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Una ruta sin rodeos que atraviesa la hora punta. El atajo de Hoja de Router para esquivar el atasco informativo.

 

La cautivadora tienda 'online' del arte desagradable

'Uncanny Art Shop', creaciones inspiradas en la fragmentación del cuerpo

Lucía El Asri

Entre los productos que puedes encontrar en la tienda 'online' Uncanny Art Shop se cuentan pequeños peluches que aparentemente nadie (o muy pocos) querrían tener en su habitación. Monstruos feos, huraños. Velas que representan cabezas partidas por la mitad, dedos cortados, rasgados; caras sin nariz ni glóbulos oculares. Muñecos sin pupilas, empapados de sangre, que parecen haber devorado a su presa hace tan solo unos segundos; manos de zombi agujereadas, mordidas por algún perro rabioso.

La autora de estas creaciones vive en Londres, tiene 24 años y es escultora de formación y profesión. Anna Sternik explica a HojaDeRouter.com que utiliza sus manos para “dar forma a un arte extravagante” y artesanal que ella misma piensa y diseña. Explica que, “aunque sean raros, también son objetos útiles”: desde separadores para libros hasta velas, caretas o llaveros (cualquier cosa que le encarguen), pero también animales de compañía en forma de muñeco.

Son objetos que se inspiran en las formas humanas y en la fragmentación del cuerpo, un terreno en el que su autora lleva tiempo trabajando porque, asegura, le encanta el “aspecto visual de la vida”.

De hecho, el arte de Sternik  hunde sus raíces en el concepto de fragmentación corporal, que “deriva del psicoanálisis de Freud”, explica. Es una noción psicológica que le atrae precisamente por el misterio con el que Freud la analizaba; de ahí el nombre de su tienda ('uncanny'). “Además, me encanta desafiar el concepto que tenemos de las partes importantes del cuerpo”.

Se divierte construyendo y deformando las características humanas mientras sigue “corrientes dadaístas y surrealistas”. También se cuenta entre sus influencias el género de terror, que siempre le ha apasionado: “Es algo que puede apreciarse claramente en mis creaciones, que son bastante horribles”, admite sin tapujos.

Al fin y al cabo, lo “horrible” es ver cómo la forma del cuerpo “está siendo desafiada”. Dice Anna Sternik que fragmentarlo crea una experiencia “sublime”, que permite al espectador cruzar algunas fronteras y percibir cosas que habitualmente no entiende. Le genera curiosidad por conocer de forma más profunda aquello que le es ajeno.

Le encanta crear cosas nuevas, diferentes, raras y vanguardistas que le vienen a la cabeza mientras escucha música rock y audiolibros de terror. “Puedo expresar cualquiera de mis sentimientos a través de ellas”.

Lo hace utilizando técnicas que van desde dibujar hasta coser, moldear la silicona, trabajar la resina de plástico o el yeso. También esculpe cera, maneja arcilla, utiliza arena, dibuja, pinta, fotografía y echa mano de herramientas eléctricas como taladros. Todos biodegradables y respetuosos con el medio ambiente. “Mis productos son una mezcla de todos esos elementos y de inspiración”. O un producto de cómo se siente en cada momento, en caso de que no trabaje por encargo. “Soy una artista que lo mezcla todo. Es mi rutina diaria y este oficio lo es todo para mí”, asegura.

Más allá de las corrientes artísticas, la escultora también da vida a gatos. Gatitos, sí, los reyes de internet. Son su pasión, y sus figuras evocan principalmente a felinos callejeros. “Siempre me acompañan y me ayudan durante las sesiones de fotos”. Uno de ellos acostumbra a dormir en su regazo mientras trabaja.

Los admira tanto que en su página web, y a modo de broma, ha decidido mencionar a dos de ellos como sus asistentes: “Son miembros de mi familia”. Ese amor por los animales, y su rechazo a que se experimente científicamente con ellos, hizo que Anna abrazase el veganismo. Asegura que todos los productos que utiliza “están libres de crueldad”. Más allá de gatos, conejos y osos, está diseñando cerdos y perros que aún no han salido a la venta.

Muchos se sorprenden de los resultados. Algunos opinan que los productos son extraños, aterradores “e incluso espeluznantes”, reconoce, pero después “estallan en risas y consideran que son obras hermosas”. Es un trabajo que produce emociones negativas y positivas, “que va de lo entretenido a lo repulsivo”, que evoca el concepto de 'jouissance' de Jacques Lacan para explicar por qué la experiencia del horror en el arte puede “complacer fantasías y anhelos inconscientes” que giran en torno a ciertas ansiedades del ser humano.

Son obras atractivas que no salen al mercado a menos que la artista esté cien por cien satisfecha con su calidad, y que habitualmente encargan otros diseñadores, artistas o amantes de las películas de miedo. “Al final disfrutan tanto como yo lo hago”. La joven los define como “pequeños monstruos, gente un poco friki” con los que comparte algo: pensar que cualquier cosa tiene potencial para “convertirse en magia”, para devolver a los adultos parte de esa magia que solo los niños ven.

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Las imágenes de este artículo son propiedad de Anna Sternik

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