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“Suu Kyi no está dispuesta a perder el poder y por eso consiente que el Ejército cometa atrocidades”

Alberto Masegosa, en Bangkok

Cristina Armunia Berges

Aung San Suu Kyi pasó de ser una activista por los derechos humanos a una política de corte autoritario en apenas unos años. Comprender su metamorfosis o el significado de la etnia y la religión en el Sudeste Asiático son las claves para abordar la actual crisis de la minoría musulmana rohingya. Alberto Masegosa, corresponsal de EFE en Bangkok acaba de publicar Rohingya, el drama de los innombrables y la leyenda de Aung San Suu Kyi, un libro breve que se centra en el papel de La Señora y en la facción violenta del budismo.

¿Qué diferencia a los rohingyas de las otras etnias de Myanmar y por qué ellos nunca conseguirán la nacionalidad birmana?

Lo que diferencia a los rohingyas de los otros musulmanes de Myanmar es que tienen una identidad étnica propia. Hay un 5% de birmanos que son musulmanes, pero no tienen identidad étnica, tienen identidad religiosa. En el caso de los rohingyas, no solo tienen identidad religiosa sino que también tienen identidad étnica y eso les distingue tanto del resto de los musulmanes birmanos, entre los que no son muy populares, como de la mayoría budista. Yo creo que este binomio identitario, religioso y étnico, es lo que puede explicar que los rohingyas nunca lleguen a ser reconocidos como una etnia local y autóctona.

¿Cómo se puede explicar la transformación política de Aung San Suu Kyi?

Es la transformación de alguien que era una activista, que era una luchadora por los derechos humanos, por la libertad y por la justicia, al ejercicio del poder. De la militancia pasa a formar parte del liderazgo político. Ahora esta mujer no está dispuesta a perder el poder y es lo que explica que esté dispuesta a consentir que bajo su mandato el Ejército siga cometiendo las atrocidades que ya había cometido en los 70 años anteriores desde la independencia. Ella sabe que si se opone a la línea política del Ejército, el Ejército la puede descabalgar. La clave está sencillamente en que no quiere perder el poder.

En el libro, se cuenta que ella quería dar la nacionalidad a los rohingyas pero que el Ejército lo impide.

Eso es lo que ella prometió a los líderes musulmanes en las elecciones de 2015 que son las que le encumbran al poder. Lo que dice en ese momento a los líderes musulmanes es que le voten a ella, que en ese momento no va a poder incluir en las listas a musulmanes porque se lo impide el Ejército y porque tiene miedo de que el Ejército le acuse entonces de islamizar el país, pero que más adelante contaría con candidatos musulmanes para desempeñar actividades dentro de las altas responsabilidades del Estado.

Esta es una promesa que se rompe cuando se desata la crisis rohingya y por eso aplaza ese plan que ella había dicho a los musulmanes. Todo esto explica que las minorías musulmanas y también la cristiana le apoyaran en las elecciones de 2015 y que, aun así, sigan siendo uno de sus soportes, porque tienen miedo de que se produzca una involución todavía mayor y que la mayoría budista les niegue derechos que mantienen a duras penas. Estoy hablando ahora de la minoría musulmana en general. El tema rohingya es más específico.

Suu Kyi nunca se ha declarado abiertamente sobre este asunto, ha pasado de puntillas. Lo que sí ha dicho a los líderes musulmanes es que le dieran tiempo para calmar el miedo del Ejército a la islamización del país y que más adelante contaría con la minoría musulmana en mayor grado de lo que lo ha hecho hasta ahora.

Para los rohingyas, ¿qué diferencia hay entre vivir bajo un régimen militar o el Gobierno de Suu Kyi?

No hay una gran diferencia. Es peor. La experiencia para ellos ha sido peor con Suu Kyi que con los regímenes militares anteriores. La Administración de Suu Kyi es la que les ha sacado del país y apenas quedan un 10% en Myanmar.

¿Son los rohingyas una especie de arma con la que se golpean entre unos y otros?

Son el elemento aglutinador del resto de etnias, de la mayoría budista. La crisis rohingya lo que ha hecho es apretar las filas en la comunidad budista. Ha servido para unir al resto del país que han fijado un enemigo común que son los rohingya.

¿Hay prohibiciones al estilo rohingya que se apliquen sobre otras minorías?

No de manera sistemática, aunque de manera práctica sí. Los rohingyas por ley no tienen acceso a la sanidad o a la educación, que el Estado sí ofrece a otras minorías en teoría.

¿Cómo nace el movimiento religioso budista que se identifica con el número 969? ¿Es antagónico hablar de budismo radical?con el número 969?

Todas las religiones tienen una vertiente radical e integrista. Lo que es sorprendente es que la opinión pública mayoritaria piense que el budismo es una religión bondadosa y cándida y, aunque en parte es así, hay reductos integristas igual que en el resto de religiones, igual que hay sectores integristas cristianos y musulmanes.

Lo que ha demostrado esta crisis es que existe este sector integrista budista. El budismo que se practica en Myanmar es diferente al que se practica en Tíbet por ejemplo. El clero radical budista es tan radical como el clero más radical musulmán o los sectores más integristas de la Iglesia católica.

¿Quién es Wirathu, el líder que se definió a sí mismo como el Bin Laden del budismo?

Wirathu es un líder religioso radical comparable a Al-Bagdadi, líder de ISIS en Siria e Irak. Es un iluminado, es un tipo que impone su religión con los medios que haga falta. Es un ejemplo bastante desconocido de este budismo radical que no encaja en la mentalidad de la opinión pública, de los que pensaban que el budismo era una revisión de paz y amor.

¿Qué papel social y político tienen la religión y la etnia en el Sudeste Asiático?

Son dos factores de identidad muy fuertes. El Sudeste Asiático ha sido tradicionalmente budista pero, en los últimos siglos, gracias al proselitismo musulmán ha dejado de ser la religión mayoritaria. Ahora mismo, principalmente por Indonesia y Malasia que son mayoritariamente musulmanes, apenas el 30% o 35% de la población de la región sigue profesando el budismo, el resto son mayoritariamente musulmanes. Esto ha exacerbado el radicalismo en los sectores budistas.

La etnia y la religión son dos factores de identidad, y cuando se sienten amenazadas ya sabemos cómo reaccionan. Es un fenómeno universal.

Si el papa hubiera mencionado a los rohingyas en su visita al país, ¿habría habido represión contra las minorías cristianas?

Esto precisamente era lo que temían los cristianos birmanos, que le pidieron que no citase por su nombre a los rohingya porque pensaban que esto podría provocar una reacción en su contra por parte del Ejército y del sector radical budista. Lo que hubiera podido pasar, no lo podemos saber.

El ascenso al poder de Suu Kyi se contempló en el resto del mundo, en 2015, como la llegada de la democracia a Myanmar, y no es cierto. Fue el inicio de un proceso democrático que ha quedado interrumpido con la crisis rohingya y que ha registrado una deriva hacia un proceso involucionista en el que el Ejército vuelve a tomar el mando sin ningún complejo y vuelve a manejar las riendas del poder efectivo en el país. La línea política del Estado la sigue marcando el Ejército y Suu Kyi lo único que hace es obedecer la línea oficial que sigue marcando el Ejército.

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