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Efecto QWERTY: dime qué teclado usa tu padre y te diré cómo te llamas

El teclado QWERTY fue patentado por el inventor Christopher Latham en 1868

Lucía Caballero

Las partes izquierdas nunca han estado bien vistas. Si te has levantado con el pie izquierdo probablemente tengas un mal día y el apodo de una de tus manos (la siniestra) comparte significado con otras palabras tan amigables como ‘malintencionado’, ‘funesto’ o ‘infeliz’.

La derecha suscita mejores opiniones, aunque “depende de la fluencia manual de cada uno”, aclara a HojaDeRouter.com Juan Manuel de la Fuente, investigador en psicología experimental de la Universidad de Granada. “Los diestros tienden a asociar el lado derecho del espacio con lo positivo y el izquierdo con lo negativo, y con los zurdos sucede lo contrario”.

Es posible que te parezca una ocurrencia, pero algunos expertos opinan que esta manera de percibir el mundo está generalizada. Según su teoría, el subconsciente nos traiciona incluso en una tarea tan común como escribir un texto en el ordenador. De ahí su nombre: efecto QWERTY.

Los defensores del fenómeno aseguran que apreciamos positivamente las palabras con más letras situadas a la derecha del teclado (visto desde el frente) y rechazamos aquellas para las que utilizamos repetidamente los dedos de la mano izquierda. “El efecto QWERTY apoya la hipótesis de la asociación emocional del espacio en base a la lateralidad – preferencia por un lado - y ayuda a comprender cómo el ser humano utiliza la simetría del cuerpo para diferenciar entre lo bueno y lo malo”, añade.

De la Fuente forma parte del equipo de científicos que trabajan en el Experience and Cognition Lab de la Universidad de Washington, liderado por el investigador Daniel Casasanto. El director del laboratorio fue el primero en describir el fenómeno en un estudio publicado en 2012, que levantó la polémica entre lingüistas y psicólogos.

Un diseño poco equitativo

Casasanto y la coautora del trabajo, Kyle Jasmine, aseguran que la causa del curioso efecto es la asimetría del teclado estándar americano, que tiene un mayor número de letras a la derecha. Nos resulta más fácil pulsar los símbolos de esta parte y el cerebro acaba prefiriéndola por su accesibilidad.

En aquella investigación consideraron 1.000 palabras del inglés, el español y el holandés, comparando su posición en el teclado con la percepción que de ellas tenían los participantes en el estudio. En otro experimento, pidieron a 800 mecanógrafos que calificaran una serie de vocablos (totalmente inventados) como negativos o positivos. En ambos casos, las conclusiones revelaron la influencia del efecto QWERTY en sus juicios.

No obstante, los autores admiten que el verdadero significado de las palabras tiene más peso que la localización de sus letras. “Cuando se teclean términos con un valor claro, como bondad, amabilidad y odio, impera el aspecto semántico sobre el motor”, precisa De la Fuente. El efecto es más acusado, en cambio, con los neologismos.

Muchos dudaron entonces de la validez del análisis de los datos y tacharon los resultados de falsos positivos, pero Casasanto ha vuelto a la carga este verano con un nuevo artículo que ha presentado junto con otros miembros de su laboratorio en la Conferencia Anual de la Sociedad de Ciencia Cognitiva. Esta vez, va un poco más allá: su trabajo revela que el sitio que ocupan las letras influye en los nombres que los padres ponen a sus hijos.

Los investigadores tomaron 788 apelativos que entre 1960 y 2012 se utilizaron para bautizar a más de 100 niños. Para cada uno de ellos, calcularon la diferencia entre las letras que contenían de la parte derecha del teclado y las del lado izquierdo. Según sus resultados, los nombres inventados a partir de 1990, cuando se generalizó el uso del teclado QWERTY en EE.UU., tienen más letras de su parte derecha.

“Si creamos una palabra a la que queremos otorgar un rasgo positivo deberíamos tener en cuenta el hecho de que pueda ser tecleada con la mano derecha, y si es negativa con la izquierda”, dice De la Fuente. Un consejo que también puede aplicarse cuando se trata de un nuevo producto o el nombre de una marca.

“Como tantos efectos psicológicos, se trata de una influencia sutil”, indica Julio Santiago de Torres, también investigador en la Universidad de Granada. “Pero toda empresa que se preocupe por agradar a sus clientes debería tener en cuenta muchas pequeñas influencias”.

Los psicólogos de la Universidad de Washington también realizaron un análisis de lo que sucedía cuando las letras no formaban parte de una palabra. Después de enseñar cada una de las componentes del alfabeto a 198 personas de habla inglesa, les pidieron que las valoraran positiva o negativamente en una escala del 1 al 9.

De nuevo, encontraron que la posición de las teclas era determinante para la percepción de los símbolos. La excepción fue la ‘a’, la mejor valorada. Los autores indican que posiblemente se deba a su acepción como indicativo de la nota más alta en los exámenes y otros métodos de evaluación estadounidenses.

La tecnología cambia la forma de entender el lenguaje

Según Casasanto, las nuevas formas de comunicación y uso del lenguaje está cambiando la forma en que entendemos y utilizamos las palabras, que pierden arbitrariedad en base a nuevos criterios. No obstante, aunque las connotaciones emocionales que les asignamos vienen dadas por diferentes factores difíciles de separar, según De Torres, “el sonido continúa siendo la principal influencia”.

Los teclados son un artilugio cultural”, afirma De la Fuente. Y como tal, no pueden escapar del efecto de la lateralidad que él investiga. “Y lo mismo ocurrirá con cualquier objeto en el que intervenga la fluencia motora del ser humano”. En otras palabras, si una herramienta nos obliga a utilizar ambas partes de nuestro cuerpo, habrá una diferencia entre su uso con la derecha y con la izquierda. “También puede afectarnos al comunicarnos por Whatsapp”, añade De Torres.

La habilidad motora de cada parte del cuerpo, que depende de la persona, marca también una distinción. “Los zurdos y los diestros somos especies diferentes”, asegura De la Fuente. El investigador califica estas diferencias como globales. “Se dan en las poblaciones muy industrializadas y en otras preindustriales, es común a las religiones y forma parte del continuo de la humanidad”.

De Torres explica que “las investigaciones que han valorado diferencias entre diestros y zurdos se han centrado en la valoración emocional de ‘pseudopalabras’ o secuencias de consonantes sin significado”. Cuando los términos no tienen ninguna lógica, los zurdos tienden a demostrar el mismo efecto que los diestros: una preferencia por las cadenas con más letras situadas al alcance de la mano derecha en el teclado, aunque con menor intensidad.

Aunque la predilección por un lado u otro del cuerpo y la importancia de la simetría en nuestra percepción están ampliamente demostrados, la existencia del efecto QWERTY todavía se cuestiona. En la lista de nombres más populares entre los bebés estadounidenses durante el año 2013, Noah y Sophia ocupan los primeros puestos. En los dos casos, la mayoría de letras se teclean con la mano derecha.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, en España abundan más las Marías y los Josés de toda la vida. Para escribir el apelativo femenino tendrás que utilizar más los dedos de la mano izquierda y los de ambas por igual en José. Carmen, Ana, Isabel y Dolores siguen a María en el ‘ranking’. El caso español requeriría otro exhaustivo estudio, pero está claro que estos nombres ya eran populares cuando la informática no había entrado aún en nuestras vidas.

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Las imágenes de este reportaje son propiedad, por orden de aparición, de Nic McPhee, Christian Schnettelker, patricia m

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