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La FAO denuncia que con la pesca que tiene Somalia, “es de locos que gente muera de hambre”

La FAO denuncia que con la pesca que tiene Somalia, "es de locos que gente muera de hambre"

EFE

Nairobi —

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“Es una locura pensar que Somalia tiene un recurso natural tan grande como la pesca, que los peces casi te salen del agua, y que fuera la gente se muera de hambre”, afirma el representante para Somalia de la Organización para la Agricultura y la Pesca (FAO), Luca Alinovi.

En una entrevista con Efe, el director de FAO-Somalia asegura que esta aparente contradicción se debe a “un hábito alimentario” sobre el que su organización está tratando de incidir mediante campañas de “información de la capacidad nutritiva del pescado” en el país africano.

Somalia vive en un estado de guerra y caos desde 1991. Tras el derrocamiento del dictador Mohamed Siad Barré, el país quedó sin un gobierno efectivo y se encuentra a merced de milicias radicales islámicas, de señores de la guerra que responden a los intereses de un clan determinado y de bandas de delincuentes armados.

Entre 2010 y 2012, el Cuerno de África sufrió una de las peores hambrunas de su historia, y Somalia fue el país más la padeció, con cerca de la mitad de su población -unos 3,7 millones de personas- afectada.

Aunque la ONU declaró en febrero de 2012 el fin de la hambruna, al terminar ese año casi un tercio de la población somalí “continuaba en situación de crisis alimentaria”, por lo que la asistencia y las iniciativas de salud alimentaria como la de la FAO siguen siendo necesarias.

“Hace falta -continúa Alinovi- que exista una cultura del pescado como alimento en Somalia. Con un contenido proteico tan alto, con la cantidad adecuada de grasas, con el famoso omega 3 del que hablamos de continuo en Europa y con un valor de calorías superior al que tomamos de los animales”.

“Es un tipo de alimento por el que apostamos. Esperamos que en los próximos años en Somalia se use de forma adecuada”, apunta el italiano, al tiempo que alerta de que “el mayor riesgo es que la pesca sea vista solo como una oportunidad comercial”.

De ser así, advierte Alinovi, “sucederá como con la langosta en Somalia: que se pesca en el momento equivocado, en la zona errónea, cuando están criando, y se destruye un patrimonio con un potencial mucho mayor al que se le saca”.

Por este motivo, FAO-Somalia está tratando de “reconstruir un mecanismo de gestión sostenible del mar”, ya que “no hay calendarios de pesca, ni épocas en las que no se faena”. Es una actividad que, hasta ahora, “se ha usado de forma muy oportunista e interesada”.

De momento, la ingesta de pescado parece un hábito casi exclusivo de las clases altas de Somalia, en cuya capital, Mogadiscio, poco a poco abren más restaurantes de este tipo de comida, y no de las populares carnes de cabra o camello.

“Es cierto que la clase alta es reducida, pero cada vez mayor. Y una vez que algunas personas que son modelo para el resto de la sociedad hacen una determinada cosa (comer pescado, en este caso), el resto las imitan”, apostilla Alinovi.

Los escasos mecanismos para faenar que existen en Somalia, el país con la mayor extensión de costa del África continental, suponen un problema añadido.

Según el director de FAO-Somalia, “no existen los medios para pescar. Las barcas que tienen están diseñadas para la pesca del tiburón (...), y son embarcaciones que no están hechas para la pesca local que se debería hacer”.

A fin de cambiar esta situación, la FAO está empezando una iniciativa para construir barcas “para permitir que la gente cambie el tipo de actividad y sea más eficiente. Con motores más lentos pero que puedan llegar más lejos”, y que serán suficientemente rentables como para que sus dueños puedan pagarlas en pocos años.

Y aunque la piratería frente a las costas somalíes ha caído de manera drástica en los últimos dos años, Alinovi explica que se siguen desarrollando programas para diferenciar los pescadores de los piratas, y así minimizar riesgos para todas las partes.

“Hemos llevado a las asociaciones de pescadores a que conozcan a las marinas antipiratería, sobre todo a la de la Unión Europea, de forma que aprendan a actuar cuando se topen”, relata el directivo.

Estos mecanismos enseñan “a cómo aproximarse, a no escapar, a tener el diálogo necesario para no ser considerados piratas y, una vez que la marina se les acerca, es fácil ver si uno está pescando o lleva a cabo una actividad de piratería”.

Pero, a pesar de estos desafíos y de la compleja situación que se vive en el interior del país, Alinovi cree en el tirón que el sector pesquero puede tener en Somalia.

“Hace unos años montamos una feria en Somalilandia (región del norte del país autoproclamada independiente en 1991), donde hicimos probar a la gente varios tipos de comida preparados por sus compatriotas. El día que tocaba probar pescado frito -resalta-, la fila para comerlo era de miles de personas”.

“Somalia es muy poco predecible”, concluye el italiano. “Los cambios son mucho más veloces de lo que se prevé, en el momento en el que se giran las llaves adecuadas. Podría ser más rápido de lo que pensamos”.

Javier Triana

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