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Feijóo pasa a un segundo plano de la gestión del coronavirus en plena ola de rebrotes

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo.

Daniel Salgado

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El Feijóo que comparecía ante las cámaras de la televisión pública cada dos días, proclamaba los éxitos de su gestión frente al coronavirus y criticaba a veces por lo bajo y a veces con estridencia al Gobierno central, se ha esfumado. Superada la prueba electoral con nota -cuarta mayoría absoluta consecutiva, 42 escaños-, derogado el estado de alarma que él mismo llegó a cuestionar, ni los rebrotes que se multiplican cada día, ni los 249 casos activos de la pandemia en Galicia lo empujan a ofrecer explicaciones más allá de las ruedas de prensa posteriores a las reuniones de su gobierno o de preguntas concretas de la prensa.

La agenda del presidente gallego en funciones se ha aligerado notablemente tras las elecciones del 12 de julio. Durante la última semana, ha atendido a los actos oficiales del Día Nacional de Galicia el 24 y el 25, se ha dejado ver junto a su conselleira de Política Social en un campamento juvenil en Sada y se ha reunido con el embajador de Portugal. Este jueves presidirá el Consello de la Xunta, a menos de una semana de que se constituya el nuevo Parlamento. Solo algunas visitas a Madrid justo después del domingo electoral, que le sirivieron para marcar posición interna dentro del Partido Popular, agitaron levemente la placidez de su victoria. De lo que sí se ha borrado es de la asunción en primera persona de la pandemia y de las medidas para hacerle frente.

Lo curioso es que el discreto mutis de Feijóo ocurre cuando las competencias en todo lo referido al coronavirus son, desde el pasado 15 de junio, de la Xunta. La disolución del denominado mando único del Gobierno central eliminó las limitaciones activadas durante el estado de alarma y es ahora la Consellería de Sanidade la que decide en solitario. Esta circunstancia, sumada a que las urnas han quedado atrás, parece haber afectado a la locuacidad y presencia de Feijóo. Y eso que la situación, tal y como aventuraban los propios informes en los que el Ejecutivo gallego se basó para reconvocar las elecciones con toda la oposición en contra, dista de estar epidemiológicamente apaciguada. Hay 249 casos activos -llevan una semana aumentando-, una persona en cuidados intensivos y ocho hospitalizadas. El viernes 13 de marzo, cuando la Xunta anunció que decretaba el estado de emergencia, eran 112 los infectados, seis en cuidados intensivos.

Los rebrotes non cesan. El de Burela, en A Mariña, fue el más importante. Afectó a más de 200 personas, de las que 44 todavía no han superado el virus. En uno de los episodios más extraños y aún por explicar, el Gobierno gallego prohibió a las personas que habían dado positivo por coronavirus acudir a votar el 12 de julio. Limitó a 259 ciudadanos un derecho constitucional sin tener la capacidad competencial para hacerlo. Más allá de la costa norte, O Porriño (Pontevedra), O Saviñao (Lugo) o la zona de O Barbanza (A Coruña) también registran repuntes. Aparte está el rocambolesco caso del equipo de fútbol de Fuenlabrada en A Coruña. Lo que hace apenas dos meses hubiera supuesto sucesivas intervenciones solemnes del presidente de la Xunta, retransmitidas por la TVG, se resuelve ahora con los comunicados de la Consellería de Sanidade -cuya difusión de datos es de las más restrictivas entre todas las comunidades autónomas- y contadas ruedas de prensa de su responsable, Jesús Vázquez Almuíña.

Feijóo habla después de sus Consellos de gobierno, o cuando los medios de comunicación le preguntan. Fue el caso este martes, cuando se mostró partidario de la implantación de lo que llamó “pasaporte COVID” para uso en los países del espacio Schengen. “La comunidad internacional necesita sistemas sanitarios seguros y que no circulen las personas infectadas y sí las sanas”, declaró, sin tener en cuenta que gran parte de los expertos sanitarios rechazan este tipo de medidas por potencialmente discriminatorias. A lo que no se refirió fue a la idea propuesta por el líder de su partido, Pablo Casado, que apuesta por recuperar el “mando único” para enfrentarse a los rebrotes de coronavirus. Es decir, recentralizar las competencias sanitarias en el ministerio.

La retirada a un segundo plano de Feijóo con respecto al coronavirus ha coincidido con cierto desfondamiento de la oposición. Gonzalo Caballero ha reunido ya a todos los órganos de dirección del PSdeG, pero su política es de orden interno, tras haber quedado con los mismos diputados y en la misma posición -tercero- que en 2016. De Galicia en Común no ha vuelto a haber noticias públicas desde la noche electoral. Solo el BNG mantiene cierta actividad, y acaba de solicitar que la Xunta incluya Madrid entre las comunidades sometidas a control de viajeros.

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