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El pulso de los 'populares' con socialistas y liberales mantiene bloqueada la renovación de la UE tras una noche en vela negociando

Angela Merkel y Pedro Sánchez.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

17 horas de negociaciones seguidas. Y sin acuerdo. Reunidos desde las 18.00, con toda la noche en vela, y la renovación de cargos de la UE sigue bloqueada. Después de una cumbre inicial el 28 de mayo; otra el 20-21 de junio; después de rondas de negociaciones de las diferentes familias entre sí durante un mes; después de la cumbre del G-20 en Osaka... Después de horas y horas de dar vueltas sobre lo mismo, de dar por muerta la vía de los spitzenkandidaten el 21 de junio para resucitarla 10 días después, la UE parece encontrarse en la casilla de salida. “Las cosas se ponen feas”, ha reconocido una fuente diplomática presente en las negociaciones, “que no han variado mucho a lo largo de la noche”.

El principio de acuerdo suponía que la canciller alemana, Angela Merkel, concedía la presidencia de la Comisión Europea al socialista holandés Frans Timmermans, pensando seguramente más en el BCE que en el Ejecutivo comunitario, aunque para el BCE también ha sonado el nombre de Christine Lagarde, directora del FMI.

El miércoles, en una cena con su candidato, Manfred Weber, el exlíder socialdemócratas alemán Martin Schulz, y el líder del PPE, Joseph Daul, terminó convenciéndose de que la mejor salida al bloqueo institucional era ceder con la presidencia de la Comisión Europea.

El fin de semana se sumaron a la propuesta, en la cumbre del G-20 en Osaka, el español Pedro Sánchez; el francés Emmanuel Macron; y el holandés Mark Rutte. Todo parecía atado y bien atado antes del comienzo de la cumbre de este domingo en Bruselas. Pero a medida que pasaban las horas se atascaba el plan.

Para empezar, no convencía a los dirigentes populares europeos. Desde el irlandés Leo Varadkar hasta el búlgaro Boiko Borisov pasando por el español Pablo Casado o el propio spitzenkandidat apuñalado por su valedora, Angela Merkel: creían que estaban malvendiendo la presidencia de la Comisión Europea.

¿Por qué? Porque el principio de acuerdo establecía la presidencia de la Comisión para los socialdemócratas –Frans Timmermans–; el Parlamento Europeo para el PPE –Manfred Weber–; la presidencia del Consejo Europeo para liberales –Benelux; Charles Michel/Mark Rutte–; y la jefatura de la diplomacia europea para el PPE –¿la búlgara Mariya Gabriel?–.

Pero a los populares les parece poco, después de haber ganado las elecciones europeas en número de escaños y de haber sido la primera fuerza en 15 de los 28 países. Hasta tal punto el plan de Osaka se ha ido atascando, que el Consejo Europeo extraordinario empezó en Bruselas tres horas después de lo previsto y fue suspendido tras dos horas de reunión, a las 23.00. Y no fue retomado hasta casi las 8.00 de la mañana.

¿Por qué? Porque se han sucedido las reuniones paralelas entre unos y otros para concitar mayorías en torno a un plan. Porque no había más plan B que resucitar a uno de los candidatos dado por muerto hace 10 días, el holandés Timmermans. Pero eso tiene un precio para el PPE mucho mayor que el que se estaba manejando hasta el momento. Y no está claro, más de 17 horas después de negociaciones ininterrumpidas, que pueda encontrarse un precio, aunque las negociaciones apuntan a una nueva oferta para los populares: la presidencia del Consejo Europeo en manos de la búlgara Kristalina Georgieva y la presidencia compartida de la Eurocámara –Weber y el liberal Guy Verhofstadt–, lo cual llevaría a los liberales a la jefatura de la diplomacia –Charles Michel– y una vicepresidencia primera de la Comisión para Margrethe Vestager.

Si estos nombres se mantienen, dibujarán una preponderancia del Benelux y una ausencia de los países del Sur, además de fallar en la paridad entre hombres y mujeres.

Antonio Tajani, presidente del Parlamento Europeo, ha defendido hasta el final al alemán Manfred Weber en línea con la posición del PPE y en contra de la mantenida por otros grupos, como socialdemócratas, liberales y verdes: “Si hay un spitzekandidat como ganador del presidente de la Comisión, ese ganador es el PPE. No es nada en contra de los socialistas o contra de Timmermans, que es un buen hombre. Para nosotros, el spitzenkandidat es el del partido político que ha ganado las elecciones, de acuerdo con los precedentes de Jean-Claude Juncker y Martin Schulz”.

“Como PPE”, ha insistido el irlandés Leo Varadkar, “no hemos aceptado el paquete que se negoció en Osaka. Desde el punto de vista del PPE, la gran mayoría de los primeros ministros pensamos que no deberíamos renunciar a la presidencia de la Comisión tan fácilmente sin dar la batalla. Creo que la noche será larga y no es seguro que encontremos una solución”.

En la línea de los líderes del PPE se han manifestado los gobiernos ultraconservadores. Giuseppe Conte, primer ministro de Italia –Gobierno Lega-M5S–, ha afirmado: “El criterio del spitzenkandidat no debe ser el único criterio, solo tiene en cuenta la lógica de las afiliaciones políticas, debemos buscar un presidente que guíe a Europa durante 5 años, debemos ser flexibles para elegir al candidato más justo. La lógica del paquete es la mejor porque permite un equilibrio general. No es un acuerdo de Osaka, sino un acuerdo que se concluyó el día anterior. El criterio del spitzenkandidaten se enfrenta actualmente a dificultades, parece difícil seguir atado a este criterio solo”.

En ese sentido, los países de Visegrado, Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia han mostrado una oposición frontal. “Timmermans no es la persona correcta para unificar Europea, no ha sido positivo con nuestra región”, ha zanjado el checho Andrej Babis, de familia liberal. En la misma línea se ha manifestado el ultraconservador polaco Mateusz Morawiecki: “Timmermans no es un candidato de compromiso, divide Europa y no entiende los problemas de Europa Central, no entiende a los países que están lidiando con la crisis postcomunista”. Y, por supuesto, Orbán, quien incluso ha escrito una dura carta contra la propuesta de Timmermans, en la que calificaba el acuerdo de “error histórico humillante”.

El problema es que los que se están oponiendo tampoco tienen un plan B. Y el bloqueo tiene varias consecuencias. La primera, que si no se llega a un acuerdo para todo el paquete antes del 2 de julio, el Parlamento Europeo votará el miércoles un presidente imprevisible que puede ejercer de efecto dominó en el resto de decisiones: familia política, género, país... Es el único cargo que se escapa al control del Consejo, de los gobiernos, porque tanto la propuesta como la decisión es competencia de la Eurocámara.

A partir de ahí: la Comisión Europea vigente decae el 31 de octubre, como el Banco Central Europeo. El presidente del Consejo Europeo, el 31 de diciembre. Y sólo la presidencia del Banco Central Europeo es improrrogable, por lo que ese plazo, si se deja para después del verano seguir las negociaciones –como sugieren fuentes populares–, empezaría a entrar en zona de riesgo político y económico.

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