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Tormenta política en Reino Unido por la falta de pruebas de coronavirus para el personal sanitario

Boris Johnson participa por videoconferencia en la reunión del comité de seguimiento del coronavirus el 28 de marzo.

Iñigo Sáenz de Ugarte

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Acuciado por el aumento de casos y muertes, el Gobierno británico abandonó por completo la estrategia que daba prioridad a la formación de inmunidad de grupo y se decidió por medidas drásticas de aislamiento. Sin embargo, uno de los elementos de ese plan continúa persiguiéndole y ha provocado este jueves una furiosa reacción de los medios de comunicación. La falta de tests suficientes para detectar el coronavirus –un error que se ha producido también en otros países europeos– es un dato especialmente dañino para el personal sanitario que lucha en primera línea con la enfermedad.

El dato habla por sí solo. Sólo se ha hecho la prueba a unos 2.000 médicos y enfermeras, sobre un total de medio millón de integrantes de la sanidad pública dedicados al coronavirus. La cifra se conoció el miércoles por la tarde en una rueda de prensa en que los responsables médicos de la sanidad fueron incapaces de dar respuestas claras a las preguntas de los periodistas. El país sufre un agudo déficit del equipamiento y sustancias químicas necesarias para elaborar los tests, porque hace meses se decidió que eso no era una prioridad dentro de la estrategia de inmunidad de grupo.

La crítica más rotunda la había hecho el director de la revista médica The Lancet, Richard Horton, en una comparecencia en una comisión parlamentaria el 25 de marzo: “Pensábamos [refiriéndose a los responsables del Gobierno y la sanidad) que podíamos tener una epidemia controlada. Pensábamos que podíamos controlar esa epidemia a lo largo de marzo y abril, empujar la curva hacia la derecha, construir la inmunidad de grupo, y que de esa forma se protegiera a la gente. La causa del error de esa estrategia es que no reconocía que el 20% de la gente infectada acabaría con enfermedades críticas. Las pruebas eran evidentes a finales de enero”.  

En estos momentos, se hacen pruebas a unas 10.000 personas cada día, entre pacientes y personal médico, una cifra muy inferior a la de Alemania, en torno a 70.000. La prensa británica, que no suele aceptar de buen grado la realidad de que Gran Bretaña está retrasada en comparación con otros países europeos, lo considera una afrenta intolerable.

Incluso los medios partidarios del Gobierno han sido especialmente duros con este déficit. “Preguntas sin respuestas”, tituló en portada el Daily Telegraph, el principal sostén mediático del Gobierno de Boris Johnson. El Gobierno es “incapaz de decir por qué la estrategia de tests de Gran Bretaña está tan retrasada con respecto a otras naciones mientras el número de muertos sube a 563 en un día”.

“Caos en los planes de pruebas del virus”, tituló The Times. The Independent destacó que la falta de pruebas hace que 125.000 profesionales sanitarios, más de uno de cada cinco, estén aislados sin que hasta ahora se les haya hecho la prueba para confirmar si tienen o no coronavirus.

La polémica hizo que Boris Johnson, aislado con coronavirus en su residencia de Downing Street, grabara una declaración en vídeo el miércoles por la noche para prometer que se agilizarán todos los trámites para aumentar el número de pruebas, pensando además en el día después al final del confinamiento: “Lo que necesitamos hacer es aumentar no sólo las pruebas, sino saber si has tenido antes la enfermedad, el llamado test de anticuerpos, porque eso te permitirá volver al trabajo con la confianza de que no puedes contagiar”. 

Pero queda mucho tiempo para que se llegue a ese punto. La máxima urgencia en estos momentos reside en proteger al personal médico a través de un aumento generalizado de las pruebas entre sus integrantes. 

A mediados de marzo, el primer ministro anunció a los parlamentarios que Reino Unido haría en no mucho tiempo 25.000 pruebas diarias, una meta que aún está lejos de alcanzar.

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