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Un poder más político que legislativo: cuando la Eurocámara condena a la Fundación Francisco Franco y pide el embargo de armas a Arabia Saudí

El presidente de la Comisión, Jean Claude-Juncker, en la Eurocámara.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

Han marcado buena parte de la conversación mediática y política de la semana. Quedarán en los anales de las posiciones políticas como argumento de autoridad. Y sirven para retratar a políticos y gobernantes. 

El Parlamento Europeo ha aprobado esta semana dos resoluciones sonoras: la que pide el embargo de armas a Arabia Saudí por parte de los países de la Unión Europea y la que hace un repaso de todas las organizaciones, asociaciones y fundaciones neofascistas europeas –como la Fundación Francisco Franco– y pide su prohibición. 

Los textos fueron aprobados este jueves, pero, y da igual cuando lea este texto, las resoluciones del Parlamento Europeo no tienen poder ni para prohibir la venta de armas a Arabia Saudí ni para cerrar la Fundación Francisco Franco. Pero sí lo tienen para llamar la atención de la ciudadanía y los poderes políticos; para colar asuntos en la agenda mediática y política de 28 países y para sacar algunos colores a más de uno.

En el caso de la venta de armas, la resolución censura la actitud de países como España, que siguen comerciando con armamento con Arabia Saudí, independientemente de que el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí de Estambul demuestre el tipo de régimen que es el de Riad. La resolución señala a España y, dentro de España, a los gobiernos del Partido Popular –el que firmó el último contrato– y del PSOE –el que no rompe el contrato–.

Por eso, el PP y el PSOE hacen equilibrismos. Y votan el texto global de la resolución de consenso –lo que les sitúa en contra de las posiciones políticas de los gobiernos de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez– pero, luego, cuando se produce la votación nominal del párrafo 14, se abstienen.

¿Y qué decía ese párrafo 14 de la discordia?

"Pide al Consejo que alcance una posición común con el fin de imponer un embargo aescala de la Unión a la venta de armas a Arabia Saudí y que respete la Posición Común2008/944/CFSP; pide un embargo a la exportación de sistemas de vigilancia y otros productos de doble uso que pueden utilizarse para fines de represión en Arabia Saudí"

Las resoluciones no serán vinculantes, pero esos equilibrismos demuestran que tienen peso político, y que los partidos miden bien qué votan. No en vano, el sistema de votación del Parlamento Europeo es muy intrincado, como demuestran las resoluciones de Arabia Saudí y del neofascismo. En el caso de Arabia Saudí, porque se puede pedir el voto nominal de un párrafo de una resolución consensuada previamente sólo para dejar en evidencia al adversario político o para matizar tu posición, como ha pasado con Arabia Saudí.

En el caso del neofascismo, la Fundación Francisco Franco está hoy tan abierta como ayer. Pero toda España ha visto en televisión como era señalada por Europa mientras los gobiernos, uno detrás de otro, no han hecho nada –salvo, en algunos casos, sufragarla–. España es el único país de la Unión Europea con un mausoleo para su dictador y una fundación para exaltar su legado, y ya no es una conversación sólo española, ha sido elevada a categoría europea.

Pero la votación también tuvo su intríngulis: se consensuó una resolución que se aprobó holgadamente, y luego se votaron 15 enmiendas, de las cuales se incorporaron 13 tras ser aprobadas. Entre las 13 aprobadas, tres de ellas –8, 9 y 10, impulsadas por Podemos y BNG– son las que hacían referencia al caso español, a la Fundación Francisco Franco, al Valle de los Caídos, Hogar Social Madrid y Falange.

El texto final las incorporó, pero nunca habrían entrado desde el principio en un texto consensuado con el PPE, como lo demuestra el hecho de que los diputados de Pablo Casado en Estrasburgo votaran todos en contra de esas tres enmiendas. 

El Parlamento Europeo censuró al Gobierno de Victor Orbán por multitud de violaciones de los derechos civiles en Hungría hace más de un mes, pero como reconocía una portavoz de la Comisión Europea, “el caso está en manos del Consejo Europeo, pregunten a sus presidentes por ello”. 

La Cámara de Estrasburgo ha votado esta semana la posición del Parlamento sobre las cuentas de la Unión, pero luego habrá negociaciones con el Consejo y el voto final será en noviembre o diciembre.

Del mismo modo, la Eurocámara aprobó que el recorte de emisiones de CO2 de los coches nuevos fuera del 40% en 2030 en relación con 2020, y lo que aprobó el Consejo fue la cifra del 35% con una revisión en 2023. El caso ahora está en la negociación tripartita entre Parlamento, Consejo y Comisión para redactar la directiva que finalmente se aplicará.

El Parlamento Europeo es el único órgano institucional comunitario elegido por sufragio universal, pero carece de poder de iniciativa legislativa, a diferencia del resto de Parlamentos del mundo. Pero lo que sí tiene es peso político: 751 diputados de 28 países con capacidad para marcar agendas, poner titulares, abrir informativos y monopolizar conversaciones.

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