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Charles Michel, tras los atentados de Bruselas: “¡Bélgica no es un estado fallido!”

El primer ministro belga, Charles Michel (i), y el ministro presidente de la Región Bruselas Capital, Rudi Vervoort, abandonan la sala tras una rueda de prensa celebrada dos semanas después de los atentados terroristas que dejaron 32 muertos en Bruselas.

Pablo García

A 300 metros de la estación de metro de Maalbeek, uno de los dos puntos de Bruselas donde hace 15 días se hicieron estallar los terroristas suicidas, el primer ministro belga Charles Michel ha comparecido junto al presidente de la región Rudi Vervoort en una sala atestada de corresponsales extranjeros. “Cuando hay un atentado de esta envergadura siempre se fracasa. Pero ”¡no puedo aceptar la idea de que Bélgica es un estado fallido!“, ha replicado Michel a un periodista británico que destacó el desplome de la imagen del país en el extranjero por los fallos en la seguridad federal.

El mandatario quería anunciar la “vuelta a la normalidad” en francés, neerlandés e inglés y se ha encontrado con decenas de preguntas sobre las lagunas en el complejo entramado institucional belga, como la que permitió que Turquía deportara a uno de los kamikazes del 22 de marzo. “El riesgo cero no existe en ningún país”, ha advertido durante la rueda de prensa, en la que ha evocado los atentados de París, pero también de Madrid, Londres o Nueva York.

Para apuntalar están teoría, Charles Michel ha tirado de un ejemplo que dará que hablar. “Tardamos meses en detener a Saleh Abdeslam, pero para localizar a Bin Laden se tardaron diez años”. El primer ministro ha defendido que sus 18 controvertidas medidas antiterroristas aprobadas tras los atentados de París en noviembre siguen siendo válidas y ha descartado extremar todavía más las precauciones. “Los terroristas buscan dividirnos”.

Algunas de estas medidas ya están en vigor, pero otras como la ampliación del periodo de detención hasta las 72 horas buscan todavía su encaje legal, ya que el Gobierno –uno de los más conservadores de la historia reciente belga- no sabe cómo aplicarlas. “Somos un pequeño país en el corazón de Europa, una plataforma desde la cual es relativamente cómodo organizar atentados en otros países”.

El primer ministro, que es francófono en un Gobierno controlado por el nacionalismo flamenco, ha dicho que si no aceptó la dimisión de los ministros Jan Jambon (N-VA, independentista) y Koen Geens (del democristiano CD&V) fue porque no se han producido “errores políticos” aunque ha reconocido que hubo “personas que habían sido identificadas por uno u otro servicio [de seguridad]”. “Tampoco es reformando de nuevo el estado federal como vamos a evitar nuevos atentados”. Desde los años 60, Bélgica ha conocido seis reformas constitucionales pasando de un estado unitario a rozar la separación.

Michel cree que en los últimos años la policía –hasta seis cuerpos policiales distintos operan en Bruselas- ha hecho un “trabajo gigantesco” y que solo en 2015 más de 100 personas fueron condenadas por terrorismo. La solución, ha añadido, pasa por medidas muy concretas como la prevención, la integración o la mejora de la seguridad. “Vamos a intentar que haya patrullas mixtas de policías y militares”.

El despliegue militar en Bruselas es una realidad desde antes del 13 de marzo: éste alcanzó su clímax dos semanas después de los atentados del Bataclan al declarar Charles Michel el nivel cuatro de alerta y desplegar al ejército por toda la capital. Casi cinco meses después, la armada belga sigue vigilante en puntos clave de la ciudad –los edificios públicos, los centros judíos- aunque la intensidad no es la misma que durante el denominado “lockdown” de finales de noviembre.

Para el Ejecutivo belga, la solución a los atentados debe ser “global” y las mejoras llegarán con “un FBI o una CIA europeas” y con medidas como la aprobación del registro de pasajeros (PNR en inglés) que votará el Parlamento Europeo la semana que viene con la oposición de los liberales y la izquierda.

Michel y Vervoort anunciaron que “probablemente” el metro de Bruselas, abierto parcialmente, esté 100% operativo la semana que viene y que un tercio de los vuelos de Zaventem, el aeropuerto internacional en el que se inmolaron dos terroristas, funcionará a un tercio de su actividad.

Rudi Vervoort ha finalmente lamentado las pérdidas económicas para Bruselas, que ha calificado incluso de “mayores” que las que se dieron tras el estado de máxima alerta de noviembre y que causaron una merma de entre el 60% y el 70% de las plazas hoteleras. “Somos una pequeña ciudad global, que depende mucho de los congresos y del sector servicios”. 

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