carballo era, en la línea de los que aparecieron en muchas otras localidades en el siglo XIX, un club cerrado, en el que solo se podían reunir los socios, pertenecientes a las clases acomodadas. En 2018 un grupo de personas, asociadas como Casino 1889 -el año en el que se creó el club original-, tomaron el relevo de la junta directiva de aquel momento y asumieron el alquiler del inmueble. Su idea, rumiada en muchas conversaciones entre amigos, era abrir las actividades a la sociedad y dar vitalidad a la vida cultural de este municipio de más de 30.000 habitantes.

El presidente del Casino, Víctor Lourenzo, explica la sucesión de hechos que han llevado a que se vaya a celebrar un juicio para determinar quién es el dueño legítimo del edificio -la cita estaba fijada para el próximo martes, 8 de marzo, pero ha vuelto a retrasarse y la nueva fecha es el 12 de julio-. La junta directiva actual llegó en febrero de 2018. Puso en marcha su programa, rehabilitó algunos elementos con el trabajo de voluntarios y comenzó a programar actividades. Pocos meses después, en agosto de ese mismo año, llegó una notificación del propietario en la que pedía que el alquiler pasase a pagarse en otra cuenta bancaria. Adjuntas a la comunicación estaban las escrituras de la propiedad, en las que comprobaron que el edificio había cambiado de manos en 2005, pero la operación no había sido comunicada a quienes por aquel entonces lo tenían arrendado y gestionaban el Casino.

En los papeles constaba que la venta se había hecho por 70.000 euros. Los abogados les sugirieron hacer uso del derecho de retracto, que concede preferencia en la compra a un inquilino por delante de terceros si una propiedad se pone a la venta. En una campaña acelerada en plena temporada de vacaciones, 129 personas aportaron fondos -unos en calidad de donaciones y otros en calidad de préstamos- para reunir la cantidad por la que se había vendido el inmueble. Casino 1889 animó a los vecinos a movilizarse para eliminar amenazas de que el espacio dejase de estar dedicado a las actividades culturales y sociales y el objetivo económico se logró en 10 días.

A finales de agosto otro burofax cambió el panorama. El propietario había declarado ante notario que en realidad el precio pagado había sido muy superior: 360.000 euros. La explicación para el desfase era que hubo un error con el cambio de pesetas a euros en España, que fue en 2002. Donde querían poner 70 millones de pesetas pusieron 70.000 euros, argumentaba. El documento elaborado por el notario recoge, según Víctor Lourenzo, que no se presentaron ante él documentos que prueben que se pagó esa suma más elevada. Transcurrido tanto tiempo, dijo el dueño, ya no tenía forma de demostrarlo.

La Justicia deberá decidir si el retracto de la junta directiva actual es válido o si el legítimo propietario es la sociedad limitada Horta do Casino, a nombre de la cual escrituró el edificio la persona que se lo compró en 2005, cuando el Casino ya lo tenía alquilado, a los propietarios originales.

Lourenzo destaca que este es uno de los pocos edificios históricos que quedan en Carballo. A escasa distancia está otro de los ejemplos de arquitectura centenaria, el bar O Mexillón, casa natal de Alfredo Brañas (1859-1900), una de las figuras del regionalismo gallego. El presidente del Casino cuenta que tanto la actividad como el propio inmueble estaban en decadencia y que la asociación ha tratado de renovarlo y eliminar las etiquetas de espacio “elitista y reservado”. Su lucha principal, dice, es por mantener la vida cultural de Carballo, pero la batalla por hacerse con la propiedad responde también al “desmantelamiento urbanístico” de la localidad.

Los recursos económicos para mantener el Casino proceden, asegura, de las cuotas que pagan los socios -rondan en la actualidad los 700 y abonan seis euros mensuales- y del alquiler del bar. Un espacio que fue en origen la vivienda del conserje es ahora un local de hostelería que también ha pasado por un proceso de rehabilitación. La junta directiva comunicó a través de sus redes sociales el sábado que les han notificado un nuevo retraso en la fecha del juicio. Lourenzo asegura que tienen “ganas” de afrontarlo. Serán, cuando se celebre, dentro de cinco meses, cuatro años de “incertidumbre”, expone.

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